Indígena guaraní.
La
fragilidad frente al contacto depende de numerosos factores, de tal modo
que no por tratarse de una sociedad con un mayor grado de complejidad
resiste mejor al reto del contacto. Así la sacralización del monarca y
el carácter superior refrendado por la religión de los aristócratas
polinesios se disolvieron con extraordinaria rapidez cuando aparecieron
occidentales que, ponían en duda todo el armazón ideológico en el que se
sustentaba tradicionalmente la desigualdad.
El
contacto ha producido respuestas muy diversas que van desde el rechazo
en forma de huida, como testifica el caso de los tupí-guaraní, o de
reafirmación, como los cultos de cargo melanesios, o muchos movimientos
de revitalización norteamericanos de vuelta a las raíces nativas. Por
otro lado, también se ocasionan sincretismos diversos, de los que
resultan los más conocidos los afro-cristianos, tanto en África como en
el Caribe o Brasil.
Hay que tener en cuenta que el contacto data de las épocas más remotas y ha sido un factor de mutación religiosa innegable. Muchas sociedades, ante un reto específico, tomaban del exterior creencias y formas religiosas que respondían a esas nuevas necesidades. En otros casos resolvían la situación desde el interior, pero esta mutación cultural no solía poner en peligro el sistema social en sí. La situación es distinta cuando desde el exterior se proyecta presión que intenta modificar la ideología y la religión, y que se inserta dentro de un proyecto más ambicioso de control territorial o de aumento de influencia.
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