Stonehenge.
Gracias a observatorios astronómicos como el de Stonehenge, se podía conocer con precisión el momento de los solsticios. Esto era muy importante para saber el día del año en el que estaban y así calcular cuándo debían sembrar. El que el fenómeno del solsticio se repitiera cada año les hacía pensar que había un orden y una regularidad en el universo y se hacían fiestas y rituales de acción de gracias.
En diversas religiones, como por ejemplo la romana, se mantuvieron las fiestas solsticiales, y hoy pervive alguna como la noche de san Juan, en la que se encienden hogueras al ponerse el sol celebrando el solsticio de verano alrededor del 21 de junio, momento en el que el período diario de luz comienza a acortarse.
El solsticio de invierno se produce en torno al 21 de diciembre, y también se hacen algunas fiestas en torno al fuego, utilizado para quemar lo viejo, como símbolo de renovación.
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