Estas fueron las repetidas visitas de los monarcas al santo con distinta suerte.
-
El rey Enrique II y su esposa Juana visitaron en 1381
el sepulcro de San Isidro Labrador. La intención de la reina
era tener una reliquia del santo. Y ocurrió lo siguiente:
En
un principio la reina intento llevarse un brazo de San Isidro pero no
lo consiguió. En el momento que lo tenía le sobrevino un repentino
mal en el cuerpo que la obligo a
dejar el brazo en su sitio.
- Años más
tarde, en 1463 recibió la visita de Enrique
IV y le sorprendió el fragante olor que
desprendía el cuerpo del santo, el llamado
"olor de santidad".
- La reina Isabel la Católica
visito la tumba de Isidro Labrador. En la
visita, una de sus damas quiso apropiarse también de una reliquia del
santo. Disimuladamente al besar el pie al
santo, le dio un mordisco y le arranco un
dedo. Terminada la visita, la comitiva regia salio de
Madrid camino de Toledo. Hubo un momento, en el que los
carruajes tenían que atravesar un rió. Y
todos, uno a uno, fueron cruzandolo hasta llegar al carruaje donde se
viajaba la dama, que no pudo cruzar, ya que los caballos se negaban a
seguir. Ante tal hecho la señora confeso a la reina su robo y se
pregunto si sería aquel el motivo por el que sus caballos no cruzaban el
rio. La reina hizo que devolviera la reliquia y la dama pudo seguir su
camino.
- De el emperador Carlos
v se cuenta que bebió de la fuente milagrosa
del santo y sano de unas fiebres que padecía. Su esposa
la emperatriz Isabel, en agradecimiento al santo
por la curación de su esposo, hizo levantar
una ermita que cobijase esa fuente al otro
lado del manzanares.
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