La Abadía de Westminster custodió durante cientos de años la Piedra de Scone o Piedra de la Coronación, llamada así porque, desde finales del siglo XIII, todos los monarcas ingleses han sido investidos sobre ella.
Según la tradición, esta roca de arenisca de 152 kilos, que suele colocarse bajo el trono donde se sienta el futuro gobernante, podría ser la piedra sobre la que Jacob recostó su cabeza cuando tuvo la visión de una escalera que conducía al cielo, la cual menciona la Biblia. Habría sido llevada desde Egipto al noroeste de España por Scota, hija de un faraón contemporáneo de Moisés, y su marido Gaythelos, de origen griego. Desde allí, ambos se trasladarían a Irlanda, donde él sería coronado rey sobre la piedra. Esta, con el tiempo, se llevaría a Escocia. En toco caso, el ritual se aplicaría desde entonces con los sucesivos soberanos escoceses.
Algunos investigadores sostienen que tal vez existían varias rocas similares, pues se creía que transmitían a los caudillos locales la influencia de sus predecesores. Esta fue colocada en un trono en la abadía de Scone, cerca de Perth (Escocia), por el rey Kenneth I, en 846. Hasta 1296, 34 monarcas escoceses serían ungidos allí. Ese año, Eduardo I de Inglaterra se apoderó de ella y la llevó a Westminster. En 1996, fue devuelta a Escocia por el Gobierno británico. Hoy puede verse en el castillo de Edimburgo.
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