Enrique VIII, rey de Inglaterra, redondo como
don Pimpón, bronquista y famoso por haberse casado seis veces y haberle cortado
la cabeza a dos de sus mujeres, obtuvo el 28 de mayo de 1533 uno de sus mayores triunfos. Consiguió que el arzobispo de Canterbury otorgara
validez a su segundo matrimonio con Ana Bolena en contra de la decisión del papa
de Roma. A grandes males, grandes remedios: Enrique VIII se convirtió en cabeza
de la Iglesia de Inglaterra y así pudo ordenar que se anulara su matrimonio. Consecuencia:
Inglaterra y los papas se enfadaron para los restos.
Para entender los líos matrimoniales de Enrique
VIII hay que remontarse a su primer matrimonio con una de las nuestras, Catalina
de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Catalina se casó primero con Arturo, heredero
al trono de Inglaterra y hermano de Enrique. Pero como Arturo se murió antes de
tiempo, Enrique lo sustituyó en todo. Fue el nuevo heredero y de paso se quedó
con la mujer de su hermano. Veinte años estuvieron casados Catalina y Enrique VIII.
Todo iba muy bien, pero un día el rey cruzó la mirada con una cortesana muy mona
llamada Ana Bolena. El rey dijo, pues me busco una excusa para contársela al papa,
me separo de Catalina y me caso con Ana.
La excusa era un tanto peregrina: el rey había
leído en la Biblia que un hombre que se casara con la esposa de su hermano estaría
condenado a no tener hijos varones. Como él sólo tenía una hija con Catalina, dijo,
ya está, Dios me ha castigado. Así que pidió a Roma la anulación del matrimonio
para reparar el pecado. Pero Roma no acababa de verlo claro y no hacía sino dar
largas al rey.
Enrique VIII se cansó de esperar, se casó con
Ana Bolena y rompió sus relaciones con el papa. Consiguió que el Parlamento inglés
estableciera que los asuntos espirituales, incluyendo los
divorcios, se decidirían en Inglaterra, no en Roma, con lo cual el primer matrimonio quedó anulado y bendecido el segundo.
divorcios, se decidirían en Inglaterra, no en Roma, con lo cual el primer matrimonio quedó anulado y bendecido el segundo.
Ana Bolena, tan contenta, pero la ingenua no
sabía que donde las dan, las toman. Tres años después, su marido, para casarse con
la tercera, le cortó la cabeza a la segunda.
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