Curato es el cargo de un cura (el sacerdote con cura de almas en una parroquia); así como el territorio sobre el que, especialmente en el Antiguo Régimen, ejercía su jurisdicción espiritual1 y su capacidad de extraer rentas, que constituían su beneficio eclesiástico. De esa jurisdicción sacaba la congrua, la renta mínima con la que cada cura (o en su caso capellán)
cubría su sustentamiento básico. Esto también podía ampliarse a las
diferentes comunidades eclesiásticas, con lo que se garantizaba su
mantenimiento. También había oficios civiles cuya renta se denominaba congrua.2 En el caso de que el cura, por estar secularizado o por estar unido a una comunidad, no pudiera percibir diezmos, se denominaba porción congrua a la cuota que percibía.3
Para poder optar a un curato, los aspirantes debían presentarse a exámenes así como demostrar diversas aptitudes.
Para poder optar a un curato, los aspirantes debían presentarse a exámenes así como demostrar diversas aptitudes.
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