Pórtico de las Cariátides del Erecteion, templo griego dedicado a Atenea y Posidón (h. 413 a.e.c). Acrópolis de Atenas.
Estos dos autores vivieron ya en la época de las ciudades, que abarca desde
el siglo IX al IV a.e.c. Entonces, la vida religiosa griega se centraba en las urbes.
La religión era lo que identificaba a cada una de ellas y las distinguía de las demás.
Por eso, las fiestas y ceremonias eran diferentes y se celebraban en fechas distintas.
También había reuniones religiosas en las que participaban varias ciudades y regiones. Las más famosas fueron los juegos olímpicos, que estaban dedicados a Xeus y se celebraban en la ciudad de Olimpia. En ellos competían atletas de distintas ciudades en deportes similares a los actuales: lanzamiento de disco y jabalina, luchas, carreras y saltos. Para los griegos las olimpiadas eran una celebración religiosa: durante estos juegos paraban todas las guerras, haciendo una tregua sagrada, para que los participantes y el público de todas las partes del mundo griego pudieran desplazarse sin problemas a Olimpia.
Además, en Grecia era normal que muchas ciudades contasen con dioses patronos.
En su honor se organizaban juegos y festejos. Con ello se desemboca
en una especie de culto político, «nacional» o patriótico, cuya base recae
sobre el dios que tenía bajo su protección a la ciudad, como Artemisa en Éfeso,
Asclepios en Epidauro o Atenea en Atenas.
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