Qué depresión entrar a una catedral antes del
siglo XII. Qué oscuridad, qué penumbra... ¡qué miedo! Pero eso se acabó el 11 de
junio del año 1144, el día en que se consagró la catedral de Saint-Denis, al ladito
de París; el día en el que el rey de Francia, Luis VII, acompañado de varios obispos,
se quedó pasmado ante la luminosidad de aquel templo, la ligereza de su construcción
y, sobre todo, porque era alto, muy alto. Ellos no lo sabían, pero estaban asistiendo
al nacimiento del gótico. Cómo lo iban a saber, si ni siquiera existía el término.
Gótico significa «propio de los godos» y fue
una palabreja cuya invención se atribuye al arquitecto y pintor toscano del siglo
XVI Giorgio Vasari. Este arquitecto no buscó una palabra con buena intención, al contrario. Lo llamó así despectivamente, por considerar
el gótico de origen bárbaro, de los godos. O sea, que el gótico nació en el
siglo XII pero nadie lo bautizó hasta el XVI .Vale, pero, ¿por qué nació?, ¿quién
fue el primero que se planteó que no se podía entrar a una catedral para salir
deprimido perdido?
Pues fue el abad Suger, superior del monasterio
de SaintDenis, quien volvió locos a los constructores de la catedral para que le
hicieran una de diseño distinto a todas. Porque para él Cristo era la luz del mundo y esa luz no entraba en las catedrales mazacotes del
románico ni empujando. No se veía tres en un burro.
Los maestros de obras cavilaron cómo complacer
al abad, pero para ello había que desterrar los muros macizos y pesados, necesarios
para sostener las bóvedas. Había que conseguir luz y
verticalidad... y se inventaron el arbotante, un arco de apoyo que todos hemos visto por fuera de las catedrales y que permitía descargar el peso hacia el exterior del edificio.
verticalidad... y se inventaron el arbotante, un arco de apoyo que todos hemos visto por fuera de las catedrales y que permitía descargar el peso hacia el exterior del edificio.
Estupendo, porque con los arbotantes, los
muros principales podían ser más altos, y en ellos podían abrirse grandes ventanales
y poner rosetones de colores... y vidrieras... y mil pijaditas que antes eran
impensables. Y entró la luz. Después de Saint-Denis llegó Chartres y Notre Dame
y Canterbury y Burgos ... sobre todo Burgos, que por algo es nuestra.
NIEVES CONCOSTRINA.
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