Cualquiera sea su fecha exacta, éstas "Revelaciones" o "Epifanías", son el fruto más perfecto del misticismo tardío medieval de Inglaterra. Juliana se describía a sí misma como "una simple criatura iletrada" cuando las recibió; pero en los años consistentes entre la visión y la composición del libro, ella evidentemente adquirió importantes conocimientos en la terminología teológica. Su obra parece mostrar la influencia de Walter Hilton, como también el manejo de analogías neo-platónicas y la última probablemente derivada del autor anónimo de "La Divina Nube de lo Desconocido". Hay un pasaje concerniente al lugar del costado de Cristo por el que toda la humanidad deba ser salvada, que arguye un conocimiento con las cartas de Santa Catalina de Siena. La penetración psicológica con la que describe su condición, distinguiendo la forma de su visión y reconocimiento cuando tiene que lidiar con una mera desilusión, es digna de Santa Catalina de Siena. Cuando aparentemente estaba agonizando, en la enfermedad corporal por la que había rezado para renovar su vida espiritual, pasa a un trance mientras contempla un crucifico, y tiene la visión del sufrimiento de Cristo "en el que todas las revelaciones que siguen se apoyan y unen".
El libro es el registro de la meditación de veinte años en esa única experiencia. Más de quince años después, recibió "en entendimiento espiritual" la explicación, la clave para toda experiencia religiosa. Con esta iluminación, el misterio entero de la Redención y el propósito de la vida humana se le clarifican, e incluso la posibilidad del pecado y la existencia del mal no la preocupan, pero estaba "hechizada por el amor". Ésta es la gran proeza, que trasciende nuestra razón, que la Santísima Trinidad hará el día final. Como Santa Catalina, Juliana tiene poco del dualismo del cuerpo y alma que es común en los místicos. Dios está en nuestra "sensualidad", así como en nuestra "sustancia", y el cuerpo y el alma prestan mutua ayuda. El conocimiento de Dios y el conocimiento de uno mismo son inseparables: "Dios está más cerca de nosotros que nuestra propia alma", y "cayendo y levantándonos nos mantenemos preciosamente para siempre en un amor". Juliana le pone especial acento a la "sencillez" y a la "cortesía" del trato de Dios hacia nosotros. Con esto debemos corresponder con una feliz confianza; "fallar de comodidad" es el "mayor descuido" en el que el alma puede caer. En la Santísima Virgen el Señor hará que la humanidad vea cuánto la ama. A lo largo de su revelación Juliana se somete a la autoridad de la Iglesia.
EDMUND G. GARDNER Transcrito por John Mark Ockerbloom Traducido por Armando Llaza Corrales
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