Nació
en Clermont-Ferrand el 19 de Junio de 1623; murió en París el 19 de
Agosto de 1662. Era hijo de Esteban Pascal, letrado de la corte de Aids
de Clermont, y de Antonia Bégon (Blaise Pascal quedó huérfano de madre a
los tres años N.T.)
Su padre, hombre de fortuna, marchó con sus hijos (1631) a vivir a
París. Él enseñó a su hijo gramática, latín, español y matemáticas, todo
ello según un método original. Blaise compuso a los doce años un
tratado sobre la transmisión del sonido y a los dieciséis un tratado
sobre las secciones cónicas. En 1639 marchó a Rouen con su padre, que
había sido nombrado intendente de Normandía, y, para ayudar a su padre
en sus cálculos, inventó la máquina aritmética.
Reprodujo los experimentos de Torricelli sobre el vacío y demostró,
frente a Père Noël, el peso del aire (cf. Mathiew, "Revue de Paris",
1906; Abel Lefranc "Revue Bleue", 1906; Strowski, "Pascal", Paris,
1908).
Publicó obras sobre el triángulo aritmético, sobre apuestas y teoría de probabilidades, y sobre la rueda dentada o cicloide.
Entretanto,
en 1646, fue ganado para el Jansenismo e indujo a su familia,
especialmente a su hermana Jacqueline, a seguirlo. En 1650, tras una
estancia en Auvergne, su familia regresó a París. Por consejo de los
médicos Pascal, que siempre había sido enfermizo y ahora padecía más que
nunca, mitigó sus trabajos y entró en sociedad entablando amistad con
personajes como el Duque de Roannez, el Caballero Mere, el poeta
Desbarreaux y el actor Milton.
Este
es conocido como el periodo mundano de su vida, durante el que pudo
escribir el "Discurso sobre las pasiones del amor", inspirado, al
parecer, en Mlle de Roannez. Pero el mundo le desagradó pronto y se
sintió cada vez más inclinado a abandonarlo.
Durante
la noche del 23 de Noviembre de 1654 sus dudas se solucionaron por una
especie de visión, como muestra en un escrito que llevó en lo sucesivo
en el forro de su abrigo y que se conoce como el "talismán de Pascal". A
continuación practicó el ascetismo más severo, renunció a aprender y se
hizo asiduo de Port Royal.
En 1656 se comprometió en la defensa del Jansenismo y publicó las "Provinciales".
Éste polémico trabajo estaba casi terminado cuando Pascal experimentó
la alegría de ver a sus amigos, el Duque de Roannez y el jurisconsulto
Domat, convertirse al Jansenismo, al igual que su sobrina Marguerite
Perier, que había sido curada de una fístula en el ojo por contacto con
una reliquia de la Sagrada Corona de Espinas conservada en Port Royal.
Desde entonces, aunque agotado por la enfermedad, Pascal se entregó cada
vez más a Dios. Multiplicó sus mortificaciones, llevó un cinturón de
púas que le inculcó el mayor desprecio de la vanidad y para parecerse
más a Jesús crucificado abandonó su propia casa y fue a morir a la de su
cuñado. Escribió el "Misterio de Jesús", memorial sublime de sus
transportes de fe y amor, y se ocupó en reunir materiales para una gran
obra apologética. Murió a la edad de treinta y nueve años después de
recibir en un éxtasis de alegría el Sagrado Viático, que había
solicitado varias veces, exclamando medio incorporado en su lecho: "Dios
nunca me abandone!"
Pascal
dejó numerosas obras científicas entre las que se debe mencionar "Essai
sur les coniques" (1640); "Avis à ceux qui verront la machine
arithmétique" (1645); "Récit de la grande expérience de l'équilibre des
liqueurs" (1648); "Traité du triangle arithmétique" (1654).
Se
muestra como decidido defensor del método experimental, en oposición al
método matemático y mecánico de Descartes. En su "Traité sur la vide", a
menudo reimpreso como "Pensées" bajo el título "De l'autorité en
matière de philosophie", Pascal plantea claramente la pregunta sobre el
progreso, a la que responde audaz pero prudentemente en "L'esprit
géometrique", donde distingue con lucidez entre la mente geométrica y la
mente penetrante, y establece las bases del arte de la persuasión.
Respecto a su autoría del "Discours sur les passions de l'amour", este
ensayo contiene al menos ciertas teorías familiares al autor de los
"Pensées" por lo que atañe al papel de la intuición en el sentimiento y
en la estética, y el estilo de su mayor parte se asemeja al de Pascal.
El "Entretien avec M. de Saci sur Epictète et Montaigne" da la clave de
los "Pensées"; la psicología sirve como fundamento y criterio a la
apologética, diversas filosofías resuelven el problema solo en un
aspecto, y únicamente el Cristianismo depara la solución completa.
Pero las dos obras maestras de Pascal son las "Provinciales" y los
"Pensées". Un accidente fue la ocasión de las "Provinciales". Al Duque
de Liancourt, amigo de Port Royal, le rechazó la absolución el cura de
Saint Sulpice, Antoine Arnauld escribió dos cartas que fueron censuradas
por la Sorbona. Él intentó apelar al público en un folleto que remitió a
sus amigos, pero éstos lo encontraron demasiado denso y teológico.
Entonces dijo a Pascal: "Tú, que eres joven, debes hacer algo". Al día
siguiente (23 de Enero, 1656) Pascal llevó la primera "Provinciale".
Desde Enero de 1656 a Marzo de 1657 siguieron las diecinueve "Petites
lettres", la última inacabada. Aparecieron bajo el pseudónimo de Louis
de Montalte y fueron publicadas en Colonia, en 1657, como "Les
Provinciales, ou Lettres écrites par Louis de Montalte à un provincial
de ses amis et au RR. PP. Jesuites sur le sujet de la morale et de la
politique de ces pères". Las cuatro primeras tratan sobre la cuestión
dogmática que es base del Jansenismo sobre la armonía entre gracia y
libertad humana. Pascal responde en la práctica, si no en teoría,
negando suficiente gracia y libertad. Las cartas decimoséptima y
decimooctava atienden las mismas cuestiones pero muy mitigadas. De la
cuarta a la dieciséisava Pascal censura el código moral de los jesuitas,
o mejor su casuística, describiendo primero un jesuita naîf que, por
simple vanidad, le revela los pretendidos secretos del sistema
jesuítico, y después con invectivas directas contra los jesuitas mismos.
Las más famosas son la cuarta, sobre los pecados de ignorancia, y la
décimotercera, sobre el homicidio.
Toda la vida de Pascal, así como sus declaraciones en el lecho de muerte, dan testimonio de su propósito de que esta obra fuera provechosa. Su buena fe está fuera de toda duda, pero algunos de sus métodos son más cuestionables. Sin alterar nunca gravemente las citas casuísticas, de lo que ha sido a veces acusado erróneamente, sí las adapta un poco en falso, simplifica excesivamente cuestiones complicadas, y, al exponer las soluciones de la casuística se interfieren sus propios prejuicios. Pero el más grave reproche en su contra es, primero, que censuró injustamente a la Sociedad de Jesús, atacándola exclusivamente a ella, atribuyéndola un afán de reducir el ideal Cristiano y de suavizar la moral en aras de su política; segundo, que desacreditó a la misma casuística al negarse a reconocer su legitimidad, o su necesidad en ciertos casos, de modo que no solamente los Jesuitas, sino que la religión misma sufrió en la contienda, lo cual contribuyó a una condena precipitada de la Iglesia de algunas teorías laxas. Y, sin desearlo o incluso saberlo, Pascal proporcionó argumentos por una parte a los incrédulos y adversarios de la de la Iglesia, y por otra a los partidarios de una moralidad independiente. En cuanto a su forma literaria, las "Provinciales" son históricamente la primera prosa maestra de la lengua francesa, con su humor satírico y apasionada elocuencia.
Los "Pensées" o "Pensamientos" son una obra inacabada. Desde su conversión al Jansenismo, Pascal abrigó el proyecto de escribir una apología de la Religión Cristiana que el incesante aumento de libertinos hacía tan necesaria. Había elaborado el esquema y, a ratos, durante su enfermedad tomó notas, fragmentos y meditaciones para su libro. En 1670 Port Royal publicó una edición incompleta. Condorcet, por consejo de Voltaire, procuró relacionar a Pascal en 1776 con la filosofía mediante una edición escogida, a la que se opuso la de Abbe Bossuet (1779). Tras un famoso informe de Cousin sobre el manuscrito de los "Pensamientos" (1842), Faugère publicó la primera edición crítica (1844), seguida desde entonces de muchas otras, siendo la mejor indudablemente la de Michaut (Basle, 1896), que reproduce el original MS. puro y simple. El programa de Pascal nunca podrá determinarse, a pesar de la información facilitada por Port Royal y por su hermana. Es cierto que su método apologético debió ser a la vez riguroso y original; sin duda hizo uso de las pruebas tradicionales - señaladamente, el argumento histórico de las profecías y milagros. Pero contra los adversarios que no admitían la certeza histórica, fue un rasgo de genio producir un argumento enteramente psicológico y, comenzando con el estudio del alma humana, llegar a Dios. El hombre es un "monstruo incomprensible", dice, "príncipe de grandeza y miseria a un mismo tiempo." Ni el dogmatismo ni el pirronismo solucionarán el enigma: uno explica la grandeza del hombre, el otro su miseria; pero ambos no los explica ninguno. Nosotros debemos escuchar a Dios. Sólo el Cristianismo, con su doctrina de la Caída y la Encarnación, da la clave del misterio. Por esto, el Cristianismo es la verdad. De este modo se comprende a Dios y es sentido por el corazón - el cual "tiene razones que la razón no conoce", y que, en medio de la confusión de las otras facultades, nunca yerra - faltando que queramos ir a Él por medio de las obras de la fe, incluso antes de tener fe.
Otro curioso argumento de Pascal es el conocido como el del apostador. Dios existe o no existe, y si debemos necesariamente apostar a favor o en contra de Él:
Si apuesto a favor y Dios es -- ganancia infinita;
Si apuesto a favor y Dios no es -- ninguna pérdida.
Si apuesto en contra y Dios es - pérdida infinita;
Si apuesto en contra y Dios no es - ni pérdida ni ganancia.
En el segundo caso existe una hipótesis en que me expongo a perderlo todo. En consecuencia, el sentido común me aconseja apostar por la que me asegura ganarlo todo o no perder nada, en el peor caso. A Pascal se le dedicaron innumerables obras durante la segunda mitad del siglo XIX. Poetas, críticos, novelistas, teólogos y filósofos se han inspirado en él o le han tomado como tema de exposición. Como ha dicho M. Bourget, Pascal no es únicamente uno de los príncipes del estilo, sino que representa el alma religiosa en su aspecto más trágico y aterrorizado. Además, los problemas que presenta son precisamente los mismos con los que nos enfrentamos hoy día.
SAINT-BEUVE, Port-Royal, I, II, III (Paris, 1880); VINET, Etude sur Blaise Pascal (Paris, 1848); SULLY-PRUDHOMME, La vraie religion selon Pascal (Paris, 1909); BRUNETIERE, Etudes critiques, ser. 1, 3, 4; Hist. et literature, II (Paris, 1880-1903); MICHAUT, Les époques de la pensée de Pascal (Paris, 1897); GIRAUD, Pascal; l'homme, l'oeuvre, l'influence (Paris, 1905); BOUTROUX in Coll.. des grands écrivains francais (Paris, 1900); STROWSKI, Pascal et son temps (Paris, 1909); (especially important); TAYLOR, Pascal's Thoughts on Religion and Philosophy (London, 1804); JANNESS, La philosophie et l'apologétique de P. (Louvain, 1896)
J. LATASTE Transcrito por Rev. Richard Giroux
Selección de imágenes: José Gálvez Krüger
Traducido por Miguel Villoria de Dios
Toda la vida de Pascal, así como sus declaraciones en el lecho de muerte, dan testimonio de su propósito de que esta obra fuera provechosa. Su buena fe está fuera de toda duda, pero algunos de sus métodos son más cuestionables. Sin alterar nunca gravemente las citas casuísticas, de lo que ha sido a veces acusado erróneamente, sí las adapta un poco en falso, simplifica excesivamente cuestiones complicadas, y, al exponer las soluciones de la casuística se interfieren sus propios prejuicios. Pero el más grave reproche en su contra es, primero, que censuró injustamente a la Sociedad de Jesús, atacándola exclusivamente a ella, atribuyéndola un afán de reducir el ideal Cristiano y de suavizar la moral en aras de su política; segundo, que desacreditó a la misma casuística al negarse a reconocer su legitimidad, o su necesidad en ciertos casos, de modo que no solamente los Jesuitas, sino que la religión misma sufrió en la contienda, lo cual contribuyó a una condena precipitada de la Iglesia de algunas teorías laxas. Y, sin desearlo o incluso saberlo, Pascal proporcionó argumentos por una parte a los incrédulos y adversarios de la de la Iglesia, y por otra a los partidarios de una moralidad independiente. En cuanto a su forma literaria, las "Provinciales" son históricamente la primera prosa maestra de la lengua francesa, con su humor satírico y apasionada elocuencia.
Los "Pensées" o "Pensamientos" son una obra inacabada. Desde su conversión al Jansenismo, Pascal abrigó el proyecto de escribir una apología de la Religión Cristiana que el incesante aumento de libertinos hacía tan necesaria. Había elaborado el esquema y, a ratos, durante su enfermedad tomó notas, fragmentos y meditaciones para su libro. En 1670 Port Royal publicó una edición incompleta. Condorcet, por consejo de Voltaire, procuró relacionar a Pascal en 1776 con la filosofía mediante una edición escogida, a la que se opuso la de Abbe Bossuet (1779). Tras un famoso informe de Cousin sobre el manuscrito de los "Pensamientos" (1842), Faugère publicó la primera edición crítica (1844), seguida desde entonces de muchas otras, siendo la mejor indudablemente la de Michaut (Basle, 1896), que reproduce el original MS. puro y simple. El programa de Pascal nunca podrá determinarse, a pesar de la información facilitada por Port Royal y por su hermana. Es cierto que su método apologético debió ser a la vez riguroso y original; sin duda hizo uso de las pruebas tradicionales - señaladamente, el argumento histórico de las profecías y milagros. Pero contra los adversarios que no admitían la certeza histórica, fue un rasgo de genio producir un argumento enteramente psicológico y, comenzando con el estudio del alma humana, llegar a Dios. El hombre es un "monstruo incomprensible", dice, "príncipe de grandeza y miseria a un mismo tiempo." Ni el dogmatismo ni el pirronismo solucionarán el enigma: uno explica la grandeza del hombre, el otro su miseria; pero ambos no los explica ninguno. Nosotros debemos escuchar a Dios. Sólo el Cristianismo, con su doctrina de la Caída y la Encarnación, da la clave del misterio. Por esto, el Cristianismo es la verdad. De este modo se comprende a Dios y es sentido por el corazón - el cual "tiene razones que la razón no conoce", y que, en medio de la confusión de las otras facultades, nunca yerra - faltando que queramos ir a Él por medio de las obras de la fe, incluso antes de tener fe.
Otro curioso argumento de Pascal es el conocido como el del apostador. Dios existe o no existe, y si debemos necesariamente apostar a favor o en contra de Él:
Si apuesto a favor y Dios es -- ganancia infinita;
Si apuesto a favor y Dios no es -- ninguna pérdida.
Si apuesto en contra y Dios es - pérdida infinita;
Si apuesto en contra y Dios no es - ni pérdida ni ganancia.
En el segundo caso existe una hipótesis en que me expongo a perderlo todo. En consecuencia, el sentido común me aconseja apostar por la que me asegura ganarlo todo o no perder nada, en el peor caso. A Pascal se le dedicaron innumerables obras durante la segunda mitad del siglo XIX. Poetas, críticos, novelistas, teólogos y filósofos se han inspirado en él o le han tomado como tema de exposición. Como ha dicho M. Bourget, Pascal no es únicamente uno de los príncipes del estilo, sino que representa el alma religiosa en su aspecto más trágico y aterrorizado. Además, los problemas que presenta son precisamente los mismos con los que nos enfrentamos hoy día.
SAINT-BEUVE, Port-Royal, I, II, III (Paris, 1880); VINET, Etude sur Blaise Pascal (Paris, 1848); SULLY-PRUDHOMME, La vraie religion selon Pascal (Paris, 1909); BRUNETIERE, Etudes critiques, ser. 1, 3, 4; Hist. et literature, II (Paris, 1880-1903); MICHAUT, Les époques de la pensée de Pascal (Paris, 1897); GIRAUD, Pascal; l'homme, l'oeuvre, l'influence (Paris, 1905); BOUTROUX in Coll.. des grands écrivains francais (Paris, 1900); STROWSKI, Pascal et son temps (Paris, 1909); (especially important); TAYLOR, Pascal's Thoughts on Religion and Philosophy (London, 1804); JANNESS, La philosophie et l'apologétique de P. (Louvain, 1896)
J. LATASTE Transcrito por Rev. Richard Giroux
Selección de imágenes: José Gálvez Krüger
Traducido por Miguel Villoria de Dios
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Lunes, 3 de marzo de 2014
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