La abadía benedictina de Bec o Le Bec, en Normandía fue fundada a
principios del siglo once por Herluin, un caballero normando quien,
alrededor de 1031 abandonó la corte del conde Gilbert de Brionne para
dedicarse a la vida de religión. La abadía esta en ruinas pero el
moderno nombre de Bec-Helloin, preserva la memoria de su fundador. Hay
algunas diferencias en el cálcalo de la fecha fundacional, porque la
familia religiosa de Herluin fue trasladada de lugar dos veces a nuevos
lugares y cualquiera de esas tres fechas puede ser considerada el
principio de la famosa abadía.
La primera fundación de Herluin fue en Bonneville o Burneville, donde se construyó un monasterio en 10034 y allí, en 1037 Herluin fue consagrado abad Herluin. Unos pocos años después se decidió trasladarla a un lugar mejor, a dos millas junto a los bancos del Bec (Danés, Bæk, un riachuelo) que dio el nombre a la abadía. Esto sucedió hacia 1040. Dos años después, Lanfranc, ya famoso por sus clases en Avranches, abandonó la escena de sus triunfos y para encerrarse en esta humilde casa de piedad. Al principio se desconocía donde se había retirado, mientras que sus nuevos hermanos tampoco conocían su fama. Pero a los pocos años de llegar a Bec abrió una escuela y los alumnos corrieron desde todas las partes a oír sus lecciones. La abadía creció y prosperó y el buen trabajo empezado por la simple piedad de Herluin fue coronado por el saber de Lanfranc. Pronto hizo falta construir un monasterio más grande y duradero. Como el sitio no era bueno se pusieron nuevos cimientos en otro lugar un poco más elevado del valle de Bec y algo más retirado del agua. Esto fue obra de Lanfranc, que era prior y mano derecha del anciano abad. De la misma manera que al primer cambio de cambio de lugar siguió la llegada de Lanfranc, a esta segunda fundación llegó inmediatamente el que sería la gran gloria de la abadía, S. Anselmo de Canterbury. El futuro arzobispo y Doctor de la Iglesia llegó a Bec por primera vez en 1060, mientras se estaba construyendo y un día año antes de que los monjes lo ocuparan. En 1062 Lanfranc fue nombrado abad de Caen y Anselmo, a pecar del poco tiempo que llevaba en Bec, fue elegido para ocupar su puesto como prior. En la escuela al ilustre profesor le sucedió su aún más ilustre discípulo. La construcción de la iglesia duró unos quince años y fue consagrada por Lanfranc en 1077, que ahora estaba en Canterbury. Herluin, El abad fundador murió al año siguiente y Anselmo le sucedió como segundo abad de Bec. Dieciséis años después Anselmo fue llamado par ocupar el puesto de su antiguo maestro como arzobispo de Canterbury.
La abadía siguió existiendo hasta al Revolución Francesa. La larga lista de abades desde el siglo once al dieciocho se pueden hallar en "Gallia Christiana" (XI, 222-239). Contiene muchos de los nombres franceses más ilustres y muestra que hasta sus últimos años Bec era un lugar de cierta importancia. En la Guerra de los Cien Años había sufrido mucho y más aún en las luchas con los hugonotes. Pero después de esos días de desolación fue restaurado casi a su estado original por la congregación de S. Mauro así que la principal casa de cultura medieval fue renovada por los padres de la investigación moderna.
La restauración fue enseguida destruida por las fuerzas de la revolución, pero los mauristas prestaron un permanente servicio a la abadía con sus admirables ediciones de Lanfranc, Anselmo y el “Chronicon Beccense". Aun quedan algunas ruinas de la antigua abadía de las que habla la crónica. Los últimos edificios han servido de cuartel militar, lo que muestra una curiosa contrapartida a los cambios que han afectado a Fort Augustus (Escocia). En sus últimos años la abadía de Bec era una de las muchas casas religiosas que hacían un buen trabajo el campo del saber y de la religión, pero en los tiempos dorados de Lanfranc y Anselmo tenía un lugar único e influyó mucho en el curso de la historia de la Iglesia y en el progreso de los conocimientos teológicos.
En sus primeros tiempos la abadía dio tres arzobispos a la sede de Canterbury: Lanfranc, Anselmo y Teobaldo, quinto abad. Entre otros prelados que salieron de esta famosa escuela baste con mencionar al papa Alejandro II, a Guillermo, obispo de Ruán, Arnost, Gundulf y Emulf, obispos de Ivo de Chartres, Fulk de Beauvais y Gilbert Crispin, abad de Westminster. John Richard Green dice sobre al influencia de Lanfranc en Bec:” Sus enseñanzas convirtieron Bec en unos pocos años en la escuela más famosa de la Cristiandad. De hecho fue la primera oleada del movimiento intelectual se iba extendiendo desde Italia hacia los más rudos países de occidente. La totalidad de la actividad mental de ese tiempo parecía concentrarse en el grupo de intelectuales que se reunieron alrededor de él. La estructura del derecho canónico y de la escolástica medieval con el escepticismo filosófico que se despertó por su influencia, tiene su origen en Bec" (A Short History of the English People, I, ii, 3). Cuando recordamos la profundidad y al extensión de la influencia del su más importante personaje, Anselmo, sobre la teología posterior, no podemos sino sentir que qunque la abadía esté en ruinas, la escuela de Bec aún vive y todos pueden sentarse a los pies de sus famosos maestros.
Kent, William. (1907).
Transcrito por Michael Christensen.
Traducido por Pedro Royo
La primera fundación de Herluin fue en Bonneville o Burneville, donde se construyó un monasterio en 10034 y allí, en 1037 Herluin fue consagrado abad Herluin. Unos pocos años después se decidió trasladarla a un lugar mejor, a dos millas junto a los bancos del Bec (Danés, Bæk, un riachuelo) que dio el nombre a la abadía. Esto sucedió hacia 1040. Dos años después, Lanfranc, ya famoso por sus clases en Avranches, abandonó la escena de sus triunfos y para encerrarse en esta humilde casa de piedad. Al principio se desconocía donde se había retirado, mientras que sus nuevos hermanos tampoco conocían su fama. Pero a los pocos años de llegar a Bec abrió una escuela y los alumnos corrieron desde todas las partes a oír sus lecciones. La abadía creció y prosperó y el buen trabajo empezado por la simple piedad de Herluin fue coronado por el saber de Lanfranc. Pronto hizo falta construir un monasterio más grande y duradero. Como el sitio no era bueno se pusieron nuevos cimientos en otro lugar un poco más elevado del valle de Bec y algo más retirado del agua. Esto fue obra de Lanfranc, que era prior y mano derecha del anciano abad. De la misma manera que al primer cambio de cambio de lugar siguió la llegada de Lanfranc, a esta segunda fundación llegó inmediatamente el que sería la gran gloria de la abadía, S. Anselmo de Canterbury. El futuro arzobispo y Doctor de la Iglesia llegó a Bec por primera vez en 1060, mientras se estaba construyendo y un día año antes de que los monjes lo ocuparan. En 1062 Lanfranc fue nombrado abad de Caen y Anselmo, a pecar del poco tiempo que llevaba en Bec, fue elegido para ocupar su puesto como prior. En la escuela al ilustre profesor le sucedió su aún más ilustre discípulo. La construcción de la iglesia duró unos quince años y fue consagrada por Lanfranc en 1077, que ahora estaba en Canterbury. Herluin, El abad fundador murió al año siguiente y Anselmo le sucedió como segundo abad de Bec. Dieciséis años después Anselmo fue llamado par ocupar el puesto de su antiguo maestro como arzobispo de Canterbury.
La abadía siguió existiendo hasta al Revolución Francesa. La larga lista de abades desde el siglo once al dieciocho se pueden hallar en "Gallia Christiana" (XI, 222-239). Contiene muchos de los nombres franceses más ilustres y muestra que hasta sus últimos años Bec era un lugar de cierta importancia. En la Guerra de los Cien Años había sufrido mucho y más aún en las luchas con los hugonotes. Pero después de esos días de desolación fue restaurado casi a su estado original por la congregación de S. Mauro así que la principal casa de cultura medieval fue renovada por los padres de la investigación moderna.
La restauración fue enseguida destruida por las fuerzas de la revolución, pero los mauristas prestaron un permanente servicio a la abadía con sus admirables ediciones de Lanfranc, Anselmo y el “Chronicon Beccense". Aun quedan algunas ruinas de la antigua abadía de las que habla la crónica. Los últimos edificios han servido de cuartel militar, lo que muestra una curiosa contrapartida a los cambios que han afectado a Fort Augustus (Escocia). En sus últimos años la abadía de Bec era una de las muchas casas religiosas que hacían un buen trabajo el campo del saber y de la religión, pero en los tiempos dorados de Lanfranc y Anselmo tenía un lugar único e influyó mucho en el curso de la historia de la Iglesia y en el progreso de los conocimientos teológicos.
En sus primeros tiempos la abadía dio tres arzobispos a la sede de Canterbury: Lanfranc, Anselmo y Teobaldo, quinto abad. Entre otros prelados que salieron de esta famosa escuela baste con mencionar al papa Alejandro II, a Guillermo, obispo de Ruán, Arnost, Gundulf y Emulf, obispos de Ivo de Chartres, Fulk de Beauvais y Gilbert Crispin, abad de Westminster. John Richard Green dice sobre al influencia de Lanfranc en Bec:” Sus enseñanzas convirtieron Bec en unos pocos años en la escuela más famosa de la Cristiandad. De hecho fue la primera oleada del movimiento intelectual se iba extendiendo desde Italia hacia los más rudos países de occidente. La totalidad de la actividad mental de ese tiempo parecía concentrarse en el grupo de intelectuales que se reunieron alrededor de él. La estructura del derecho canónico y de la escolástica medieval con el escepticismo filosófico que se despertó por su influencia, tiene su origen en Bec" (A Short History of the English People, I, ii, 3). Cuando recordamos la profundidad y al extensión de la influencia del su más importante personaje, Anselmo, sobre la teología posterior, no podemos sino sentir que qunque la abadía esté en ruinas, la escuela de Bec aún vive y todos pueden sentarse a los pies de sus famosos maestros.
Fuentes
Chronicon Beccensis (1034-1468), ed. D'ACHÉRY in Lanfranci Cant. Op. (Paris, 1648), app. 1-32 (un resumen de una vieja historia de la abadía que llega hasta 1591); también en P.L., CL; GILBERT CRISPIN, Life of Herluin in P.L., CL, 695 ss.; MILO CRISPIN, Vitæ Lanfr et al. abb. in d'Achéry, op. cit., 1 ss.; 311 ss. (contiene las vidas de los siguientes cuatro abades). Cf. también la vida y cartas de Anselmo y Lanfranc; RULE, The Life and Times of St. Anselm (Londres. 1883); RAGEY, Histoire de Saint Anselme (Paris, 1889), estas dos últimas tiene relatos completos y gráficos de la fundación y primeros tiempos de Bec; PORÉE, L'Abbaye du Bec an dix-huitieme siècle (Evreux, 1901).Kent, William. (1907).
Transcrito por Michael Christensen.
Traducido por Pedro Royo
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