Lo
que actualmente conocemos por excelencia de la Elevacion en la Misa, es
un rito introducido comparativamente nuevo. Las liturgias Orientales, y
notablemente la Bizantina, tiene en verdad, la demostracion de la
Hostia consagrada, al pueblo, con las palabras “Cosas sagradas al
Sagrado” pero que se debe mas bien considerar la contraparte de nuestro
“Ecce Agnus Dei” y como preliminaria a la Comunion. Por esto, en el
Oriente, levantar la Hostia con las palabras “omnis honor et gloria”,
inmediatamente antes del Pater Noster, ha tomado lugar desde el noveno
siglo o mas temprano. Esto se puede considerar originalmente como una
invitacion a adorar cuando la oracion de la gran consagracion del canon
extendiendose del Prefacio al Padrenuestro (ver Cabrol en “Dict.
d’Archelogie, I, 1558) se llevo a conclusion. Pero el mostrar la Sagrada
Hostia (incluyendo el Caliz) al pueblo ,despues de mencionar las
palabras instituidas “Hoc est corpus meum”, no ha se conocido estar en
existencia antes del siglo doce. Eudes de Sully, Obispo de Paris de 1196
hasta 1208, parece haber sido el primero en dirigir en sus estatutos
episcopales, de que despues de las palabras de consagracion, la Hostia
deberia ser “elevada, para que todos pudiesen verla”.
Sin embargo, ha habido una cierta cantidad de confusion en este punto
en la mente de algunos liturgicos de aquella epoca, debido a la
practica que prevalecia de levantar el pan del altar y sostenerlo en las
manos, sobre el caliz mientras se consagraba. Cierto grado de elevacion
al pronunciar las palabras “accepit panem in sactas ac venerabiles
manus suas” era inevitable y muchos sacerdotes la llevaron al extremo de
que comentaristas de liturgia expresaron de este acto como “elevare
hostiam” (cf. Migne, P.L., CLXXVII, 370 y CLXXI, 1186) pero un examen
cuidadoso de la evidencia prueba de que esta es algo muy diferente a la
ensenanza de la Hostia al pueblo. Es mas, el motivo de esta ultima tiene
un concepto general equivocado.Se ha considerado como una protesta
contra las heresias de Berengarius; pero Berengarius habia fallecido el
siglo anterior , y los documentos escritos por aquellos en el siglo
trece indican un desenvolvimiento sencillo. El gran centro de vida
intelectual de aquellos tiempos era Paris y nos enteramos de que en esos
tiempos, en Paris,un punto teologico y curioso estaba siendo defendido
por eminencias eruditas como el canciller Peter Manducator y el profesor
Peter Cantor: que la transubstanciacion del pan solo tomaba lugar
cuando el sacerdote en la Misa pronunciaba las palabras de consagracion
sobre el pan y el vino (ver e.g.: Giraldus Cambrensis, Works , II, 124;
Caesarius of Heisterbach “Dialogus”, IX, xxvii, y “Libri Miraculorum”,
ed. Meister, pp 16, 17). Para citar las palabras de Pedro de Poitiers
“dicunt quidam...quod non facta est transubstantiatio panis in corpus
donec prolata sint haec verba “Hic est sanguis” (Migne, P. L. CCXI,
1245; Papa Inocente III, “De sacro altaris mysterio”, IV, 22 utiliza un
lenguaje muy parecido). Este punto de vista, como es de entender,
levanto considerable oposicion, notablemente por parte del Obispo Eudes
de Sully y Stephen Lanton, posteriormente Arzobispo de Canterbury y
cardenal. Parece estar claro de que los teologos de este grupo, como
forma de protesta en contra de las ensenanzas de Pedro Cantor, adaptaron
la costumbre de adoracion de la Hostia inmediatamente despues de que
las palabras “Hoc est enum corpus meum”, fuesen pronunciadas y por
transicion natural, alentaron la practica de ensenarla al pueblo con
este proposito. El desarrollo puede ser facilmente seguido a travez de
los decretos sinodales de Francia, Inglaterra y otros paises durante el
siglo trece. Encontramos mencion de una pequena campanilla de
advertencia en los anos tempranos de ese siglo, y antes de finales del
mismo, fue incorporada en muchas diocesis del Continente y de Inglaterra
de que una de las campanas mayores de la iglesia, fuese doblada o
tocada en el momento de la Elevacion, cosa de que aquellos que laboraban
en los campos, se arrodillaran y adoraran.
Se comprendera, de la explicacion de arriba, de que no era el mismo motivo inicialmente el insistir en la elevacion del Caliz asi como el de la Hostia. No habia duda alguna en aquel tiempo de al momento de que las palabras de la Institucion fuesen pronunciadas sobre el vino, la transusbstanciacion habia tomado efecto en ambos sujetos. Encontramos de que la elevacion del Caliz fue introducida mas lentamente. No fue sino en 1492 que fue adoptada en la Abadia de St. Alban y podemos decir de que no es practicada actualmente por los Carthusianos. La elevacion de la Hostia en Misa, parece haber traido como secuela la gran idea de merito y virtud especial en poder ver el Cuerpo de Cristo. Promesas extravagantes circulaban entre el pueblo describiendo los privilegios para aquel que viese a su Senor en la Misa. No podia morir de muerte repentina. Estaba protegido contra el hambre, enfermedades, contra peligro de fuego, etc. Como resultado, un extraordinario deseo se desarrollo de ver la Hostia elevada en la Misa y esto conllevo a abusos que fueron censurados por predicadores y satiristas. Por otra parte, esta misma devocion llevo tambien a la introduccion de la procesion del Sagrado Sacramento y la practica familiar de la Exposicion y Bendicion.(qq.v.)
Todas las autoridades usuales en lo que se refiere a la historia liturgica de las Misa, son algo insatisfactorio debido a la negligencia de notar el punto de importancia en las ensenanzas de los teologos de Paris durante el siglo doce. Ver THURSTON, The Elevation in the Tablet, 19 Oct., 28 Oct., 2 Nov., 1907. Pero muchos factores pueden ser discernidos de GIORGI, De Liturgia Rom. Pont. (Roma, 1744), III; LEBRUN, Explication des prieres et des ceremonies de la Messe (Paris, 1726); GIHR, Das heilge Messopfer (tr. Dt.Louis, 1902); THALHOFER, Liturgik (Freiburg, 1893), II DRURY Elevation in the Eucharist (Cambridge, 1907) son de poco valor. Ver adicionalmente la bibliografia del articulo Canon de la Misa.
HERBERT THURSTON Transcrita por Marjorie P. Godfrey Traducida por X. L. Vilar – Del Castillo
Se comprendera, de la explicacion de arriba, de que no era el mismo motivo inicialmente el insistir en la elevacion del Caliz asi como el de la Hostia. No habia duda alguna en aquel tiempo de al momento de que las palabras de la Institucion fuesen pronunciadas sobre el vino, la transusbstanciacion habia tomado efecto en ambos sujetos. Encontramos de que la elevacion del Caliz fue introducida mas lentamente. No fue sino en 1492 que fue adoptada en la Abadia de St. Alban y podemos decir de que no es practicada actualmente por los Carthusianos. La elevacion de la Hostia en Misa, parece haber traido como secuela la gran idea de merito y virtud especial en poder ver el Cuerpo de Cristo. Promesas extravagantes circulaban entre el pueblo describiendo los privilegios para aquel que viese a su Senor en la Misa. No podia morir de muerte repentina. Estaba protegido contra el hambre, enfermedades, contra peligro de fuego, etc. Como resultado, un extraordinario deseo se desarrollo de ver la Hostia elevada en la Misa y esto conllevo a abusos que fueron censurados por predicadores y satiristas. Por otra parte, esta misma devocion llevo tambien a la introduccion de la procesion del Sagrado Sacramento y la practica familiar de la Exposicion y Bendicion.(qq.v.)
Todas las autoridades usuales en lo que se refiere a la historia liturgica de las Misa, son algo insatisfactorio debido a la negligencia de notar el punto de importancia en las ensenanzas de los teologos de Paris durante el siglo doce. Ver THURSTON, The Elevation in the Tablet, 19 Oct., 28 Oct., 2 Nov., 1907. Pero muchos factores pueden ser discernidos de GIORGI, De Liturgia Rom. Pont. (Roma, 1744), III; LEBRUN, Explication des prieres et des ceremonies de la Messe (Paris, 1726); GIHR, Das heilge Messopfer (tr. Dt.Louis, 1902); THALHOFER, Liturgik (Freiburg, 1893), II DRURY Elevation in the Eucharist (Cambridge, 1907) son de poco valor. Ver adicionalmente la bibliografia del articulo Canon de la Misa.
HERBERT THURSTON Transcrita por Marjorie P. Godfrey Traducida por X. L. Vilar – Del Castillo
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