"HAGGADÁ DE PESAJ"
(CENA PASCUAL JUDÍA)
Por la mañana se
busca el pan y otros alimentos fermentados que pueda haber en la casa. Se queman
con unas oraciones. Por la tarde, antes de que brille la primera estrella, la
madre de la casa enciende el candelabro ritual (la Menorá), mientras
canta una bendición:
Bendito seas, Señor Dios nuestro, Rey del universo,
autor de la luz y de los astros. Bendito seas, Señor Dios nuestro, Rey del
universo, que nos has dado la vida, nos la conservas y nos has reunido aquí en
este día de fiesta.
1- KADESH (=SANTIFICA la primera copa)
Presidente.
«Pasó una tarde, pasó una mañana, el día sexto. Así terminó Dios los cielos y la
tierra y todos sus habitantes, y el séptimo día descansó de todas sus obras. Y
bendijo Dios el día séptimo y lo santificó».
Todos.
Bendito seas Tú, ¡oh Eterno!, nuestro Dios, Rey del universo, que nos elegiste
entre todas las naciones y nos elevaste por encima de todos los pueblos, que nos
santificaste con Tus mandamientos y nos diste con amor fiestas para la alegría y
este día de los ázimos, conmemoración de nuestra libertad, santa convocación en
memoria de la salida de Egipto. Bendito seas Tú, ¡oh Eterno! que santificas a
Israel y las festividades.
Presidente.
Bendito seas tú, ¡oh Eterno!, Dios nuestro y Rey del universo, que creas la luz
del fuego. Bendito seas tú, ¡oh Eterno!, que estableces la distinción entre lo
sagrado y lo profano, entre la luz y la oscuridad, entre Israel y las demás
naciones, entre el sábado y los otros seis días. También distinguiste y
santificaste a tu pueblo Israel en tu santidad. Bendito seas por distinguir
entre lo sagrado y lo profano.
Todos.
Bendito seas Tú, ¡oh Eterno!, Dios nuestro, Rey del universo, que nos mantuviste
con vida, nos guardaste y nos permitiste alcanzar este tiempo.
(Recostados
sobre el lado izquierdo, se apura la primera copa.)
2- U-RJATZ (=LAVA las manos)
El lavado tiene
sentido de purificación ritual, antes de empezar las oraciones (deseo de
limpieza interior para que Dios acoja nuestro culto, como pide Is 1,16:
"Limpiaos, lavaos las manos, aprended a hacer el bien y olvidad el mal").
3- KARPAS (=MOJA el apio en el agua salada)
Este rito
recuerda la miseria de los antepasados en Egipto. Cada uno de los comensales, al
comerla, dice:
Bendito seas Tú, ¡oh Eterno!, Dios nuestro, Rey del
universo, que creas el fruto de la tierra.
4- YAJATZ
El que preside
parte en dos la matzá (pan ázimo). El pan sin fermentar recuerda al mismo tiempo
el pan de la aflicción de Egipto y la rapidez con la que los israelitas tuvieron
que preparar las cosas y salir de Egipto después de la 10ª plaga. La mitad se
guarda para afikoman. Después de la destrucción del Templo, el
afikoman sustituye al cordero pascual.
5- MAGUID
Alguien abre la
puerta, por si llega alguien.
Este es el pan de la aflicción que comieron nuestros
padres en Egipto. Todo el que tenga hambre, que venga y coma. Todo el que tenga
necesidad, que venga y celebre con nosotros el Pesaj. Este año todavía
aquí; ¡el año que viene en tierra de Israel! Este año, todavía siervos, ¡el año
que viene, libres!
6- HAGADÁ
Se llena la
segunda copa, y el menor de los presentes, dice:
¿Por qué es distinta esta noche de las otras noches?
Todas las noches nos vamos pronto a la cama y esta
noche permanecemos levantados hasta tarde. Las otras noches comemos pan
fermentado o sin fermentar; esta noche sólo matzá. Todas las noches
comemos cualquier verdura; esta noche sólo hierbas amargas. Todas las demás
noches no tenemos que mojar los alimentos ni una vez; esta noche, dos veces.
Todos.
Esclavos fuimos del Faraón de Egipto, y el Eterno, nuestro Dios, nos sacó de
allí con mano firme y brazo extendido. Y si el Santo -bendito sea- no hubiese
sacado a nuestros padres de Egipto, entonces nosotros, nuestros hijos y los
hijos de nuestros hijos, aún seríamos esclavos de Faraón en Egipto. Y aunque
fuéramos todos sabios, todos inteligentes, todos ancianos, todos conocedores de
la Torá, sería deber nuestro narrar la salida de Egipto. El que relate
detenidamente el Éxodo de Egipto, merece elogios.
Presidente:
Cuentan que varios rabinos estaban reunidos para el Seder pascual, y comentaron
durante toda la noche la salida de Egipto, hasta que llegaron sus discípulos y
les dijeron: "Maestros, ha llegado la hora de recitar el Shemá de la
mañana". Dijo Rabí Eleazar Ben Azariá: "Tengo setenta años y no había entendido
por qué tenemos que hablar del Éxodo de Egipto en la oración de esta noche,
hasta que Ben Zomá interpretó el pasaje bíblico: Está escrito: Te acordarás
de tu salida de Egipto todos los días de tu vida (Dt 16,3). Los días de tu
vida se refieren sólamente a los días. Todos los días de tu vida implica también
las noches". Los sabios añaden: los días de tu vida significan la vida presente,
mientras que todos los días de tu vida se refieren también a los tiempos del
Mesías.
Todos:
Bendito sea el Omnipresente; alabado sea Él. Bendito sea el que dio la Torá
a su pueblo Israel; alabado sea.
Presidente:
De cuatro hijos nos habla la Torá: uno sabio, otro malvado, otro simple y otro
que aún no sabe preguntar. El sabio (ansioso de aprender) pregunta ¿Cuáles son
las normas y preceptos que el Señor nos mandó? Hay que responder contándole las
tradiciones de la Pascua. El malvado dice ¿Qué significa este rito para
vosotros? ¿Para vosotros y no para él? Puesto que se excluye a sí mismo de la
comunidad respóndele que el Señor te sacó a ti de Egipto y a él no, porque si
hubiera estado allí no lo habría sacado. El simple dice ¿Qué es esto? A éste le
explicarás que el Señor nos sacó con mano firme de la esclavitud. También
explicarás las cosas al que no sabe preguntar.
Sigue una larga
explicación, elemento por elemento, de todas las tradiciones y textos referidos
a la salida de Egipto y a la celebración de la Pascua.
Todos.
Bendito sea el que cumple la promesa a Israel. ¡Alabado sea! Pues el Santo
-¡bendito sea!- determinó de antemano el fin de nuestra esclavitud, para cumplir
lo que prometió a nuestro padre Abrahán, como está escrito: "Tus
descendientes serán extranjeros en una tierra que no será tuya. Los esclavizarán
y los atormentarán cuatrocientos años. Pero juzgaré también al pueblo al que
habrán de servir, y después saldrán con grandes riquezas". Y esta promesa
sostuvo a nuestros padres y a nosotros. Pues no fue sólo un enemigo el que se
alzó contra nosotros para aniquilarnos, sino que en todos los tiempos se han
levantado contra nosotros para exterminarnos. Pero el Santo -¡bendito sea!- nos
salva de sus manos.
Se coloca la copa
al centro y se descubren las matzot (los panes sin fermentar). El
mayor de los presentes continúa explicando las tradiciones de Pascua (el
núcleo de las enseñanzas de la cena), hasta que llega a los castigos contra los
Egipcios. Mientras se enumeran las diez plagas se van sacando unas gotas de vino
con el dedo de la copa, para no apurar del todo la copa de la alegría, que es el
resultado de la muerte de muchas personas.
Todos. Estas
son las 10 plagas que el Santo -¡bendito sea!- infligió a los egipcios en
Egipto, enumeradas así: 1) sangre, 2) ranas, 3) piojos, 4) fieras salvajes, 5)
peste, 6) sarna, 7) granizo, 8) langosta, 9) oscuridad, 10) muerte de los
primogénitos.
Se explican las
distintas tradiciones sobre cada una de las plagas. Después de las explicaciones
sobre las plagas viene el canto del Dayenú.
7- DAYENÚ
¡Cuántos beneficios nos ha dado el Señor!
Si nos hubiera sacado de Egipto, sin juzgar a sus
habitantes, nos habría bastado.
Si los hubiera juzgado sin vengarse de sus dioses,
nos habría bastado.
Si hubiera juzgado a sus dioses sin matar a sus
primogénitos, nos habría bastado.
Si hubiese matado a sus primogénitos sin darnos sus
bienes, eso nos habría bastado.
Si nos hubiera dado sus bienes sin partir el mar
para nosotros, eso nos habría bastado.
Si hubiese partido el mar para nosotros sin hacernos
pasar a pie seco por él, eso nos habría bastado.
Si nos hubiese hecho pasar a pie seco por él sin
ahogar en él a nuestros enemigos, eso nos habría bastado.
Si hubiese ahogado a nuestros enemigos sin
proveernos en el desierto durante 40 años, eso nos habría bastado.
Si nos hubiese abastecido durante 40 años sin darnos
el maná, eso nos habría bastado.
Si nos hubiera alimentado con el maná sin darnos el
sábado, eso nos habría bastado.
Si nos hubiese dado el sábado sin llevarnos al Monte
Sinaí, eso nos habría bastado.
Si nos hubiese llevado al Monte Sinaí sin darnos la
Torá, eso nos habría bastado.
Si nos hubiese dado la Torá sin conducirnos a la
tierra de Israel, eso nos habría bastado.
Si nos hubiese conducido a la tierra de Israel sin
edificar el Templo para nosotros, eso nos habría bastado.
No es, pues, un favor lo que debemos a Dios, sino
muchos, muchísimos: nos sacó de Egipto, juzgó a sus habitantes, enjuició a sus
dioses, hizo morir a sus primogénitos, nos dio sus bienes, partió el mar para
nosotros, nos hizo pasar a pie seco por él, ahogó a nuestros enemigos, nos
abasteció en el desierto durante 40 años, nos alimentó con el maná, nos dio el
sábado, nos llevó al Monte Sinaí, nos dio la Torá, nos condujo a tierra de
Israel y edificó el Templo para absolvernos de todos nuestros pecados.
Presidente:
Rabí Gamaliel enseñaba: "el que no hable en Pesaj de las tres cosas siguientes,
no cumple con su deber. Ellas son: Pesaj (cordero pascual), matzá
(pan ázimo) y maror (hierbas amargas)". (Se explican las tradiciones
sobre cada una).
Todos: Es
obligación de cada uno, en cada generación, considerar como si él mismo hubiese
salido de Egipto. Pues está dicho: "Contarás a tu hijo aquel día: Por tal
razón obró el Eterno en mi favor, cuando salí de Egipto" (Ex 13,8). El Santo
-¡bendito sea!- no liberó sólamente a nuestros antepasados, sino, junto con
ellos, también a nosotros, según está escrito: "Y nos sacó de allí para
traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres" (Ex 13,8). Por eso
nos corresponde agradecer, alabar, glorificar, ensalzar, exaltar, bendecir,
enaltecer y adorar a quien realizó todos estos milagros en favor de nuestros
padres y de nosotros. Nos llevó de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a
la alegría, del luto al día festivo, de las tinieblas a la luz, de la sujeción a
la redención. Cantemos, pues, un canto nuevo: Aleluya -¡Alabad a Dios!-.
8- HALEL
Vienen a
continuación los salmos del Halel (113-118). Algunos se cantan antes y otros
después de la comida.
Aleluya. Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre
del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor desde ahora y por
siempre.
De la salida del sol hasta su ocaso alabado sea el
nombre del Señor.
El Señor es excelso sobre todas las naciones, su
gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que reina en las
alturas
y se abaja para mirar cielos y tierra?
Él levanta del polvo al desvalido y alza de la
basura al pobre
para sentarlo con los príncipes de su pueblo;
convierte a la estéril en madre feliz de hijos.
Aleluya.
Cuando Israel salió de Egipto, la familia de Jacob
de un pueblo bárbaro,
Judá se convirtió en su santuario, Israel en su
dominio.
El mar, al verlos, huyó; el Jordán se volvió hacia
atrás;
los montes saltaron como carneros, las colinas como
corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes, y a ti, Jordán, que te
echas atrás?
¿Y a vosotros montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra; en
presencia del Dios de Jacob,
que convirtió la peña en un estanque y la roca en
manantial.
Inclinándose
hacia la izquierda, se toma la segunda copa de vino, después de decir la
siguiente bendición:
Presidente:
Bendito seas Tú, oh Eterno, Dios nuestro y Rey del universo, que creas el fruto
de la vid.
9- RAJATZ (LAVADO antes de cenar)
Los presentes se
lavan las manos nuevamente, después de pronunciar la siguiente bendición:
Bendito eres Tú, oh Eterno, Dios nuestro y Rey del
universo, que nos santificaste con tus preceptos y nos ordenaste lavarnos las
manos.
10- KOREJ
El jefe de la
casa toma la matzá superior en la mano y dice la bendición. Toma la
matzá de en medio y dice la bendición. Después come un pedacito de cada una.
A continuación da un trozo a cada comensal, que las come después de decir las
mismas bendiciones:
Bendito seas tú, oh Eterno, Dios nuestro y Rey del
universo, que nos santificaste con tus preceptos y sacas de la tierra pan.
Bendito seas tú, oh Eterno, Dios nuestro y Rey del universo, que nos
santificaste con tus preceptos y nos ordenaste comer la matzá.
El que preside
moja alguna hierba en el jaroset y dice la bendición. Después la come.
Todos dicen la misma bendición y comen.
Bendito seas tú, oh Eterno, Dios nuestro y Rey del
universo, que nos santificaste con tus preceptos y nos ordenaste comer hierbas
amargas.
Presidente:
Esto es en memoria del Templo, según lo practicó Hilel. Así lo hacía, cuando el
Templo aún existía. Solía envolver el maror en matzá y comerlo
todo junto, para cumplir con lo ordenado: "Comerán el cordero pascual con
matzot y maror" (Num 9,11).
11- CENA
Se prepara la
mesa, se sirve la cena, que debe terminar antes de la media noche. Al concluir,
el jefe de la casa toma la media matzá que había guardado para afikoman y da un
pedacito a cada uno de los asistentes, que lo comen. Se llena la tercera copa y
(si hay presentes más de diez hombres) se bendice con la siguiente oración. (Si
hay menos hombres, sólo se hacen las últimas oraciones).
12- BENDICIÓN DESPUÉS DE CENAR
Presidente.
Señores, digamos la bendición.
Todos: Sea
alabado el nombre del Eterno, desde ahora y para toda la eternidad.
Presidente.
Bendito sea Aquél de cuya abundancia hemos comido.
Todos:
Bendito Aquél de cuya abundancia hemos comido, y por cuya gran bondad vivimos.
Bendito sea Dios y bendito su nombre. Bendito seas Tú, oh Eterno, Dios nuestro y
Rey del universo, que alimentas, en tu gran bondad, al mundo entero. Con tu
favor y misericordia nutres a todas tus criaturas, porque tu clemencia es
infinita. Tu gran bondad jamás nos ha fallado. No nos falte nunca el alimento
que necesitamos, por amor a tu sublime nombre.
Presidente.
Dios es el que nutre y sostiene a todos, favorece a todos y prepara el sustento
a todos los seres que creó. Bendito seas Tú, oh Eterno, que provees de alimento
a todos.
Todos: Te
damos gracias, oh Eterno, Dios nuestro, porque diste a nuestros padres como
heredad una tierra buena, amplia y deseada; porque nos sacaste de Egipto y nos
rescataste de la esclavitud; por la señal del pacto que impusiste en nuestras
carnes, por la Torá que nos enseñaste y por hacernos saber tus preceptos. Te
damos las gracias por la vida, por la gracia y por la clemencia con que nos
favoreciste, y por el alimento con que nos sustentas siempre, a diario, en todo
momento y a todas horas.
Presidente.
Por todas estas bendiciones, oh Eterno, te damos gracias y te bendecimos, según
las palabras de tu Torá: "Comerás y te hartarás y bendecirás al Eterno, tu
Dios, por la buena tierra que te ha dado". Bendito seas Tú, oh Eterno, por
la tierra y por nuestro mantenimiento.
Todos:
Apiádate, oh Eterno, Dios nuestro, de nosotros y de tu pueblo, Israel; de
Jerusalén, tu ciudad y de Sión, morada de tu gloria; de tu Templo grande y
santo, llamado por tu nombre. Padre nuestro, sé Tú nuestro Pastor; nútrenos,
sosténnos, provee a nuestras necesidades y líbranos pronto de todas nuestras
angustias. ¡Oh Eterno, Dios nuestro! Haz que no tengamos necesidad de limosna o
de préstamos de mano de otras personas, sino únicamente de tus manos generosas y
abiertas, llenas de bien. Así no nos avergonzaremos nunca.
Presidente.
Dios nuestro y Dios de nuestro padres, surja ante ti el recuerdo de nuestra
existencia y sea oída y aceptada nuestra memoria con benevolencia. Lo mismo
nuestra suerte que la suerte y la memoria de nuestros padres y del Ungido, hijo
de tu siervo David. Sea acogido el recuerdo de Jerusalén, morada de tu santidad,
y el de todo tu pueblo Israel, para gracia y para favor, para compasión, vida y
paz en este día de la fiesta de los Ácimos. Recuérdanos, oh Eterno, Dios
nuestro, para bien y para bendición nuestra, y guárdanos con vida. Con tu
promesa de gracia y de salvación ten compasión y misericordia para con nosotros.
Nuestros ojos se alzan a ti, porque Tú eres Dios, lleno de gracia y de bondad.
Todos:
Reconstruye la santa ciudad de Jerusalén, pronto y en nuestros días. Bendito
seas Tú, oh Eterno, que reconstruyes, en tu misericordia, Jerusalén. Amén.
Presidente.
Bendito seas Tú, oh Eterno. Sea alabado el Misericordioso entre nosotros por
todas las generaciones y glorificado por todos los tiempos.
Todos: Dios
misericordioso nos conceda que ganemos nuestra vida honradamente. Rompa el
Clemente el yugo que nos oprime, y nos lleve a nuestra tierra libres y erguidos.
El Clemente nos colme con bendición abundante a nosotros y a esta mesa en la que
hemos comido. Nos envíe Dios misericordioso al profeta Elías, de bendita
memoria, para que nos dé buenas noticias de Redención y Consuelo.
Presidente.
El Misericordioso bendiga (a mi padre y maestro), al dueño de este hogar, (a mi
madre y educadora), a la dueña de esta casa; a ellos, su casa, sus hijos y a
todo lo que es de ellos, a nosotros y lo que es nuestro, como fueron bendecidos
nuestros antepasados Abrahán, Isaac y Jacob, en todo, de todo, con todo. Así nos
bendiga a todos nosotros juntos, con su bendición completa. Y digamos Amén.
Todos:
Háblese de ellos en las alturas celestiales con justicia, lo mismo que de
nosotros, para que tengamos paz duradera y recibamos la bendición y bondad de
Dios, nuestro Salvador. Que hallemos gracia y comprensión ante Dios y ante los
hombres.
Presidente.
Que nos tenga el Clemente por merecedores de la venida del Mesías y de la vida
futura. Él, que engrandece la Redención de su Rey y muestra amor a su Ungido,
David y a sus descendientes para siempre. Creador de las armonías celestes, trae
la paz para nosotros y para todo Israel. Amén.
Todos: El
Eterno dé fuerza a su pueblo. El Eterno bendiga a su pueblo con la paz.
Presidente.
Bendito seas Tú, oh Eterno, Dios nuestro y Rey del universo, que creas el fruto
de la vid.
Se bebe la tercera
copa. Se prepara la cuarta y se coloca una copa para el profeta Elías en el
centro de la mesa. Se abre la puerta de la casa para que el profeta pueda
entrar. La llegada de Elías anunciará la era mesiánica en que desaparecerán la
opresión y la guerra y se volverán los corazones de los padres hacia los hijos y
de los hijos hacia los padres. Se rezan los Salmos 115-118 y otras oraciones de
alabanza.
13- GRAN HALEL
Alabad al Señor todas las naciones, aclamadlo todos
los pueblos.
Grande es su amor hacia nosotros, su fidelidad dura
por siempre. ¡Aleluya!
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es
eterna su misericordia.
Que lo diga la casa de Israel: eterna es su
misericordia.
Que lo diga la casa de Aarón: eterna es su
misericordia.
Que lo digan los que aman al Señor: eterna es su
misericordia.
14- ORACIÓN POR LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL
Y CANCIONES TRADICIONALES
Presidente.
¡El año próximo, en Jerusalén!
Todos:
Bendito seas Tú, oh Eterno, Dios nuestro y Rey del universo, que creas el fruto
de la vid.
Presidente.
Bendito seas Tú, oh Eterno, Dios nuestro y Rey del universo, por el fruto de la
vid, por todos los productos del campo y por la tierra buena y amplia, que es la
de tu deseo, y que Tú elegiste y regalaste a tu pueblo Israel, para que comiese
de su fruto y gozase de su abundancia.
Todos: Ten
piedad de nosotros, oh Eterno, Dios nuestro, de tu ciudad Jerusalén y de Sión,
morada de tu gloria, de tu altar y de tu Templo. Reconstruye tu santa ciudad de
Jerusalén pronto, en nuestros días. Llévanos allí pronto, y danos alegría allí,
para que gocemos de su delicia y para que te bendigamos allí en santidad y en
pureza. Y recuérdanos para bien en este día del Pesaj, porque Tú eres
bueno y clemente para con todos. Bendito seas Tú, oh Eterno, por la tierra y por
el fruto de la vid.
Presidente.
Ha terminado el Séder de Pesaj en todos sus detalles, como lo prescribe la ley y
las costumbres. Tal como nos ha sido concedido prepararlo ahora, así merezcamos
festejarlo en el futuro. ¡Oh Inmaculado que resides en los cielos!, levanta a tu
pueblo, al que no se cuenta (Num 23,10).
(Se recita la
bendición, se bebe la 4ª copa y se cantan los himnos tradicionales).
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