Los diarios la bautizaron "teléfono de los muertos", porque eso buscaba Edison: una máquina que recibiese mensajes del más allá.
El diseño era simple: un micrófono dentro de una caja de madera, junto a una antena y un cono de gran tamaño atravesado por un electrodo y forrado con permanganato de potasio.
"Es razonable deducir que quienes abandonan la Tierra desearían comunicarse con las personas que han dejado aquí", aseguró.
Y sería, precisamente, su propia muerte la que truncase el plan.
Trabajó 15 años en ello.
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