Adivinación por medio de las llaves del río y de la ancora, se dicen que se emplean para descubrir el autor de un robo o de un asesinato.
Se enroscabas alrededor de una llave, un billete que contenía el nombre de la persona sospechosa, y se colocaba esta en una Biblia que una joven virgen tenía en la mano, el adivino murmuraba en voz baja el nombre de las personas sospechosas y veías que el papel se desenroscaba y se movía sensiblemente.
Se adivinaba también de otro forma:
Se pega fuerte una llave en la primera hoja del evangelio de san Juan: “In Principio Erat Verbun”, se cierra el libro y se ata fuertemente con una cuerda, de modo que el anillo de la llave sobresalga hacia afuera, la persona que quiere por este medio descubrir algún secreto pone el dedo en el anillo y pronuncia en voz baja el nombre del que se sospecha, si este es inocente la llave permanecerá inmóvil, pero si es culpable rueda con tal violencia que rompe la cuerda que ata el libro.
Los cosacos y los rusos empleaban frecuentemente esta adivinación sobre todo para descubrir tesoros y estaban convencidos que donde los había, las llave daba una vuelta.
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