Las
sociedades preliterarias son muy variadas y en ellas la religión cumple una
serie de funciones diversas. De entre los testimonios que han ido consolidando
la etnografía y la antropología, el caso de los baruya de Paptia-Nueva Guinea es
un ejemplo que demuestra que la ideología grupal está claramente sesgada hacia
la dominación masculina y el sometimiento femenino.
La
mujer. si bien tenía un papel destacado en la horticultura y la porcinocultura
quedaba rebajada comparativamente con la valoración que se daba a los grandes
hombres como guerreros, chamanes, cazadores de casuarios (animal parecido al
avestruz) o productores de sal, a cuyo nivel de realizaciones y prestigio jamás
podía llegar ni SiqUr la más hábil de las mujeres. Solamente el estatus de
chamana estaba abierto a la mujer. mientras los otros tres eran exclusivamente
masculinos.
Muy
interesante en la ideología baruya es el papel del cazador de casuarios, anima!
a que independientemente de su sexo biológico se consideraba como encamación ce
la feminidad en estado salvaje y esencialmente peligrosa.
Para
el casuario no se podían emplear las técnicas habituales de caza, como el arco,
había que conseguir matarlo sin efusión de sangre y por medio de trampas. El
método de caza se decidía después de ingerir hongos alucinógenos y un sueño
premonitorio revelaba al cazador el momento en el que se había producido la
muerte del causario, cuya carne era tabù para las mujeres y cuyas plumas
servían entre otras finalidades para el tocado de los chamanes. La caza del
casuario materializaba el poder del hombre extraordinario frente a la perversa
feminidad.
El
chamanismo baruya, por su parte, está abierto a hombres y mujeres, y miembros de
ambos sexos pueden demostrar sus capacidades para vencer a enfermedad, la
muerte, para proteger el grupo e incluso algunas mujeres pueden poseer un poder
chamanico superior al de la mayoría de los chamanes hombres. Pero están
imposibilitadas para realizar dos actividades fundamentales: una es llevar a
cabo la guerra espiritual contra los enemigos, demostración del poder de los más
grandes chamanes, y la otra es el descubrimiento de una chamana y su iniciación,
que dura mucho menos tiempo que la de los chamanes y que solamente pueden
dirigir los hombres.
De
este modo, aun respetando la innegable capacidad de gestión de lo sobrenatural
de las mujeres, los baruya consiguen someterlas por medio de la presión
religiosa a la par que por otros medios menos sutiles.
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