Nacida en Montefalco alrededor de 1268; fallecida allí también el 18 de agosto de 1308. Ha existido mucha polémica respecto a sí Santa Clara fue franciscana o agustina; Mientras Wadding y los biógrafos franciscanos de la Santa sustentan que fue miembro de la Tercera Orden de San Francisco, escritores agustinos, a quienes los bolandistas parecen favorecer, sostienen que pertenecía a su orden. Parece, sin embargo, más probable que Santa Clara, siendo todavía una muchacha muy joven, abrazara la regla de la Tercera Orden de San Francisco (secular) junto con su hermana mayor y un número de otras doncellas pías, que usaban el hábito de esta orden y seguían un modo particular de vida en comunidad que era sugerido por su piedad y fervor.
No obstante, más tarde, tornándose anhelantes de entrar al estado religioso en sentido estricto y de profesar los tres votos de la religión, pidieron al Obispo de Espoleto por una regla de vida aprobada; y ya que entonces la Tercera Orden de San Francisco no existía como un instituto religioso aprobado, el Obispo les impuso en 1290 la regla de la Tercera Orden (regular) de San Agustín.
Desde su infancia más tierna Santa Clara dio muestras de la exaltada santidad que alcanzaría un día y que la haría merecedora de tantos notables favores de Dios. A la muerte de su hermana mayor en 1295, Clara fue elegida para sucederla en el cargo de abadesa de la comunidad en Santa Croce; pero fue sólo por obediencia al mandato del Obispo de Espoleto que fue persuadida para aceptar esta nueva dignidad. Amable e indulgente con los demás, ella se trataba a sí misma con la más dura severidad, multiplicando sus ayunos, vigilias y otras austeras ataduras, hasta tal extremo que muchas veces se temió por su vida. A estos actos de penitencia, añadía la práctica de la más profunda humildad y de la caridad más perfecta, mientras el sufrimiento del Redentor era el continuo tema de sus meditaciones. Poco tiempo después de la muerte de Santa Clara se instituyó una indagación formal preparatoria para la canonización, para determinar sus virtudes y los milagros ocurridos mediante su intercesión. Sin embargo no fue canonizada sino varios siglos después por el Papa León XIII en 1881.
STEPHEN M. DONOVAN Traducido por César Félix Sánchez Martínez.
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