En el AT se menciona con frecuencia el castigo corporal con diversos nombres,
tanto en hebreo como en español (Ex. 21:20; Dt. 22:18; 1 R. 12:14; Pr. 10:13;
Jer. 20:2; etc.), y parece haber sido común entre los israelitas, como también
en las demás naciones orientales de la antigüedad. Algunos sugieren que quien
recibía el castigo era golpeado en la planta de los pies, y creen que la regla
que dice que debía acostarse (Dt. 25:2) implicaba esa forma de castigo.
También esta manera de castigo era frecuente entre los egipcios antiguos. El
espíritu humano de la legislación mosaica prohibía los excesos en los castigos,
y limitaba el número de azotes a 40 (v 3). Los "escorpiones" mencionados como
un instrumento para golpear (1 R. 12:14; 2 Cr. 10:14) probablemente era un
látigo formado por cuerdas con trozos de plomo en los extremos. En Nah. 2:7 se
retrata a las doncellas de Nínive golpeándose el pecho (heb. tâfaf , "tocar el
tambor", "golpear[se]") a causa de la caída de la ciudad.
En el NT, los azotes se refieren a la costumbre judía de castigo administrado
con un látigo de 3 cuerdas (2 Co. 11:24), o los golpes que los romanos
empleaban para castigar a los esclavos y a los criminales (Jn. 19:1; Hch.
16:22; 22:25; 2 Co. 11:25). Los ciudadanos romanos estaban eximidos de este
castigo por la Ley Porciana (Hch. 16:37; 22:25, 26). En 1 Co. 9:27 Pablo dice:
"Golpeo mi cuerpo" (gr. hupÇpíazo mou tó soma, literalmente "golpear bajo
observación mi cuerpo"), queriendo significar al severo tratamiento recibido en
un certamen de boxeo, haciendo un paralelismo con la rigurosa disciplina propia
que practicaba.
Bib.: FJ-AJ iv.8.21.