Retrato de Charles Darwin, por John Coller. Londres, Galería Nacional de Retratos. La teoría de Darwin sobre la evolución fue rechazada durante mucho tiempo por las iglesias cristianas, que veían en ella una negación de la creación del ser humano por Dios.
En
el libro del Génesis aparecen dos relatos sobre la creación del ser
humano. Con el segundo de ellos muchas mujeres actualmente no se sienten
nada identificadas y plantean que les resulta ofensivo:
«Y
dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos
dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y
todos los reptiles." Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de
Dios lo creó, varón y hembra los creó.»
«Entonces
el Señor modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz
aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser vivo [...] (lo coloca
en el jardín de Edén). Y el Señor Dios se dijo: "No está bien que el
hombre esté solo, voy a hacerle el auxiliar que le corresponde [crea
animales pero no es satisfactorio]." Entonces el Señor hizo caer sobre
el hombre un letargo [...], le sacó una costilla y creció carne desde
dentro. De la costilla que le había sacado al hombre, el Señor formó una
mujer y se la presentó al hombre.»
La
aplicación del método crítico al análisis de los textos presentes en la
Torá facilita la comprensión de las diferencias entre los dos
fragmentos. Ya a mediados del siglo XVIII se destacó que las dos
denominaciones de Dios que aparecían en la Biblia (Elohim era citado en
torno a 2.500 veces, mientras que Yahvé cerca de 7.000) podían
corresponder a materiales de épocas y orígenes diferentes.
Actualmente
se suele aceptar que existen cuatro grandes tradiciones que componen la
Torá: la siglada como J o Yahvista, la más antigua fechable en los
siglos X-IX a.e.c. (época monárquica), que nombra a Dios como Yahvé. La
llamada E o Elohista del siglo VIII a.e.c. y que nombra a Dios con el
plural Elohim. La D o Deuteronomista, fechable entre finales del siglo
VII y mediados del VI a.e.c., y la P o Sacerdotal, base del Levítico y
que se fecha en la época posterior al exilio (siglo V a.e.c.). Estas
cuatro tradiciones crean una diversidad de relatos que en algunos casos,
como el de la creación de la mujer, parecen resultar irreconciliables.
Las
dos versiones de la antropogonía o nacimiento del ser humano resultan
fundamentales a la hora de sustentar desde un punto de vista teológico
la preponderancia masculina. En la segunda versión, la mujer ha sido
creada para auxiliar al hombre, después del hombre y tomando como
material una parte del hombre, mientras que, en la primera, el acto de
creación de la humanidad es uno y sin distinción genérica.
La
segunda versión es la más antigua y parece corresponder a la tradición J
(Yahvista), mientras que la primera versión, con la que comienza el
Génesis, se relaciona con la tradición P (Sacerdotal), la más reciente.
Desde el punto de vista de la igualdad de sexos, tienen significados
distintos pues, en el segundo caso, Dios crea al hombre a su imagen y
semejanza, mientras que la mujer es creada a imagen del hombre, no de
Dios, y en consecuencia está por debajo del hombre, para servirlo y
ayudarlo.
No
es de extrañar que esta versión resulte insultante e inaceptable y haya
contribuido en el pasado a sostener una ideología androcéntrica.
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