miércoles, 18 de diciembre de 2013

Balac.

                     Rey de Moab en el momento en que las tribus de Israel conducidas por Moisés penetraban profundamente en Transjordania. Se asustó de verlas establecerse con sus grandes rebaños en la misma región en la que hacía pastar los suyos su propio pueblo (1). Por el hecho de que consulte a "los ancianos de Madián", y quizá también porque se le llama "hijo de Sipor", cuyo femenino sería Siporá, nombre de la mujer de Moisés hija de un sacerdote de Madián (2), se considera a veces a Balac como madianita: procedente de Madián, habría llegado a hacerse dueño de Moab. La hipótesis no es segura: sieno unos y otros pastores nómadas, y encontrándose en territorios vecinos sin fronteras bien definidas, los moabitas y los madianitas tenían intereses semejantes; lo que pudo incitarles de manera natural a hacer un frente común contra la misma amenaza.

                   Pero Balac sabe que sus pastores y los de sus aliados naturales están desarmados ante el aguerrido invasor que sale del desierto y cuyo valor militar queda probado por sus recientes triunfos en los casos de Arad, Sijón y Og (3). Sabe que el pueblo de Israel confía en el poder de su Dios que combate con él. No ve por tanto otra salida que recurrir a las potencias que considera del mismo origen sobrenatural; a fin de provocar su intervención mediante las maldiciones lanzadas contra el enemigo, llama al más prestigioso de los adivinos: Balaán (4). Tras el fracaso de este último, no parece que Balac intentara oponerse a los hebreos por la fuerza: su "combate contra Israel" (5) evocado por el libro de Josué (6) es únicamente una intención.

(1) Nm 22,2-4.
(2) Éx 2,16-21.
(3) Nm 21,1-3.21-25 y 31-35.
(4) Nm 22,5-6.
(5) Jc 11,25.
(6) Jos 24,9.

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