Familia de pintores aragoneses del siglo XVIII, compuesta por los hermanos Francisco, Ramón y fray Manuel, que desarrollaron de manera destacada su actividad pictórica por toda España, especialmente en la Corte.
• Francisco Bayeu y Subías (Zaragoza, 1734-Madrid, 4-VIII-1795). Simultaneando con estudios de latín y escolástica, se inicia en Zaragoza en el aprendizaje del dibujo bajo la dirección del pintor Juan Andrés Merklein , en 1745. Posteriormente continuará su formación pictórica con el pintor zaragozano más acreditado de la época, José Luzán Martínez , quien también iniciará a Goya. La presencia en 1753 de Antonio González Velázquez en Zaragoza, recién llegado de Italia, para pintar la gran cúpula sobre la Santa Capilla, fue decisiva: a la formación de Francisco dentro de un barroco académico aprendido con Luzán, unirá el influjo más brioso de Corrado Giaquinto, transmitido por González Velázquez.
Esta renovación estética le impulsa a presentarse en 1756 al Premio Extraordinario de la Academia de San Fernando, con un óleo sobre cobre representando La tiranía de Gerión, que obtiene el premio de modo indiscutible. Por ello recibe una pensión de la Academia para continuar en Madrid sus estudios con González; pero desavenencias surgidas con el maestro, y la muerte de sus padres, le hacen regresar a Zaragoza para hacerse cargo de su familia, contrayendo matrimonio en 1759 con Sebastiana Merklein, hija de su primer maestro.
Entre 1758 y 1762 trabaja activamente para iglesias y conventos zaragozanos, como monasterio de Santa Engracia, iglesias de San Ildefonso y San Felipe, cartuja de Aula Dei, etc. 1762 será un año trascendental para Francisco, pues Antón Rafael Mengs, primer pintor de cámara de Carlos III , visita Zaragoza y le propone convertirse en ayudante suyo en la Corte. Esto supondrá la introducción de Bayeu en los círculos artísticos cortesanos, de la mano del artista que despierta mayor admiración en ese momento. Por otra parte, en contacto con la estética y la obra del pintor bohemio, la obra de Francisco irá transformándose, asimilando decididamente los presupuestos neoclásicos.
Pronto le llegan los primeros encargos para el palacio real, por mediación de Mengs, encomendándosele en 1763 la decoración al fresco de la bóveda del comedor en el cuarto de la reina, con La Rendición de Granada (en la que se manifiesta todavía su formación barroca) y la bóveda de la antecámara de los príncipes de Asturias con La caída de los Gigantes, gran composición de atrevidos escorzos; con estas obras comienza su gran producción de fresquista. En 1765, para aumentar sus ingresos con los que mantener a su numerosa familia, da clases particulares de dibujo y pintura, a las que asisten, entre otros, su hermano Ramón, Goya y Beratón . Ese mismo año pinta la bóveda del altar mayor del convento de la Encarnación de Madrid, de afloraciones todavía barrocas.
En 1767 se le concede el nombramiento de pintor de cámara del Rey, cargo que indudablemente le afianzará en el ámbito artístico cortesano. La estética neoclásica de Mengs, plasmada en un dibujo limpio y cuidado y en un cromatismo que se iba enfriando progresivamente, se hacía más evidente en encargos como Hércules en el Olimpo, para la sala de conversación de los príncipes de Asturias en el palacio real; en la bóveda del oratorio del rey, y el techo del comedor con Apolo remunerando a las Artes, realizados en 1769, junto con su hermano Ramón, para El Pardo; o en La Providencia presidiendo las virtudes y facultades del hombre, de 1770-1, para la sala contigua al comedor de gala del palacio real. Por encargo real también realizará pintura religiosa, lienzos para el convento de San Pascual de Aranjuez (1769), y la cúpula de la colegiata de San Ildefonso (1772), ambos conjuntos perdidos hoy. En 1774 nace su hija Feliciana Bayeu, y realiza el magnífico fresco con la alegoría La Monarquía Española cortejada de las artes con los vicios a los pies, para el techo del salón de embajadores del palacio de El Pardo.
En 1775 se traslada a Zaragoza para pintar dos cúpulas, ya concertadas desde 1772 en el Pilar . Se representa en ella a María Reina de los Ángeles y Reina de Todos los Santos, frescos de composición inspirada en La Apoteosis de Trajano de Mengs. El éxito fue rotundo y supuso la confirmación en su tierra de su valía artística. En el verano de 1776 comienza Bayeu sus trabajos en el claustro de la catedral de Toledo, donde, entre 1776 y 1785, de forma intermitente, irá plasmando al fresco once escenas referentes a la vida y milagros de santos toledanos. Tras la marcha de Mengs a Roma en 1777, Francisco Bayeu pasará a ser la gran figura artística de la corte, y, tras el fallecimiento del bohemio en 1779, solicitará del rey la plaza de primer pintor de cámara, que en varias ocasiones, y no por suficientes méritos, que los tenía, le será denegada. En julio de 1778 está con su hermano Ramón pintando en la capilla del palacio de Aranjuez.
Tras el correspondiente permiso real, Francisco, Ramón y su cuñado Francisco de Goya se trasladan en 1780 a Zaragoza para cumplir los compromisos adquiridos con el cabildo del Pilar, surgiendo durante su estancia y realización los roces entre Francisco Bayeu y Goya, al no admitir éste la rectificación del primero sobre la composición de su media naranja. Francisco Bayeu realizó al fresco dos bóvedas redondas con los temas de Reina de los Profetas y Reina de los Apóstoles, en las que, si bien el orden compositivo y la técnica se sujetan a las enseñanzas de Mengs, la disposición de los ángeles, con sus ropas henchidas, recuerdan a Luca Giordano.
En 1783, Francisco Bayeu y Salvador Maella son nombrados directores de pinturas para la Real Fábrica de Tapices, y ambos, en 1785, encargados de la restauración y conservación de las pinturas de los Reales Sitios. Entre tanto, Bayeu pintará su Porciúncula para San Francisco el Grande, obra que levantará gran polémica y controversia. En 1787 sufre una enfermedad, y sus relaciones con Goya, en las que Ramón Bayeu debía de ser la manzana de la discordia, parecen volverse cordiales. Un nuevo encargo real, en 1788, le lleva a pintar La feliz unión de España y Parma, impulsando a las Ciencias y a las Artes en la bóveda del comedor de la Casita del Príncipe en El Pardo, y ese mismo año es nombrado director de pintura de la Academia de San Fernando. También sigue realizando pintura religiosa al óleo, como dos magníficas versiones de la Asunción, para las iglesias de Pedrola (Z.) en 1788, y Valdemoro (Madrid), en 1790. En 1791 vuelve con su inseparable hermano Ramón, para pintar en el oratorio del rey, a Aranjuez.
La muerte de Ramón Bayeu en 1793 va a ser para Francisco un verdadero trauma, que le hace caer en una crisis anímica, incrementada al año siguiente por las molestias de su enfermedad. Una compensación espíritual le vendrá con el encargo de decorar el techo del dormitorio del rey en el palacio real; a su vez, vuelve a las clases de la Academia, buscando esa compensación espíritual en sus alumnos. Pero su salud se va debilitando rápidamente. Aún, poco antes de morir, el 19-VI-1795, recibe su última distinción, el nombramiento de director general de la Academia de San Fernando. Apenas disfrutó del cargo, pues moría en Madrid en agosto.
Francisco Bayeu, aparte de un gran decorador, fue también un destacado retratista, como ponen de manifiesto sus retratos de doña Paula Melzi, en el Museo de Huesca, de claro gusto neoclásico; sus dos autorretratos; o los retratos de su hija Feliciana de los museos del Prado y de Zaragoza, y de su esposa Sebastiana, del Museo de Zaragoza, éstos realizados con gran soltura de pincelada. Asimismo, realizó cartones para tapices y, ante todo, fue un extraordinario dibujante, como ponen de manifiesto sus numerosos dibujos de la Biblioteca Nacional y del Prado. Todas estas facetas pictóricas, perfectamente complementadas, hacen de Francisco Bayeu, excepción hecha de Goya, el pintor español más destacado del siglo XVIII.
• Ramón Bayeu y Subías (Zaragoza, 1746 - Aranjuez, 2-III-1793). Se formó artísticamente bajo la dirección de su hermano Francisco. En 1764, a sus dieciocho años, marcha a Madrid llamado por su hermano, ingresa en la Academia de San Fernando, y consigue al año siguiente que Mengs lo acepte para realizar cartones para tapices en la Real Fábrica de Santa Bárbara. En 1766 obtiene el primer premio de pintura de la Academia de San Fernando, al que también concursó, aunque sin éxito, Goya. Ramón, a la vez que perfecciona su estilo con su hermano Francisco, se convierte en su inseparable colaborador en los frescos para el palacio real y El Pardo. Para la capilla real realizará el lienzo del altar mayor, representando a San Miguel triunfando sobre los ángeles malos, cuya composición toma del mismo tema de Luca Giordano. Pinta El Triunfo de la Santa Cruz en la batalla de las Navas para el altar mayor de la iglesia de Santa Cruz de Zaragoza, y en 1780-1 está pintando en el Pilar, junto a Francisco Bayeu y Goya. Ramón pinta tres cúpulas, con los temas de Reina de las Vírgenes, Reina de los Patriarcas y Reina de los Confesores, con sus correspondientes pechinas; en ellas denota el influjo neoclásico de Mengs, pero a través de su hermano.
En 1786, junto con Goya, es nombrado pintor de diseños para los tapices de la Real Fábrica. Ramón será un artista muy vinculado a dicha empresa real, para la que realizará gran número de cartones, y es, precisamente, en las típicas escenas madrileñas plasmadas en éstos, como El majo de la guitarra, El choricero o Baile a orillas del Manzanares, donde nos encontramos con una espontaneidad y populismo, llenos de virtuosismo a la vez, que están dentro de la mejor producción del artista. Desarrolla mucho la pintura religiosa, para las catedrales de Toledo, Segovia y Sevilla, para Santa Ana de Valladolid, o para la iglesia de Valdemoro (Madrid), sin olvidar en ningún momento la producción para su tierra, donde deja obras en las iglesias de Puebla de Híjar, Binaceite (desparecidas), Urrea de Gaén, San Gil de Zaragoza, a más de una serie de lienzos religiosos hoy localizados en el Museo de Zaragoza o en colecciones particulares.
Pero otra de sus grandes facetas será la de magnífico grabador, unos grabados inspirados en Ribera, Guercino, su hermano Francisco, y otros de propia creación, localizados hoy en la Calcografía Nacional. En 1791, tras constantes peticiones, es nombrado pintor de cámara del rey. Pero la muerte, tras rápida enfermedad, le llegará en Aranjuez en 1793. Aunque no alcanzó las cotas artísticas de su hermano Francisco, y mucho menos las de su cuñado Goya, fue un artista de buena y destacada ejecución.
• Fray Manuel Bayeu y Subías (Zaragoza, 1740 - Cartuja de Las Fuentes, Lanaja, H., 1809). Hermano de los anteriores, tras recibir estudios escolásticos como ellos y formarse como pintor en Zaragoza, en 1757 entró en religión en la cartuja de Aula Dei. Pasó luego a la cartuja de Las Fuentes, junto a Lanaja, donde, llevado por su indudable afición a los pinceles, comenzó, como complemento de su vida espíritual, a pintar temas religiosos.
Fray Manuel nunca abandonará su primera formación barroca: se mantendrá, posiblemente por lo estricto de su regla, al margen de las nuevas corrientes pictóricas, rococó y neoclasicista. Ello le hará descuidar un tanto el dibujo, utilizar los colores preferidos de la pintura barroca aprendida, aunque más crudos, y realizar sus obras de forma un tanto apresurada, manera de trabajar que le censuraría su amigo Jovellanos. Pintó para su cartuja de Las Fuentes diecisiete lienzos sobre la vida de San Bruno (hoy en el Colegio de Santiago de Huesca); decoró al fresco el presbiterio de la catedral de Jaca; pintó una serie de retratos de abadesas en los muros del salón del trono del monasterio de Sijena desaparecidos en 1936; decoró con siete lienzos la sacristía de la iglesia de San Gil en Zaragoza; y hacia 1800 realizó dos grandes cuadros, San Hugo rechazando la tiara pontificia y Santa Rosa, para la iglesia de San Fernando de Zaragoza, tal vez sus obras más logradas.
A mediados de 1806, a requerimiento de la Orden, pasará a la cartuja mallorquina de Valldemosa para decorar con frescos su iglesia (1806-7). Allí establecerá amistad y correspondencia con Jovellanos, que por entonces se hallaba preso en el castillo de Bellver, y que se convertirá en crítico directo y amigable de su obra. Reintegrado a fines de 1807 a su cartuja de Las Fuentes, fallecerá en ella en 1809.
• Bibliog.:
Morales y Marín, J. L.: Los Bayeu; Instituto Camón Aznar, Zaragoza, 1979.
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