SUMARIO: I. Culto
eucarístico fuera de la misa - II. Historia del culto eucarístico: 1. El
contexto doctrinal y litúrgico de los comienzos del culto eucarístico; 2.
Manifestaciones principales; 3. Valoración conclusiva - III. De la "Eucharisticum
mysterium" al Ritual de 1973 - IV. Líneas teológicas del culto eucarístico.
I. Culto eucarístico fuera de la misa
II. Historia del culto eucarístico
III. De la "Eucharisticum mysterium" al Ritual de 1973
IV. Líneas teológicas del culto eucarístico
BIBLIOGRAFIA: Aldazábal J., Recuperar también el culto (eucarístico), en "Oración de las Horas" 6 (1981) 115-121; Bertaud E., Dévotion eucharistique, en Dictionnaire de Spiritualité IV/2, Paris 1961, 1621-1637; Dell'Oro F., La santa comunione e il culto del misterio eucaristico fuori delta messa, en "Riv. Lit." 61 (1974) 247-266; Dumounet E., Le désir de voir 1 hostie et les origines de la dévotion au Saint Sacrement, Paris 1926; Falsini R., 11 culto eucaristico al di fuori della messa, en VV.AA., Liturgia e forme di pietá, Opera delta Regalitá, Milano 1979, 57-71; Farnes P., El culto a la Eucaristía, en "Oración de las Horas" 1 (1981) 3-8; Motte J.-F., Les Congrés eucharistiques internationaux, Cambrai 1980; Oury G.-M.-Andry B., Les Congrés eucharistiques, Editions de Solesmes 1980; Righetti M., Historia de la liturgia 2, BAC 144, Madrid 1956, 530-551; Tena P., La comunión y el culto eucarístico fuera de la misa, en "Phase" 81 (1974) 173-193; VV.AA., Eucaristia. Memoriale del Signore e Sacramento permanente, LDC, Torino-Leumann 1967; VV.AA., 11 culto eucaristico fuori della messa, en "Riv. Lit." 67 (1980) 3-79; VV.AA., 11 culto eucaristico: contenuti e forme, Opera della Regalitá, Milano 1981; Walker J.H., Nouveaux apersus sur la pratique eucharistique et la dévotion d 1'Eucharistie. L'apport de 1'Eglise romaine ancienne, en "La Maison Dieu" 154 (1983) 167-184.
I. Culto eucarístico fuera de la misa
La expresión culto eucarístico puede entenderse en dos sentidos: -> culto
al Padre por medio de la celebración eucarística, supremo acto del culto
cristiano; y culto al santísimo sacramento del cuerpo yde la sangre de Cristo,
es decir, reconocimiento y adoración de la presencia eucarística del Señor,
presencia definida como verdadera, real y substancial por el concilio de Trento
(cf DS 1651ss). Ahora bien, este segundo sentido de la expresión culto
eucarístico se desglosa también en dos momentos: durante la celebración de
la misa y fuera de ella. El culto eucarístico durante la -> celebración
está inmerso en la misma dinámica de la acción ritual y tiene expresión
concreta, prevista por el Ordinario de la misa, en determinados gestos
del celebrante (genuflexiones, ostensión al pueblo de los dones eucarísticos,
etc.), e incluso de los fieles, durante la consagración y en la comunión. El
culto que se va a tratar aquí es el culto a la presencia de Cristo en la ->
eucaristía fuera de la misa.
Obviamente, la indicación fuera de la misa se toma porque es la usada por
el Ritual de la Sagrada Comunión y del culto a la Eucaristía fuera de la Misa
(ed. típica latina: 1973; trad. española: 1974), y no quiere decir ruptura
ni distanciamiento respecto de la acción litúrgica que está en el origen de este
culto, la celebración de la misa. Precisamente para subrayar la continuidad
entre la misa y el culto eucarístico fuera de ella, los últimos documentos
litúrgicos referentes a este culto han utilizado la expresión misterio
eucarístico y culto del misterio eucarístico, comenzando por la instrucción
Eucharisticum mysterium, de 25 de mayo de 1967 (= EM), siguiendo por el
citado Ritual (el título latino dice: De cultu Mysterii eucharistici)
y terminando por la carta Dominicae caenae, de Juan Pablo II,
de fecha 24 de febrero de 1980, y la instrucción Inaestimabile donum, de
17 de abril de 1980. Misterio eucarístico quiere decir la eucaristía en
toda su
integridad y amplitud "tanto en la celebración de la misa como en el culto de
las sagradas especies" (EM 3g; cf 2).
Ahora bien, no siempre se ha tenido en cuenta la unidad y continuidad entre la
misa y el culto eucarístico fuera de ella. En el origen de la dicotomía ha
estado, por una parte, una teología eucarística que no ha considerado
suficientemente en su conjunto el contenido de la doctrina eucarística,
desarrollada por partes desconectadas entre sí, como consecuencia de la
necesidad de afirmar la verdad católica frente a las herejías. Por otra parte,
ha estado una piedad eucarística muy marcada por el devocionalismo en lugar de
por la -> participación sacramental en la misa. Ambas causas pertenecen ya a la
historia, en el sentido de que la renovación teológica, litúrgica y espiritual
impulsada por el Vat. II ha pretendido superar la dicotomía, y por ese camino
han avanzado los documentos citados anteriormente.
Sin embargo, la recuperación de la unidad y del equilibrio en el culto del
misterio eucarístico por los documentos de la reforma litúrgica no ha ido
acompañada en todas partes por la necesaria aplicación pastoral de los
principios en la vida de las comunidades y aun de los pastores y fieles. En los
últimos años no han faltado incluso voces que acusaron al Vat. II y a la ->
reforma litúrgica de haber causado una evidente decadencia del culto
eucarístico, como consecuencia de haber resaltado demasiado determinados
aspectos de la doctrina y de la praxis eucarística. La acusación no es justa,
porque todos los documentos han dejado muy claro que la -> eucaristía-sacrificio
es la fuente y razón de ser de la presencia de Cristo y, en consecuencia, de
aquí se deriva toda ladisciplina concerniente a la comunión eucarística y al
culto del misterio eucarístico.
Se impone, por tanto, un mejor conocimiento de las orientaciones de la iglesia
sobre el culto eucarístico a la luz de la historia de este culto, para llevar a
cabo una acción pastoral de la eucaristía que no deje en la penumbra ningún
aspecto del -> misterio y sirva de alimento de la vida espiritual de las
comunidades y de los fieles.
II. Historia del culto eucarístico
Las manifestaciones del culto eucarístico fuera de la misa, como la exposición
del santísimo sacramento, las -> procesiones, la bendición eucarística, los
congresos eucarísticos y otras formas de piedad pública y privada, constituyen
una práctica propia de la iglesia de Occidente, más exactamente de la iglesia
católica. Algunas de estas manifestaciones se remontan al s. x11, aunque no
falta quien encuentra antecedentes en siglos anteriores. El culto eucarístico no
dejó de desarrollarse hasta bien entrado nuestro siglo, pudiendo incluso
considerarse la -> reforma litúrgica del Vat. II como el factor más sintético y
aglutinante de la historia de este culto. Sin duda el Ritual de 1973
representa la más autorizada y completa codificación de las manifestaciones de
rango litúrgico de la piedad eucarística.
1. EL CONTEXTO
DOCTRINAL Y LITÚRGICO DE LOS COMIENZOS DEL CULTO EUCARÍSTICO.
Para comprender el significado del culto eucarístico es imprescindible conocer el momento de
su nacimiento, situado en los ss. IX-XII.
En dichos siglos se produce un tránsito del simbolismo que caracterizaba a la
doctrina eucarística de los santos padres, a una nueva corriente más realista y
cosificante. En efecto, se pasa de la consideración de la celebración de la misa
en relación directa con el acontecimiento de la muerte del Señor a una atención
casi exclusiva de la presencia de Cristo, sin tener en cuenta la conexión
dinámica de la acción litúrgica con el hecho histórico salvífico que la
sustenta. Olvidando la dimensión de anamnesis, se contempla el acontecimiento
sacramental en sí mismo, como una res u objeto. El recuerdo de la pasión
y muerte del Señor queda reducido al plano de la alegoría. La -> celebración es
vista como un proceso que causa la presencia del cuerpo y de la sangre de
Cristo. Las controversias teológicas del s. tx y las primeras herejías
eucarísticas contribuyen a reducir la doctrina sobre la eucaristía al tema de la
presencia.
Mientras tanto, la celebración de la misa se convierte en un acto cada
vez más
privativo del sacerdote, al que el pueblo asiste para conseguir dones y
gracias
por los vivos y los difuntos. La comunión se hace cada vez más rara e
infrecuente: de las tres o cuatro veces al año que recomendaban los
sínodos
locales hay que pasar a la obligatoriedad impuesta por el concilio
Lateranense IV, en 1215, de que se comulgue al menos una vez al año. Sin
embargo, lo que no
permite comprender el desconocimiento del latín por el pueblo y el
secreto con
que se recitan las principales plegarias de la celebración (el canon),
se
pretende suplir con el deseo interior de "ver la sagrada hostia". Este
deseo,
que guarda relación también con la tendencia afectiva hacia la humanidad
de
Cristo, está en el origen de las primeras formas de culto eucarístico:
ostensión
y elevación de las especies, exposición prolongada del santísimo. La
mirada se
convertía en un acto de fe y adoración, e incluso de comunión
espiritual.
Algunos místicos, como santa Gertrudis (s. xIII), consideraban que de
esta
comunión se obtenía idéntico beneficio espiritual que de la comunión
sacramental.
2. MANIFESTACIONES PRINCIPALES. El deseo de
contemplar la sagrada hostia alcanzó una rápida y amplísima difusión no sólo
entre los místicos, sino también en el mismo pueblo. Cuando los moribundos no
podían recibir la comunión, se les llevaba el sacramento para que pudiesen
contemplarlo por última vez. Esta práctica estuvo en vigor hasta que fue
prohibida por el Ritual Romano de 1614.
En relación con este mismo deseo, el rito de la elevación de la hostia y del
cáliz empieza a cobrar un enorme relieve, solemnizándose el momento con luces e
incienso, sonido de campanas y del órgano, interpretación de motetes y rezo de
plegarias, etc. La doxología del canon, que comprendía también una eleyación,
pasaba totalmente desapercibida. Había todo un desplazamiento del interés
individual y comunitario por realizar el propio ofrecimiento y la comunión con
Cristo en el momento de la elevación. Este rito era ya una práctica muy común
cuando a finales del s. xIl se recoge en las rúbricas de la misa.
A partir del s. XI, la reserva eucarística empieza a hacerse sobre el altar
principal, en las columbas eucarísticas (sagrarios en forma de paloma)
suspendidas sobre él o en nichos e incluso en pequeñas torres. Nace así el
tabernáculo, que recibe este nombre por el velo que lo cubre a modo de
tienda circular y
recuerda el lugar donde reposaba el arca de la alianza. Contemporáneamente a
este modo de destacar la presencia eucarística se produce el encendido de una
lámpara perpetua ante el tabernáculo, de modo similar a como se hacía
delante de las reliquias de los mártires en la antigüedad. La primera noticia
sobre la lámpara eucarística procede de Cluny, de las ordenanzas del abad
Bernardo, que disponían el encendido de una lámpara continua después de la misa
del jueves santo. La primera prescripción de esta lámpara para toda la iglesia
se encuentra en el Ritual Romano de 1614. El cuidado y mantenimiento de
la lámpara del santísimo estaba confiada en Italia a las cofradías eucarísticas
como la de Santa María sopra Minerva, en Roma, fundada en 1539 por el papa Paulo
III.
La institución de la fiesta del Corpus Christi en Lieja en 1246,
extendida por el papa Urbano IV a toda la iglesia en 1264, contribuyó a
popularizar y extender la devoción eucarística. La -> fiesta se convirtió pronto
en una de las principales solemnidades del año, tomando parte en la procesión
del santísimo sacramento todos los estamentos sociales. Las recomendaciones y
privilegios con que fue enriquecida esta fiesta prosiguieron a lo largo de los
siglos sucesivos, especialmente después del concilio de Trento. La procesión del
Corpus se convirtió en un rito propio con caracteres de manifestación
pública de la fe católica y de homenaje a la eucaristía.
Las procesiones del santísimo debían clausurarse obligatoriamente con la
bendición eucarística. Probablemente la práctica tiene su origen en la costumbre
de bendecir al pueblo con algún objeto sacro en el momento de despedirlo. De la
procesión del Corpus y de la bendición final con el santísimo sacramento
parece que derivó también la costumbre de la exposición prolongada de éste sobre
el altar. Los testimonios de esta manifestación cultural se remontan al s. xlv.
Para realizar esta exposición se adaptaron relicarios con forma de ostensorios
y, sobre todo en la época del barroco, se construyeron grandes retablos y
espléndidas custodias. Una exposición eucarística que alcanzó gran importancia
fue la llamada de las Cuarenta Horas, que surge a mediados del s. xvl,
probablemente como repetición de la adoración eucarística del jueves al viernes
santo, y que tenía lugar varias veces al año en templos especialmente dedicados.
La práctica de la exposición eucarística durante la misa, o de celebrar ésta
durante la exposición, se inició en Francia desde comienzos del s. xvl,
extendiéndose después a todas partes. Esta práctica no encontró demasiado apoyo
en la Santa Sede, que la permitió en casos excepcionales y con numerosos
indultos. La piedad eucarística fuera de la misa, alimentada por asociaciones de
adoración perpetua o nocturna, adquiere durante el s. xix una orientación
manifiesta de reparación hacia el Señor presente en el sacramento, hecho
prisionero por nosotros, humillado y escarnecido por los pecados. A esta
presencia divina debía corresponder la presencia de una guardia de honor.
3.
VALORACIÓN CONCLUSIVA.
Desde comienzos del s. xx se aprecian síntomas de una crisis en el culto
eucarístico fuera de la misa, que se consumará durante y después del Vat. II.
Pero al mismo tiempo, desde el movimiento litúrgico, en el que hay que incluir
las disposiciones de san Pío X sobre la comunión frecuente y de Pío XII
sobre las misas vespertinas y el ayuno eucarístico, se empezaron a sentar las
bases de una renovación profunda.
El culto eucarístico padecía algunas insuficiencias y acentuaciones que, sin
afectar a la legitimidad de este culto, tenían origen y explicación en las
circunstancias doctrinales e históricas en medio de las que nació y se
desarrolló. El punto más débil del culto eucarístico fue siempre la posibilidad
de convertirse en una realidad desgajada de la celebración eucarística,
justificado por sí mismo, como consecuencia de una teología eucarística y
sacramentaria esencialista y apologética, y de la escasa o nula participación
del pueblo en la misa, incluyendo la comunión sacramental. El culto eucarístico
ha estado siempre impregnado de devocionismo e individualismo, en lugar de
nutrirse de las fuentes objetivas de la palabra de Dios y de la tradición
patrística y litúrgica de los primeros siglos.
Era inevitable, por tanto, que al producirse en este siglo un amplio cambio en
la orientación teológica y en la t participación litúrgica, se llegase a una
crisis. El concilio Vat. II, que asumió las, grandes líneas
doctrinales y de acción del -> movimiento litúrgico y de la obra de los
pontífices antes citados, no menciona el culto eucarístico en la constitución
Sacrosanctum concilium, aunque sí lo hace en el decreto Presbyterorum
ordinis al hablar de los recursos para fomentar la vida espiritual (cf PO 13
y 18). Sin embargo, el concilio da unas normas muy precisas sobre los ejercicios
de piedad del pueblo cristiano (cf SC 13) y, sobre todo, ofrece una visión
global y decididamente bíblica y patrística del misterio eucarístico, al que
define como el sumo bien de la iglesia (cf PO 5) y lafuente y culminación de
toda acción eclesial (cf ib, y LG 11; SC 10).
III. De la "Eucharisticum mysterium" al Ritual de 1973
El primer documento posconciliar directamente referido al culto eucarístico fue
la instrucción Eucharisticum mysterium, de 1967, aun cuando ya había
tocado algún punto de este culto la encíclica de Pablo Vl Mysterium fidei,
de 3 de noviembre de 1965. Sin embargo, entre estos dos documentos no existe
relación alguna de dependencia.
La EM se comenzó a preparar en 1965, por sugerencia del card. Lercaro al papa
Pablo VI y después de una consulta de éste a la S.C. para la Doctrina de la Fe
(entonces todavía Santo Oficio). El gran artífice del documento fue el P.
Vagaggini. En total, se redactaron once esquemas o proyectos sucesivos del
documento, sometidos a estudios de expertos del Consilium, del pleno de
este organismo (VII reunión general en octubre de 1966), de las Congregaciones
para la Doctrina de la Fe y Ritos y del propio papa. Finalmente era aprobado el
2 de mayo de 1967 y publicado días después, en la solemnidad del
Corpus Christi.
En el artículo -> Devociones resumimos los objetivos y las principales
orientaciones de la EM sobre el culto eucarístico. A dicho artículo remitimos
[I Devociones, 3, C]. Recordamos, no obstante, que toda la tercera parte de
la EM está dedicada al culto de la ss. eucaristía como sacramento permanente, es
decir, a cada una de las manifestaciones del culto eucarístico fuera de la misa;
bien entendido que esta parte es inseparable de la visión global de todo el misterio eucarístico que ofrece
el Proemium (EM 1-4) y la primera parte (EM 5-15). La segunda
parte (EM 16-48) y la tercera (EM 49-67) constituyen las normas
prácticas derivadas de aquellos principios doctrinales y catequéticos,
aplicados a la celebración eucarística y al culto eucarístico fuera de
la misa.
Esta instrucción es de tal importancia que, cuando
llegó el momento de preparar la parte del Ritual Romano que
trata del sacramento de la eucaristía y de las -> procesiones, no fue
necesario preparar un gran proyecto, sino que bastó resumir la EM para
los praenotanda y aplicar sencillamente las orientaciones
prácticas contenidas en ella para confeccionar los ritos. En apenas un
año, desde marzo de 1972 hasta junio de 1973, fue estudiado por varias
congregaciones romanas y por el papa. El libro litúrgico De sacra
Communione et de cultu Mysterii eucharistici extra missam fue
promulgado el 21 de junio de 1973, solemnidad del Corpus
también.
Como el mismo título indica, la materia está
dividida en dos partes: comunión fuera de la misa y culto eucarístico
público. Después de los praenotanda generales, hay cuatro
capítulos, de los cuales el último es el dedicado a las varias formas
de culto a la eucaristía: exposición, procesiones eucarísticas y
congresos eucarísticos. En el último capítulo hay una amplia colección
de textos: un -> leccionario de 51 lecturas bíblicas y salmos, cantos,
himnos y oraciones tomadas del -> misal romano y de antiguos libros
procesionales.
Es preciso aludir también a la carta de Juan Pablo
II a los obispos de la iglesia con motivo del jueves santo de
1980. La carta Dominicae caenae causó un fuerte
impacto, no faltando quien quiso ver en ella un signo de involución. Nada más
lejos de la realidad. El papa se dirigía a los obispos en un tono coloquial para
reafirmar algunos aspectos del misterio eucarístico en línea con otras
intervenciones suyas (especialmente la encíclica Redemptor hominis) y con
los documentos que hemos citado. En concreto, Juan Pablo II se refería al
carácter -> sagrado original de la eucaristía, a la relación entre ->
ministerio y eucaristía y al culto eucarístico, y de modo particular a la
adoración. Esta actitud forma parte de la -> participación en el sacrificio y se
extiende más allá de la -> celebración, hasta alcanzar toda manifestación
privada o comunitaria del culto eucarístico: visita al santísimo, ->
procesiones, exposiciones, congresos, etc.
IV. Líneas teológicas del culto eucarístico
Como ya se ha insinuado anteriormente, la legitimidad de las manifestaciones
externas de la fe orante hacia la eucaristía jamás se han puesto en duda en los
principios que han guiado la renovación litúrgica. Más aún, se ha de decir
también que el desconocimiento o el incumplimiento de estos principios, por
exceso y por defecto, son los factores que ponen en peligro verdaderamente el
culto eucarístico. Para que esto no suceda es necesario un cambio de mentalidad
y una consideración del misterio eucarístico que supere concepciones
reduccionistas de la -> eucaristía y actitudes meramente devocionales o
pietistas. Los documentos que orientan actualmente el culto eucarístico, fuera
de la misa, señalan estas orientaciones en línea de principios:
1. El misterio eucarístico es el centro de la liturgia y,
por lo mismo, de toda la vida cristiana. Por misterio eucarístico
se entiende la eucaristía en la totalidad de sus aspectos, comenzando por la
celebración del memorial del Señor. Esta celebración es también el Centro de
la vida de la iglesia local y universal.
2. La celebración eucarística es el punto de referencia y la
clave de comprensión del culto a la eucaristía, es decir, es el origen y el
fin del culto eucarístico. En la misa radica este culto, puesto que la
eucaristía es la presencia real de Cristo en acto sacrificial y el sacramento
permanente de esta presencia, aun después de la celebración. Esto tiene
especial valor para aquellos que no han podido tomar parte en la acción
litúrgica y, por medio de la comunión, pueden unirse al sacrificio que ha
hecho presente a Cristo. Tal es el caso especialmente de los moribundos,
cuando la comunión asume la forma de viático. Al mismo tiempo, la presencia
oblativa de Cristo hace que la eucaristía siempre esté destinada a la
comunión, aun cuando, mientras tanto, reciba la adoración y el culto de los
fieles.
3. La conservación de la -> eucaristía tiene como objeto
primario y primordial la administración del viático, y como objeto secundario
la distribución de la comunión y la adoración de Cristo presente en el
sacramento. Por consiguiente, el culto eucarístico debe conducir a una
participación más plena y profunda en el misterio pascual, o sea, a
recibir con más intensidad y frecuencia la eucaristía y a poner en práctica la
unidad en la caridad que está significada en el sacramento. La adoración
eucarística se encuentra entre la identificación con Cristo en el ->
sacrificio, del que es prolongación, y la participación sacramental, que
conduce también a la comunión con los hermanos. El culto eucarístico no puede
ser ajeno a la vida.
4. La continuidad del sacrificio-convite, que es la misa, en
el culto eucarístico pide también que éste se acomode a la estructura
pascual, trinitaria y celebrativa del memorial del Señor. Esto no es otra
cosa que la armonización de los actos del culto eucarístico con el espíritu de
la -> liturgia, tanto en la íntima conexión entre la palabra de Dios y el ->
rito como entre la eucaristía y la -> asamblea o comunidad orante, sin olvidar
tampoco el estilo y la orientación de la -> plegaria, que debe dirigirse
solamente a Cristo y, por medio de, él, al Padre en el Espíritu
Santo. En la práctica, el culto eucarístico requiere y reclama la presencia de
la comunidad reunida por la palabra de Dios. Sólo así las manifestaciones
eucarísticas constituirán una statio de la iglesia local.
5. La dignidad del misterio eucarístico pide también la
atención conveniente a la dimensión de los -> signos. De lo que se trata es de
poner en evidencia la relación del culto eucarístico con la celebración de la
misa. Esto afecta al lugar donde se reserva la eucaristía, que a poder ser no
debe estar sobre el altar donde se celebra, para que aparezca que la presencia
de Cristo es fruto de la acción consecratoria. Pero afecta también a todos los
demás signos que acompañan los actos del culto eucarístico: luces,
ornamentación, modo de hacer la exposición del santísimo, situación del copón
o de la custodia, duración de la exposición, etc. El ideal es que todos los actos de culto a la eucaristía
vayan a continuación de la celebración de la misa, y que la
participación y la solemnidad de ésta no sea inferior al acto
eucarístico.
El equilibrio que se propugna en la práctica sólo
puede producirse a través de una adecuada formación de los pastores,
que no han asimilado aún la renovación deseada por el Vat. II, y de
una no menos urgente catequesis del pueblo cristiano.
J. López Martín
BIBLIOGRAFIA: Aldazábal J., Recuperar también el culto (eucarístico), en "Oración de las Horas" 6 (1981) 115-121; Bertaud E., Dévotion eucharistique, en Dictionnaire de Spiritualité IV/2, Paris 1961, 1621-1637; Dell'Oro F., La santa comunione e il culto del misterio eucaristico fuori delta messa, en "Riv. Lit." 61 (1974) 247-266; Dumounet E., Le désir de voir 1 hostie et les origines de la dévotion au Saint Sacrement, Paris 1926; Falsini R., 11 culto eucaristico al di fuori della messa, en VV.AA., Liturgia e forme di pietá, Opera delta Regalitá, Milano 1979, 57-71; Farnes P., El culto a la Eucaristía, en "Oración de las Horas" 1 (1981) 3-8; Motte J.-F., Les Congrés eucharistiques internationaux, Cambrai 1980; Oury G.-M.-Andry B., Les Congrés eucharistiques, Editions de Solesmes 1980; Righetti M., Historia de la liturgia 2, BAC 144, Madrid 1956, 530-551; Tena P., La comunión y el culto eucarístico fuera de la misa, en "Phase" 81 (1974) 173-193; VV.AA., Eucaristia. Memoriale del Signore e Sacramento permanente, LDC, Torino-Leumann 1967; VV.AA., 11 culto eucaristico fuori della messa, en "Riv. Lit." 67 (1980) 3-79; VV.AA., 11 culto eucaristico: contenuti e forme, Opera della Regalitá, Milano 1981; Walker J.H., Nouveaux apersus sur la pratique eucharistique et la dévotion d 1'Eucharistie. L'apport de 1'Eglise romaine ancienne, en "La Maison Dieu" 154 (1983) 167-184.
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