domingo, 28 de julio de 2013

LOS SALMOS.


El libro de los Salmos está formado por ciento cincuenta oraciones. Algunas son muy conocidas y muy utilizadas por los cristianos, por ejemplo, el 121 o el 122.

Los salmos se utilizan actualmente durante la misa cristiana como oraciones, pero se hace de ellos un uso intemporal; porque, aunque se escribieron en unas circunstancias concretas, expresan distintas actitudes del hombre ante Dios.

Los dos salmos citados son de alabanza a Dios y de expresión de confianza en sus promesas. En el primero, el 121, Dios aparece como guardián que protege sin descanso a los que le siguen. En el salmo 122 se describe cómo es la casa de Dios, un lugar donde impera la alegría, la armonía y la paz.

SALMO 121
«Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que tropiece tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha: de día el sol no te hará daño ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu vida; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.»
SALMO 122
«¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la Casa del Señor"!

¡Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén!

Jerusalén está construida como ciudad bien trazada.

Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor.

En ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén: "Los que te quieren vivan tranquilos, haya paz dentro de tus muros, tranquilidad en tus palacios".

En nombre de mis hermanos y compañeros, te saludo con la paz; por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.»

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