Se
trata de una de las mujeres más singulares de su época, con una vida
apasionante y excepcional. Fue por dos veces reina, de Francia y de Inglaterra,
amante apasionada y esposa desleal, rica y poderosa, musa de los trovadores y
una mujer liberada en unos momentos en que las mujeres de su rango sólo servían
para matrimonios de conveniencia.
A los
15 años fue entregada en matrimonio al futuro rey Luis VII de Francia, que
contaba con un año más que ella. El novio estaba profundamente enamorado, lo
que no es extrañar porque Leonor poseía muchos encantos físicos, además de ser
la heredera del duque de Aquitania. Belleza y riqueza se aunaban en una mujer
que además, era culta y refinada.
Su
esposo, el rey, dirigió la 11 Cruzada y llevó con él a Leonor, pues no las tenía
todas consigo si la dejaba en Francia. Parece ser que la reina y sus damas
causaron furor en los campamentos cristianos, especialmente cuando salían a
cabalgar con los pechos desnudos mientras los esforzados caballeros que luchaban
por la reconquista de los Santos Lugares quedaban obnubilados ante semejante
espectáculo. Por si esto fuera poco, en Antioquía Leonor coincidió con Raimundo,
que además de ser su tío por parte de padre, era el príncipe de la ciudad. Parece
ser que sus contactos excedieron de lo que podríamos llamar relaciones familiares
y Luis apresuró la marcha hacia Jerusalén. Leonor no quiso seguirle. Aquello
era demasiado, y por una vez, el rey se mostró tajante. La reina no podía abandonarle sin infligir
una ofensa a Francia.
Lo que hubiera de tratarse se haría al final del viaje. En
1149 la pareja real regresó, pasando primero por Roma donde el papa Eugenio III
incluso llegó a casarlos de nuevo. Pero tres años después las infidelidades de
Leonor corrían de boca en boca por toda la corte.
Leonor
tuvo dos hijas con Luis pero ningún varón y ésta fue una de las causas esgrimidas
para solicitar el divorcio, además de cierta consanguinidad. El caso es que en
1152 el matrimonio se anuló y Leonor volvió a sus dominios, mientras tras de sí
tenía una cohorte de pretendientes, deseosos de conseguir a la mujer y a su
dote.
Enrique
Plantagenet fue el afortunado conquistador del corazón de Leonor, aunque los inconvenientes
para este matrimonio eran muchos. Primero estaba la edad de la novia, diez años
mayor que el pretendiente que sólo contaba con 19 años. Después estaba el asunto
de que eran parientes y parecía difícil que pudieran tener descendencia y además
el futuro suegro de Leonor no veía con buenos ojos que su hijo se casase con una mujer que había
sido la esposa de su señor natural, el rey de Francia. Pero Enrique, con el corazón
prendido de las gracias de Leonor hizo caso omiso y el18 de mayo de 1152 se
casaban en Poiters.
Pese a
todas las predicciones Leonor y Enrique engendraron cinco hijos varones y tres hijas.
La pasión de los nuevos esposos se vio recompensada con una prole numerosa, aunque
no le iban a faltar motivos a Enrique durante su vida conyugal para renegar de
Leonor y de los varones de su estirpe. No era la heredera de la Aquitania mujer
a la que se pudiese manejar con facilidad. Segura de sí misma, posiblemente con la seguridad y fortaleza de
su fortuna personal, situada entre las mayores de su tiempo en Europa, utilizó
a sus hijos para reclamar la herencia paterna a edades bien tempranas. El primogénito
Guillermo murió siendo niño y Enrique fue asociado al trono con apenas 15 años.
Ricardo fue siempre el amado y preferido de Leonor ... ¡quién sabe por qué! ya los
13 años su madre le nombró heredero de la Aquitania.
Pero el
destino de aquella mujer que había revolucionado las cortes de Europa, admirada
y cantada por su hermosura, deseada por los hombres en todos los aspectos, se torció
cuando en 1173 apoyó y fomentó la rebelión de los hijos contra su padre. Enrique
desbarató los planes de Leonor y la detuvo cuando huía hacia Francia para
refugiarse junto a su ex marido el rey de Francia, tal vez con la idea de que
no se hubiese apagado la llama del amor que Luis le profesó.
Enrique,
dolido y decepcionado la encerró en el castillo de Chinon, manteniéndola en una
especie de arresto domiciliario si bien no la privó de todo cuanto pudiera
desear.
Pero el
encierro debió ser una tortura para aquella mujer inquieta, acostumbrada a la adoración
y a la pleitesía de tantos admiradores. Poco antes de su muerte y como era habitual
en las viudas reales, Leonor se retiró a una gran abadía que poseía en Fontevraud.
Leonor
tuvo una larga vida, 82 años, un caso excepcional en la época, ¡pero es que en
la heredera más rica del siglo XII todo fue excepcional! Con el paso de los
años llegó a convertirse en una leyenda. Muchos la consideran como una feminista
declarada, otros como una mujer independiente y luchadora ... como un ideal de
belleza y cultura ... El día 31 de marzo de 1204 Leonor abandonó este mundo dejando
tras de sí una estela de seducción.
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