Los
tsembaga maring de Papúa-Nueva Guinea son horticultores y porcinocultores, como
los baruya, y han desarrollado una serie de ceremonias dedicadas a los
antepasados, ávidos de ofrendas de carne de cerdo, que tienen que ver
directamente con la ecología y el control grupal sobre el territorio, La gran
ceremonia se denomina kaiko y se realiza cuando las piaras, al cuidado de las
mujeres, son lo suficientemente voluminosas como para resultar excesivamente
competitivas con los humanos. Este Lipso de tiempo coincide con el ciclo de 1 2
a 20 anos que tarda el bosque en regenerarse y ser apto para la horticultura.
El
bosque está simbolizado en su crecimiento por un árbol el rumbim, plantado
actualmente al final de una guerra en la que el vencedor desaloja al vencido.
Una vez que se regenera el bosque, se considera que los espíritus de los
enemigos muertos han abandonado el territorio en litigio y los vencedores pueden
empezar a cultivarlo.
Este
rito, aunque complejo y de ciclo largo, resulta una estrategia eficaz para
pautar la agresión: solo se puede guerrear tras realizar un kaiko, es decir,
cada 12 o 20 años. El consumo de cerdos por el grupo que planea la agresión y
sus aliados crea una red cruzada de agresiones de potencial amistad, y
enemistad, en que se basan las alianzas militares.
Al
mismo tiempo, la época de paz coincide coincide con el tiempo que tarda en
regenerarse el bosque sometido a una horticultura intermitente. Por tanto, el
ciclo guerrero-ritual cumple entre los tsembaga maring el papel de preservar el
ecosistema de una presión antrópica indiscriminada.
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