miércoles, 25 de noviembre de 2015

Martín de Porres

San Martín de Porres O.P.
San Martin de Porres huaycan.jpg
Verdadera imagen de Fray Martín de Porres, pintura del Monasterio de Santa Rosa de las Monjas de Lima.
Nombre Martín de Porres
Nacimiento 9 de diciembre de 1579
Lima, Virreinato del Perú, Flag of Cross of Burgundy.svg
Fallecimiento 3 de noviembre de 1639 (59 años)
Lima, Virreinato del Perú, Flag of Cross of Burgundy.svg
Venerado en Iglesia Católica e Iglesia anglicana.
Beatificación 1837 por Gregorio XVI
Canonización 6 de mayo de 1962 por Juan XXIII
Principal Santuario Convento de Santo Domingo - Lima, Perú
Festividad 3 de noviembre
Atributos Escoba, pan, gato, perro, Ratón, Crucifijo y paloma
Patronazgo Véase Patronazgos
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San Martín de Porres Velázquez O.P. o San Martín de Porras Velázquez O.P. (Lima, 9 de diciembre de 15793 de noviembre de 1639) fue un fraile peruano de la orden de los dominicos. Es el primer santo mulato de América.1 Conocido también como "el santo de la escoba" por ser representado con una escoba en la mano como símbolo de su humildad.

Índice

Biografía

Infancia

Martín de Porres o Porras2 1 fue hijo de un hidalgo burgalés, caballero de la Orden de Alcántara, Juan de Porres (según algunos documentos, el apellido original fue Porras) natural de la ciudad de Burgos, y de una negra liberta (horra), Ana Velázquez, natural de Panamá que residía en Lima.
Su padre no podía casarse con una mujer de su condición, porque era muy pobre, lo que no impidió su amancebamiento con Ana Velázquez. Fruto de esta relación nació Martín y, dos años después, Juana, su única hermana. Martín de Porres fue bautizado el 9 de diciembre de 1579 en la Iglesia de San Sebastián en Lima.
Fachada de la casa donde naciera San Martín de Porres, actualmente sede de la casa Hogar que lleva su nombre y en donde se realizan actividades de bien social.
Ana Velázquez dio cuidadosa educación cristiana a sus dos hijos. Juan de Porres estaba destinado en Guayaquil, y desde ahí les proveía de sustento. Viendo la situación precaria en que iban creciendo, sin padre ni maestros, decidió reconocerlos como hijos suyos ante la ley. En su infancia y temprana adolescencia sufrió la pobreza y limitaciones propias de la comunidad de raza negra en que vivió.1

Vida religiosa

Se formó como auxiliar práctico, barbero y herbolista.1 En 1594, a la edad de quince años, y por la invitación de Fray Juan de Lorenzana, famoso dominico, teólogo y hombre de virtudes, entró en la Orden de Santo Domingo de Guzmán bajo la categoría de "donado", es decir, como terciario por ser hijo ilegítimo (recibía alojamiento y se ocupaba en muchos trabajos como criado). Así vivió 9 años, practicando los oficios más humildes. Fue admitido como hermano de la orden en 1603. Perseveró en su vocación a pesar de la oposición de su padre, y en 1606 se convirtió en fraile profesando los votos de pobreza, castidad y obediencia.
De todas las virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el Convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la necesidad de vender algunos objetos valiosos, ante esto, Martín de Porres se ofreció a ser vendido como esclavo para ayudar a remediar la crisis, el Prior conmovido, rechazó su ayuda.
Ejerció constantemente su vocación pastoral y misionera; enseñaba la doctrina cristiana y fe de Jesucristo a los negros e indios y gente rústica que asistían a escucharlo en calles y en las haciendas cercanas a las propiedades de la Orden ubicadas en Limatambo. La situación de pobreza y abandono moral que estos padecían le preocupaban; es así que con la ayuda de varios ricos de la ciudad - entre ellos el virrey Conde de Chinchón, que en propia mano le entregaba cada mes no menos de cien pesos - fundó el Asilo y Escuela de Santa Cruz para reunir a todos los vagos, huérfanos y limosneros y ayudarles a salir de su penosa situación.
Martín siempre aspiró a realizar vocación misionera en países alejados. Con frecuencia lo oyeron hablar de Filipinas, China y especialmente de Japón, país que alguna vez manifestó conocer.
El futuro santo fue frugal, abstinente y vegetariano. Dormía sólo dos o tres horas, mayormente por las tardes. Usó siempre un simple hábito de cordellate blanco con una capa larga de color negro. Alguna vez que el Prior lo obligó a recibir un hábito nuevo y otro fraile lo felicitó risueño, Martín, le respondió: “pues con éste me han de enterrar” y efectivamente, así fue.3

Ideal de santidad

Altar dedicado a San Martín de Porres levantado en el lugar donde estuvo su celda - Convento Santo Domingo, Lima.
Martín fue seguidor de los modelos de santidad de Santo Domingo de Guzmán, San José, Santa Catalina de Siena y San Vicente Ferrer. Sin embargo, a pesar de su encendido fervor y devoción, no desarrolló una línea de misticismo propia.
"Glorificación de San Martín de Porras" del artista italiano Fausto Conti encargada por el papa Juan XXIII para la canonización en San Pedro de Roma. Se encuentra actualmente en la basílica del Santísimo Rosario, en el convento de Santo Domingo de Lima, Perú
Martín de Porres fue confidente de san Juan Macías fraile dominico, con el cual forjó una entrañable amistad. Se sabe que también conoció a Santa Rosa de Lima, terciaria dominica, y que se trataron algunas veces, pero no se tienen detalles históricamente comprobados de estas entrevistas.
La personalidad carismática de Martín hizo que fuera buscado por personas de todos los estratos sociales, altos dignatarios de la Iglesia y del Gobierno, gente sencilla, ricos y pobres, todos tenían en Martín alivio a sus necesidades espirituales, físicas ó materiales. Su entera disposición y su ayuda incondicional al prójimo propició que fuera visto como un hombre santo.
Aunque él trataba de ocultarse, la fama de santo crecía día por día. Fueron varias las familias en Lima que recibieron ayuda de Martín de Porres de alguna forma u otra. También, muchos enfermos lo primero que pedían cuando se sentían graves era: "Que venga el santo hermano Martín". Y él nunca negaba un favor a quien podía hacerlo.

Milagros atribuidos

Imagen de San Martín de Porres de Barranco
Pintura anónima de San Martín de Porres.
Las historias de sus milagros son muchas y sorprendentes, estas fueron recogidas como testimonios jurados en los Procesos diocesano (1660-1664) y apostólico (1679-1686), abiertos para promover su beatificación. Buena parte de estos testimonios proceden de los mismos religiosos dominicos que convivieron con él, pero también los hay de otras muchas personas, pues Martín de Porres trató con gentes de todas las clases sociales.
Se le atribuye el don de la bilocación. Sin salir de Lima, se dice que fue visto en México, en África, en China y en Japón, animando a los misioneros que se encontraban en dificultad o curando enfermos. Mientras permanecía encerrado en su celda, lo vieron llegar junto a la cama de ciertos moribundos a consolarlos o curarlos. Muchos lo vieron entrar y salir de recintos estando las puertas cerradas. En ocasiones salía del convento a atender a un enfermo grave, y volvía luego a entrar sin tener llave de la puerta y sin que nadie le abriera. Preguntado cómo lo hacía, respondía: "Yo tengo mis modos de entrar y salir".
Se le reputó control sobre la naturaleza, las plantas que sembraba germinaban antes de tiempo y toda clase de animales atendían a sus mandatos. Uno de los episodios más conocidos de su vida es que hacía comer del mismo plato a un perro, un ratón y un gato en completa armonía.
Se le atribuyó también el don de la sanación, de los cuales quedan muchos testimonios, siendo los más extraordinarios la curación de enfermos desahuciados. "Yo te curo, Dios te sana" era la frase que solía decir para evitar muestras de veneración a su persona. Según los testimonios de la época, a veces se trataba de curaciones instantáneas, en otras bastaba tan solo su presencia para que el enfermo desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperación. Normalmente los remedios por él dispuestos eran los indicados para el caso, pero en otras ocasiones, cuando no disponía de ellos, acudía a medios inverosímiles con iguales resultados. Con unas vendas y vino tibio sanó a un niño que se había partido las dos piernas, o aplicando un trozo de suela al brazo de un donado zapatero lo curó de una grave infección.
Muchos testimonios afirmaron que cuando oraba con mucha devoción, levitaba y no veía ni escuchaba a la gente. A veces el mismo Virrey que iba a consultarle (aún siendo Martín de pocos estudios) tenía que aguardar un buen rato en la puerta de su habitación, esperando a que terminara su éxtasis.
Otra de las facultades atribuidas fue la videncia. Solía presentarse ante los pobres y enfermos llevándoles determinadas viandas, medicinas u objetos que no habían solicitado pero que eran secretamente deseadas o necesitadas por ellos. Se contó además entre otros hechos, que Juana, su hermana, habiendo sustraído a escondidas una suma de dinero a su esposo se encontró con Martín, el cual inmediatamente le llamó la atención por lo que había hecho. También se le atribuyó facultades para predecir la vida propia y ajena, incluido el momento de la muerte.
De los relatos que se guardan de sus milagros, parece deducirse que Martín de Porres no les daba mayor importancia. A veces, incluso, al imponer silencio acerca de ellos, solía hacerlo con joviales bromas, llenas de donaire y humildad. En la vida de Martín de Porres los milagros parecían obras naturales.
Se dice que en algunos momentos de su vida, tuvo que lidiar con el diablo; especialmente en el día de su muerte, donde presuntamente el diablo terminó siendo vencido.4
Al morir, la casa donde se encontraba su cuerpo se llenó de un buen aroma, según el testimonio de quienes presenciaron su muerte.5

Su muerte

Casi a la edad de sesenta años, Martín de Porres cae enfermo y anuncia que ha llegado la hora de encontrarse con el Señor. La noticia causó profunda conmoción en la ciudad de Lima. Tal era la veneración hacia este mulato, que el Virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, Conde de Chinchón, fue a besarle la mano cuando se encontraba en su lecho de muerte pidiéndole que velara por él desde el cielo.
Martín solicitó a los dolidos religiosos que entonaran en voz alta el Credo y mientras lo hacían, falleció. Eran las 9 de la noche del 3 de noviembre de 1639 en la Ciudad de los Reyes, capital del Virreinato del Perú. Toda la ciudad le dio el último adiós en forma multitudinaria donde se mezclaron gente de todas las clases sociales. Altas autoridades civiles y eclesiásticas lo llevaron en hombros hasta la cripta, doblaron las campanas en su nombre y la devoción popular se mostró tan excesiva que las autoridades se vieron obligadas a realizar un rápido entierro.
En la actualidad sus restos descansan en la Basílica y Convento de Santo Domingo en Lima, (Perú) junto a los restos de santa Rosa de Lima y san Juan Macías en el denominado "Altar de los Santos Peruanos".

Beatificación y canonización

En 1660 el arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, inició la recolección de declaraciones de las virtudes y milagros de Martín de Porres para promover su beatificación, pero a pesar de su biografía ejemplar y de haberse convertido en devoción fundamental de mulatos, indios y negros, la sociedad colonial no lo llevaría a los altares. Su proceso de beatificación hubo de durar hasta 1837 cuando fue beatificado por el Papa Gregorio XVI, franqueando las barreras de una anticuada y prejuiciosa mentalidad.
El Papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por Martín de Porres, lo canoniza en la Ciudad del Vaticano el 6 de mayo de 1962 ante una multitud de cuarenta mil personas procedentes de varias partes del mundo nombrándolo "Santo Patrono de la Justicia Social", exaltando sus virtudes con las siguientes palabras: "Martín excusaba las faltas de otro. Perdonó las más amargas injurias, convencido de que el merecía mayores castigos por sus pecados. Procuró de todo corazón animar a los acomplejados por las propias culpas, confortó a los enfermos, proveía de ropas, alimentos y medicinas a los pobres, ayudó a campesinos, a negros y mulatos tenidos entonces como esclavos. La gente le llama ‘Martín, el bueno’."
La proclamación de Martín de Porres como santo fue sustentada por las milagrosas curaciones que ocurrieron a una anciana gravemente enferma en Asunción (Paraguay) en 1948 y a un niño con una pierna a punto de ser amputada por la gangrena en Tenerife (España) en 1956.6 7
Su festividad en el santoral católico se celebra el 3 de noviembre, fecha de su fallecimiento. En diversas ciudades del Perú se efectúan fiestas patronales en su nombre y procesiones de su imagen ese día, siendo la procesión principal la que parte de la Iglesia de Santo Domingo en Lima, lugar donde descansan sus restos mortales.

Martín de Porres en el Cine y la televisión

-La primera película sobre la vida de San Martín, fue "Fray Escoba", película española de 1961, del director Ramón Torrado y protagonizada por el recordado actor René Muñoz.
-También Valentin Pimstein, produce en México "San Martín de Porres (telenovela de 1964)", repitiendo René Muñoz, el papel del santo mulato.
-En 1968, se produce en Brasil la telenovela "O Santo Mestiço", inspirada en la vida de fray Martín, e interpretada por Sérgio Cardoso.
-En el año 1975, nuevamente René Muñoz vuelve a encarnar al santo limeño, en la película méxico-peruana "Un Mulato llamado Martín", dirigida por Tito Davison.8
-En el 2006, Raimundo Calixto, dirige al actor Pedro Telémaco, en "Fray Martín de Porres", película para la televisión.

Patronazgos

Referencias


  • Mariátegui, Javier (1995). «Un santo mulato en la Lima seiscentista: Martín de Porras». Revista Peruana de Epidemiología 8 (2). Consultado el 13 de diciembre de 2014. Reproducido además como: Mariátegui, Javier (2001). «Un santo mulato en la Lima seiscentista: Martín de Porras». Acta Médica Peruana 18: 42–47. Consultado el 13 de diciembre de 2014.

  • Iraburu, J.Mª (2003). «Parte III, Cap. 4 S. Martín de Porres, humilde mulato peruano». En 2003. Hechos de los apóstoles de América (en castellano). Fundación Gratis Date. p. 327. ISBN 978-84-87903-00-7. Consultado el 21 de julio de 2014. ««El 2 de junio de 1603 -dice el acta- hizo donación de sí a este convento para todos los días de su vida el hermano Martín de Porras, mulato, hijo de Juan de Porras, natural de Burgos, y de Ana Velázquez, negra libre; nació en esta ciudad y prometió este día obediencia para toda su vida a los priores y prelados de este convento en manos del P. Fray Alonso de Sea, superior de él, y juntamente hizo votos de castidad y pobreza, porque así fue su voluntad, siendo prior de este convento el R. P. Presentado Fray Agustín de Vega»... Y allí está su firma: «Hermano Martín de Porras», que éste era, según se ve, su apellido real.»

  • de la Cruz, Juan (1960). Proceso de beatificación de fray Martín de Porres. Vol. I. Proceso diocesano, años 1660, 1664, 1671. Secretariado "Martín de Porres". p. 109. «[...] con el dicho venerable hermano fray Martín de Porras, viéndole traía vestido un hábito de cordellate muy basto, dándole por trisca la enhorabuena del traje nuevo, le respondió a este testigo risueño: "Pues con éste me han de enterrar". Y así sucedió como lo dixo.»

  • Historiadora explica cómo San Martín venció al demonio

  • Un Santo Mulato

  • Los milagros que llevaron a los altares a Martín de Porres

  • El niño que hizo santo a Martín de Porres

    1. IMDb. «Un mulato llamado Martín (1975)». Consultado el 21 de mayo de 2015.

    Bibliografía

    Enlaces externos

    Véase también

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