Mosaico de los dioses lares perteneciente a una casa antigua ciudad romana de Herculano, cerca de Nápoles, Italia.
A los
dioses familiares se les daba culto en cada hogar. La persona que
dirigía estos rituales era el padre de familia. Los tres grupos
principales eran los penates, los lares y los genios.
Los
primeros eran los encargados de que la familia tuviese alimentos y
prosperase. Los lares protegían cada hogar y el genio era el dios que
daba la fecundidad al padre de familia. Existía también un equivalente
en la mujer, la juno.
Los
antepasados muertos eran también divinidades a las que se conocía por el
nombre de dioses manes, y se les daba culto llevando flores a las
tumbas. Los difuntos eran incinerados a las afueras de la ciudad y sus
cenizas eran colocadas en un monumento funerario. Si la familia era
adinerada, podía ser muy espléndido, como en el caso de los emperadores,
y, en caso contrario, podía tratarse de un simple nicho como los de los
actuales cementerios, o una vasija enterrada.
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