Tres veces al año la sangre
de San Genaro, el santo patrón de Nápoles (Italia), muerto en el año 305 d.c.,
milagrosamente burbujea, espumea y se transforma en un líquido rojo brillante.
El milagro ocurre cuando el Arzobispo de Nápoles acerca un gel rojo oscuro,
contenido en un relicario de cristal, a los restos de la calavera de San Genaro.
En
realidad, la sangre no se licúa hasta que el Arzobispo la agita un poco. La
Iglesia Católica no permite que se analice la sangre milagrosa, pero los científicos pueden mezclar cal y
colorante con un compuesto llamado cloruro férrico para crear una sustancia idéntica
que se licúa al agitarla y se solidifica en reposo. El cloruro férrico
se encuentra con facilidad en el volcán Vesubio,
a 8 kms. de Nápoles.
Hay otros 19 santos
Católicos cuya sangre se licúa. Milagrosamente, son todos
de la zona de Nápoles.
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