miércoles, 31 de julio de 2013

LA BIBLIA Y EL ARTE.

Los relatos bíblicos, tanto los del Antiguo Testamento como los del Nuevo Testamento, han sido la inspiración de los creadores de obras de arte a lo largo de los últimos dos milenios.

 Detalle de la fachada del hospital de Xàtiva, Valencia, decorada con ángeles.
 Detalle de la fachada del hospital de Xátiva, Valencia, decorada con ángeles.

Frente al judaísmo y al islam, que suelen representar de modo muy poco frecuente las figuras humanas, los cristianos han hecho del arte un escaparate de la religión.

Durante siglos, las representaciones de temas bíblicos cumplieron dos funciones principales. En primer lugar, eran un medio de enseñar la religión de un modo que resultaba sencillo a quienes no tenían una cultura suficiente. Las iglesias eran libros de imágenes, que se podían conocer sin necesidad de saber leer. Pero, además, las imágenes fueron también objetos de devoción hacia los que se dirigían las plegarias y por medio de los cuales se intentaba llegar a Dios.

No debe extrañar la enorme abundancia de arte bíblico. Las iglesias, los museos, los edificios públicos y hasta las plazas y las calles de nuestras ciudades tienen estatuas, cuadros y otros objetos que exponen escenas de la vida de Jesús, de sus discípulos o de los personajes principales de los relatos del Pentateuco.
Los temas bíblicos, de todos modos, han perdido parte de su atractivo en nuestro mundo actual. La mayoría de los artistas suele buscar su inspiración lejos de la herencia bíblica. Este cambio de interés por parte de nuestra sociedad no debe hacer olvidar que la Biblia ha sido muy importante en el arte, en el pasado, y que se trata de un patrimonio digno de conocer y valorar.

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