Misionero
jesuita nacido en Conerai, Francia, el 6 de enero de 1642; murió en
Québec en 1730. Entró a la Sociedad de Jesús en 1660, y en octubre de
1662 se embarcó a Canadá. Fue el primer jesuita que se ordenó en esa
tierra, y luego de su ordenación en 1668, se preparó para el trabajo
misionero entre los indios. Primero llegó a Oneida, pero unos pocos
meses más tarde cambió su campo de labores por el de la misión Onondaga.
El jefe onodonganés, Garaconthié, le recibió con muchas muestras de
amistad y a su requerimiento reconstruyó la capilla de Santa María. Tan
exitoso fue su ministerio entre los onondagas, que al arribo de otros
misioneros en 1671, Garnier se enlistó junto al Padre Fermín para el
país de los séneca, donde encontró un puñado de indios cristianos de la
misión Gandachioragou. Inmediatamente comenzó a predicar y a bautizar, y
perseveró en su trabajo aún luego de que su capilla fue destruida por
un fuego que arrasó con toda la villa.
Cuando emergieron los problemas entre los franceses y los sénecas, en 1683, Garnier fue con Lamberville, hacia el gobernador de la Barre; el fin era persuadirlo a fin de llegar a un compromiso y tener moderación. No fue posible, sin embargo, convencerlo de que detuviera su política de represión y de la Barre estableció la previsión de que sacerdotes se aventuraran entre las tribus; lo que duró por más de trece años. Cada misionero fue llamado y Garnier fue enviado a los asentamientos de Lorente y Caughnawaga. Su espíritu aventurero no le dejó tranquilo en este escenario de inactividad; cuando el acceso a los indios fue de nuevo posible, por el tratado de Montreal de 1701, el Padre Garnier se apresuró a regresar a su misión con los sénecas, en donde permaneció hasta 1709. En ese entonces, la expedición de Schuyler le hizo necesario que regresara a Canadá. Su partida marcó el fin del trabajo misionero entre los sénecas, y nuestro sacerdote pasó sus años restantes entre los diversos asentamientos de San Lawrence, retirándose de la vida activa en 1728.
Tanto su extraordinario celo en la realización de su trabajo, como el tiempo en el cual desarrolló sus labores, marcan al Padre Garnier como un Apóstol de los sénecas. Su intimidad con la tribu fue mayor que la que habría desarrollado cualquiera de los jesuitas que habían llegado. Sus cartas y notas son documentos que de manera muy clara representan una fuente de información sobre los iroqueces.
Bibliografía: Campbell, Pioneer Priests of North America (New York, 1908); Jesuit Relations; Handbook of American Ethnology (Washington, 1907).
Fuente: Quinn, Stanley. "Julien Garnier." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/06389a.htm>.
Traducido por Giovanni E. Reyes
Cuando emergieron los problemas entre los franceses y los sénecas, en 1683, Garnier fue con Lamberville, hacia el gobernador de la Barre; el fin era persuadirlo a fin de llegar a un compromiso y tener moderación. No fue posible, sin embargo, convencerlo de que detuviera su política de represión y de la Barre estableció la previsión de que sacerdotes se aventuraran entre las tribus; lo que duró por más de trece años. Cada misionero fue llamado y Garnier fue enviado a los asentamientos de Lorente y Caughnawaga. Su espíritu aventurero no le dejó tranquilo en este escenario de inactividad; cuando el acceso a los indios fue de nuevo posible, por el tratado de Montreal de 1701, el Padre Garnier se apresuró a regresar a su misión con los sénecas, en donde permaneció hasta 1709. En ese entonces, la expedición de Schuyler le hizo necesario que regresara a Canadá. Su partida marcó el fin del trabajo misionero entre los sénecas, y nuestro sacerdote pasó sus años restantes entre los diversos asentamientos de San Lawrence, retirándose de la vida activa en 1728.
Tanto su extraordinario celo en la realización de su trabajo, como el tiempo en el cual desarrolló sus labores, marcan al Padre Garnier como un Apóstol de los sénecas. Su intimidad con la tribu fue mayor que la que habría desarrollado cualquiera de los jesuitas que habían llegado. Sus cartas y notas son documentos que de manera muy clara representan una fuente de información sobre los iroqueces.
Bibliografía: Campbell, Pioneer Priests of North America (New York, 1908); Jesuit Relations; Handbook of American Ethnology (Washington, 1907).
Fuente: Quinn, Stanley. "Julien Garnier." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/06389a.htm>.
Traducido por Giovanni E. Reyes
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