SUMARIO:
1. Problemática teológica y pastoral.–2. Hacia una
definición de cultura.– 3. Algunas pistas para seguir caminando. – 4. Pilares de
una pastoral de la cultura.
1. Problemática
teológica y pastoral
Comienzo afirmando
que esta voz complementa y tiene como base otras aparacidas en este diccionario
(ejem. Pastoral Universitaria, Nueva Cultura, Evangelización, Nueva
Evangelización, Inculturación, etc.).
Dos afirmaciones
pueden encuadrar la problemática en relación a la pastoral de la cultura: por
una parte, «el foso o distanciamiento entre cultura y fe, que en nuestro siglo
tiende a hacerse cada vez más profundo» (Pablo VI); por otra parte, «nunca como
en este siglo la fe y la teología se han visto espoleadas por cuestiones
extrateológicas o culturales» (G. Angelini). Y en medio, o atravesando estas dos
afirmaciones, unas palabras de Juan Pablo II: «La cultura es el nuevo espacio de
la Iglesia... Una fe sin raíces culturales no es verdadera fe». A esto únase el
hecho de encontrarnos inmersos en la denominada «nueva evangelización» con sus
dos vertientes o caras de una misma moneda, con dos retos: inculturar el
Evangelio y evangelizar la cultura. La Inculturación encierra unos criterios, de
entrada, irrenunciables: distinción Evangelio-Culturas; tensión
unidad-pluralismo (comunión-encarnación); contribución a la liberación integral
de la persona y sociedad.
Y. la
Evangelización se presenta como la mediación necesaria por donde pasa la
credibilidad y validez de la denominada «inculturación». Esta nueva
evangelización trata de evitar la «privatización de la Fe», y no es sólo «para
sociedad y naciones no-creyentes» sino para la misma Europa.
Nuestra época se
puede definir como «la del resurgir de las culturas». Con la decadencia y
desaparición de ideologías y utopías el ser humano busca identificarse de nuevo,
como sujeto y actor. Este fenómeno se denomina «concienciación cultural», al que
no son ajenos el resurgir de nacionalismos.
Por todo ello, si
bien la Iglesia «no es para ella misma» sino como sacramento de salvación y
mediación, y por ello debe estar volcada y envuelta en cada época histórica en
la cultura de su tiempo, hoy podemos sin embargo afirmar que la cultura es el
«nuevo espacio de la Iglesia», «mediación privilegiada», sin olvidar que "el
camino del hombre es el camino de la Iglesia" (Juan Pablo II).
La relación
fe-cultura detecta y pone de manifiesto al menos estas realidades:
a) Cómo es la
relación Iglesia-Sociedad en cada época. En resumen podemos afirmar que se ha
pasado de una cultura pagana a la cristianización de la cultura; de la
cristianización de la cultura a una cultura cristiana o de cristiandad; de la
cultura cristiana a la cultura de la secularización y de la increencia; de la
cultura de la increencia a la nueva Evangelización-nueva inculturación.
b) Cómo se piensa
la fe a sí misma en cada época: las diversas formas o métodos de hacer teología:
gnóstico-sapiencial, entitativo-metafísico, positivo-manualístico-apologético,
modernista histórico-crítico, genético-histórico-pluralista-pastoral,
hermenéutico, liberacionista, contextual...
c) Cómo se ha
sentido la relación Fe-Razón: oposición, confusión, distinción, separación,
indiferencia...
d) Y finalmente, y
aquí radica tal vez un nuevo paradigma que desembocará a su vez en nuevos
planteamientos, cómo ha sido la fuerza misionera de la Iglesia, y qué se ha
entendido por «misión».
Las cuatro
perspectivas se complementan mutuamente en el tema de la relación y diálogo
entre Fe-Cultura y de la pastoral de la cultura en cuanto tal.
2. Hacia una
definición de cultura
Funcionalmente nos
puede servir, en un primer momento, la ofrecida por la UNESCO en 1982; «En
sentido amplio, la cultura es el conjunto de rasgos distintivos espirituales y
materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan una sociedad o un grupo
social. Engloba no sólo las artes y las letras, sino también los modos de vida,
los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las
tradiciones y las creencias. La cultura da al hombre la capacidad de reflexión
sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos,
racionales, críticos y éticamente comprometidos. Por ella es como discernimos
los valores y realizamos nuestras opciones. Por ella es como el hombre se
expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado,
pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevos
significados y crea obras que lo transcienden».
Sin embargo, esta
definición genérica debe matizarse aún más, y es cuando hay que distinguir:
a) Concepto
germinal de cultura: Conjunto homogéneo de valores, hábitos, comportamientos,
formas de expresión, instituciones que identifican e integran orgánicamente una
sociedad.
b) Conceptos
relacionales primarios:
- Inculturación:
Integración de un sujeto en una determinada cultura; integración de cualquier
elemento en una cultura.
- Aculturación:
Diálogo entre dos o más culturas de las que nace una nueva, integrando lo
esencial de las anteriores; relación entre culturas de las que sólo una conserva
sus elementos esenciales.
c) Conceptos
históricos:
- Filocultura:
Desarrollo y crecimiento de una cultura madre.
- Espacio cultural:
Varias culturas escalonadas en un espacio geográfico.
- Monocultura:
Cultura cerrada en sí misma, sin diálogo.
- Transcultura:
Cultura con pretensión de universalizarse.
- Cultura
heterófoba: Transcultura que violenta a las demás hasta imponerse.
c) Conceptos
relacionales secundarios
- Campo cultural:
Espacio donde conviven «en diálogo» dos o más culturas.
- Familias de
culturas: Conjunto de culturas que comparten elementos esenciales.
- Contracultura: No
reconocimiento de la posibilidad de valores culturales comunes, rechazo de los
valores de cierta cultura.
Una vez enumerados
diversos términos relacionados con la palabra y la realidad cultural, las
preguntas e interrogantes nacen inevitablemente: "¿Es el cristianismo una
cultura... un concepto germinal de cultura (valores, hábitos, formas de
expresión, instituciones)?... ¿Qué conceptos son adecuados al cristianismo en
relación a la cultura/as?... ¿Puede existir un único modelo teórico en la
relación fe-cultura, y por lo mismo una sola pastoral?... ¿Debemos resignarnos a
la praxis puntual, concreta, contextual, en dicha pastoral?... ¿Existe
alternativa a la aparente e inevitable fragmentariedad cultural?".
Todos estos
interrogantes y preguntas, así como los conceptos y subconceptos de «cultura»,
nos remiten a una visión y planteamientos más amplios que los «tradicionales».
Nos remiten a una verdadera pastoral de la cultura.
3. Algunas pistas
para seguir caminando
Comenzamos
afirmando que, desde una perspectiva histórica, la Iglesia ha pasado por todas
las concepciones de cultura antes descritas. El cristianismo ha inculturado y
aculturado. Es filocultura, se mueve en espacio cultural; ha pretendido ser en
alguna época «mono-cultura»; es transcultura; ha podido ser cultura heterófoba.
Se mueve en campo cultural; participa de familia de culturas, y hasta él mismo
ha sido contracultura y hoy está padeciendo esta contracultura.
El problema en la
actualidad es éste, y doble:
-
La Iglesia se encuentra con culturas «en blanco» respecto de la dimensión cristiana (y necesita hacer el doble movimiento de inculturación (diástole) y de nueva evangelización (sístole)).
-
Y culturas que están «preñadas» de lo cristiano ya, y que incluso se «quieren emancipar» de él...
Por otro lado, en
el tema de la inculturación-evangelización no podemos simplificar «elementos» ni
«realidades», porque la fe cristiana es un fenómeno complejo, que abarca:
a) Contenidos: no
es ideología o filosofía; es una experiencia histórica que abarca más allá de lo
histórico (la fe me tiene; yo no tengo a la fe). Estas manifestaciones de
revelación se concretan en credos.
b) Experiencia
personal: de adhesión personal al Dios vivo (experiencia de gratuidad y
personalización de la fe).
c) Experiencia
comunitaria y celebrativa (ritos): es la parte institucional de la fe: porque
esta vivencia comunitaria crea instituciones, tiene ritos, explícita el credo.
d) Etica y
testimonio: la fe es totalizante, engloba el conjunto de la vida y unas pautas
de comportamiento.
e) Solidaridad
universal: la fe cristiana no es para ella, sino abierta a toda la humanidad, y
en todos los tiempos...
Damos un paso más.
Hemos afirmado más arriba que, detrás de la relación fe-cultura, y de la
pastoral de la cultura, hay cuatro problemas que inciden:
- Cómo es la
relación Iglesia-sociedad (Iglesia-mundo): en términos teológicos, relación
Iglesia sacramento-misión.
- Cómo se piensa la
fe a sí misma.
- Cómo ha sido la
relación fe-razón.
- Cómo y por qué de
la «misión ad gentes».
Deshojando el
amplio abanico de respuestas a dichos interrogantes, y sin que por ello suponga
primar en este terreno por encima de otras opiniones, nos hacemos eco de dos
recientes posturas en el ámbito hispano:
a) Para Mons.
Fernando Sebastián, en el diálogo fe-cultura, se debe evitar tanto la
privatización de la fe, como la oposición, así como la absorción. Por el
contrario, se debe primar la formación de la conciencia individual (en cuanto
que el diálogo fe-cultura está ya entablado no sólo en las estructuras sociales
sino en la conciencia creyente); de esta manera se debe potenciar el diálogo
privado y público-social en este campo, y desde luego, se debe revisar el
problema de fondo: el diálogo con la modernidad como verdadera asignatura
pendiente (Cf. SEBASTIÁN AGUILAR, Nueva evangelización, Encuentro, Madrid
1991).
b) Para Torres
Queiruga, se dan tres posturas a evitar: el exclusivismo mutuo, el inclusivismo
y el relativismo total o pluralismo fragmentario. Este autor propone un diálogo
«situado o contextualizado», sin privilegios, entre fe y razón. Y ello porque no
existe revelación o cristianismo en abstracto, y desde luego, no existe
revelación «aislada», sino inculturada. En la relación fe-cultura, desde el reto
de la modernidad, está en juego una doble vertiente: «la centralidad» del hecho
cristiano (en Cristo se ha dado la revelación definitiva de Dios), y la
«universalidad» de este mismo hecho cristiano (válido para todos los tiempos y
culturas como sacramento universal de salvación) (Cf. A. TORRES QUEIRUGA, El
diálogo de las religiones, Cuadernos Fe y Secularidad, Sal Terrae,
Santander 1992).
Hasta aquí dos
posturas que no hacen sino alargar un amplio debate en el campo católico. En el
fondo, el problema de la pastoral de la cultura.
4. Pilares de una
pastoral de la cultura
En 1999, aparece un
valioso documento para nuestro cometido: CONSEJO PONTIFICO DE LA CULTURA,
Para una pastoral de la cultura.
A la hora de
identificar y definir qué entedemos por pastoral de la cultura, en el n. 6 de
dicho documento se afirma expresamente que "deriva de la misión misma de la
Iglesia en el mundo contemporáneo". Dicha misión, renovada en sus exigencias, no
es otra que el anuncio de la Buena Nueva y por tanto del destino del hombre en
el designio de Dios.
Los desafíos de la
nueva cultura, y sus centros de interés, se pueden identificar en las siguientes
claves de identidad: urbanización galopante, desarraigo cultural, medios de
comunicación, resurgimiento de nacionalismos, ecología, bioética, ocio y tiempo
libre, pluralismo religioso.
A la hora de
preguntarnos por algunas propuestas concretas para hacer realidad una verdadera
pastoral de la nueva cultura, y siguiendo el documento señalado, podemos afirmar
las siguientes tesis (nn. 2537):
-
La pastoral de la cultura no es otra cosas que una evangelización integral e inculturada.
-
Dos palabras clave, e inseparables, son las de diálogo y discernimiento.
-
No se pueden despreciar "los denominados lugares o ámbitos ordinarios" donde la fe se encuentra con la cultura de "forma natural": piedad popular, parroquias.
-
No olvidar que el mundo de la educación es un campo privilegiado para promover la inculturación de la fe, particularmente el mundo universitario.
-
Los Centros de formación teológica y los centros culturales católicos son mediaciones privilegiadas para dicha pastoral de la cultura.
-
El evangelizador de la cultura no puede despreciar el uso adecuado de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías informáticas.
-
Se debe realizar un esfuerzo especial por evangelizar los campos de la bioética y promover Academias a favor de la Vida.
-
Institucionalmente, y de forma personal, es urgente el diálogo con los artistas y creadores de opinión y de modas.
-
No olvidar el valor real, y no sólo potencial, que ofrecen el patrimonio cultural y el denominado turismo o peregrinación religiosa.
Todo lo anterior
requiere una pastoral de la cultura renovada por la fuerza del Espíritu, con
nuevos métodos, ardor y lenguajes. Siendo conscientes, en el fondo, de que la
pastoral de la cultura, en sus múltiples expresiones, no tiene otro objetivo que
ayudar a toda la Iglesia a cumplir su misión de anunciar el Evangelio, para
suscitar culturas transformadas por la prodigiosa novedad de Cristo.
BIBL. — CONSEJO
PONTIFICO DE LA CULTURA, Para una pastoral de la cultura, Edice, Madrid
1999; H. CARRIER, Evangelio y culturas, Edice, Madrid 1988; J. ROVIRA
BELLoso, Fe y cultura en nuestro tiempo, Sal Terrae, Santander 1988,
1317; J. M. FERRER GRENESCHE, Iglesia y culturas, «Religión y cultura» 36
(1989) 309328; J. ANDRÉS VELA, Sistematización, estructura y proceso de la
cultura en relación con la Evangelización: «Theologica Xaveriana» 94 (1990)
8196; Consejo Nacional de Misiones, Misión y Culturas, Edice, Madrid 1991;
FERNANDO SEBASTIÁN AGUILAR, Nueva evangelización. Fe, cultura y política en
la España de hoy, Encuentro, Madrid 1991, 83110; AA. W., Cristianismo y
cultura en la Europa de los años 90, PPC, Madrid 1993; J. DELICADO BAEZA,
Cristianos en la Universidad, Edice, Madrid 1988.
Raúl Berzosa
Martínez
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