jueves, 31 de diciembre de 2015

Espiritualismo (movimiento religioso)

El espiritualismo es un movimiento religioso prominente de la década de 1840 a la de 1920. La característica distintiva del movimiento es la creencia en que los expertos pueden hacer contacto con los espíritus de los muertos. Se cree que esos espíritus habitan un plano espiritual superior que los humanos, y pueden aconsejar sobre problemas tanto mundanos como espirituales.

Aunque a lo largo de la historia algunas tradiciones espiritualistas han tenido sus propias creencias, algunos conceptos son compartidos:

  • La creencia en Dios
  • La creencia que el alma continúa existiendo después de la muerte física del cuerpo
  • Es posible que el alma cambie incluso después de la muerte
  • Cada persona debe de aceptar la responsabilidad de sus actos
En algunas corrientes de esta doctrina, la curación se ejerce mediante la posesión espiritual del terapeuta -o médium en este caso- por los espíritus de médicos de épocas anteriores. El espiritualismo concibe a la enfermedad como producto del quebrantamiento de algún precepto moral, o bien como la posesión del paciente por algún espíritu maléfico.
Esta corriente religiosa divide la historia de la humanidad en tres tiempos: el primero, o era mosaica, en la que Moisés era portador de la palabra divina; el segundo donde Jesucristo llega a la Tierra para redimir a la humanidad;[cita requerida] el tercero que se inicia en 1866 y marca la llegada del nuevo Mesías a la Tierra para acabar con la idolatría, el fanatismo y el materialismo. Este último periodo durará dos mil años durante los cuales el Creador se comunicará directamente con los hombres a través del entendimiento.[cita requerida]

Referencias

Véase también

Espiritualismo literario


El espiritualismo literario es una corriente estética nacida en Rusia y con algunas manifestaciones paralelas en el resto de Europa (Francia, España).
En 1887 Emilia Pardo Bazán publicaba su ensayo La revolución y la novela en Rusia, recopilación de diversas conferencias en el Ateneo de Madrid bajo el impacto que le produjo Le roman russe (1886) del Vizconde de Vogué:
El elemento espiritualista de la novela rusa para mí es uno de sus méritos más singulares [...] los realistas franceses ignoran la mejor parte de la humanidad que es el espíritu
Esta insuficiencia atrajo a novelistas españoles descontentos con el Naturalismo que ya habían agotado los temas y recursos del Realismo literario tradicional, como Armando Palacio ValdésBenito Pérez Galdós y Leopoldo Alas "Clarín", como antes había atraído a Fedor Dostoievski y León Tolstoy.
Nadie que lleve el alta y baja de estas cuestiones ignora que el naturalismo francés puede considerarse hoy un ciclo cerrado, y que novísimas corrientes arrastran a la literatura en direcciones que son consecuencia y síntoma del temple y disposición de las almas en los últimos años del siglo[...] El ciclo naturalista [...] encontró sus paladines en Francia: el ciclo nuevo, que podemos llamar realista ideal, los halló en Rusia.1
Las primeras traducciones de novelistas rusos al español corresponden a 1888: Ana Karenina y a La novela del presidio. La novela rusa, en especial Tolstoy, fascinó a los críticos y escritores españoles: Leopoldo Alas se pasó directamente del Naturalismo zolesco al Tolstoy de Resurrección , y Galdós se convirtió al mismo en su última etapa (RealidadNazarínMisericordia). Son estos autores los que constituyen el espiritualismo literario español. También en Francia alumbraba esa corriente, que Leopoldo Alas denominaba "futuro idealismo". El fin de siglo puso de relieve la decadencia del modelo cultural burgués nacido de las revoluciones liberales; se le exigía una redención civilizatoria de signo cristiano. En su prólogo a Resurrección de Tolstoy, (l901), Leopoldo Alas escribe el discurso teórico del Espiritualismo en la literatura española, al margen de los "misticismos, simbolismos e idealismos más o menos sospechosos" del Decadentismo y del Simbolismo, cuyo influjo sobre la "gente nueva" del Modernismo deploraba.
El Espiritualismo francés estaba representado por Félix Ravaisson-Mollien, el contingentista Emile Boutroux, el agnóstico y neocrítico Charles RenouvierGuyauAlfred Fouillée yHenri Bergson. El discurso de estos autores:
Discutía la primacía de la ciencia, rechazaba el positivismo, revalorizaba la metafísica, proclamaba la conciencia como primer mecanismo del conocimiento por encima de la razón y de la experiencia y con ella arrastraba a un primer plano epistemológico la intuición, la voluntad o el impulso vital bergsoniano, trasladaba al mundo interior o espiritual la verdadera esencia de lo real, abandonando la larga hegemonía de la materia, exaltaba frente a las leyes universales y los determinismos científicos la libertad y la espontaneidad creativas de la naturaleza, o declaraba finalmente como principales intereses humanos los imperativos morales, religiosos y estéticos. No es extraño, pues, que en esta atmósfera ideológica y ante los síntomas de un malestar cultural que Freud diagnosticara, se desarrollara en los círculos dirigentes de la cultura literaria francesa, una fuerte reacción religiosa.2
Novelas espiritualistas como Su único hijo (1891) de Clarín o Le sens de la vie (1889) de Édouard Rod tienen por personaje principal a un héroe abúlico, oblomoviano, incapaz para la acción y de acción interiorizada, que abandona el escenario material por el de su propia conciencia y exhibe un sentimentalismo nada pudoroso. Son personajes cuyo espíritu agnóstico se ve atraído por la belleza de los ritos de la Iglesia y por una seguridad y una fe de la que él carece, referencia matriarcal y abrigo protector frente a la hostilidad social. La paternidad constituye un compromiso con la vida que redime moralmente a los personajes frente a una existencia angustiosa y vacía.

Notas[editar]

  1. Volver arriba Cf. Emilia Pardo Bazán, "Edmundo de Goncourt y su hermano", en La España Moderna, 1891.
  2. Volver arriba Cf. Joan Oleza, "Espiritualismo y fin de siglo: convergencia y divergencia de respuestas", en Francisco Lafarga ed., VV. AA., Imágenes de Francia en las letras hispánicas. Barcelona: PPU, 1990, p. 83.
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Bibliografía[editar]

  • Joan Oleza, "Espiritualismo y fin de siglo: convergencia y divergencia de respuestas", en Francisco Lafarga Maduell ed., VV. AA., Imágenes de Francia en las letras hispánicas. Barcelona: PPU, 1990, pp. 77-83.

Espiritualismo filosófico

El Espiritualismo filosófico hace referencia a un sistema de filosofía que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma, surgiendo como respuesta al positivismo.
La identidad sustancial de filosofía y ciencia, que es la consigna del positivismo, ha puesto en crisis, a partir de la mitad del siglo XIX, el mismo concepto de filosofía. En virtud de dicha identidad, la filosofía no tiene nada que hacer si presciende de los conocimientos positivos que le ofrecen la ciencia y los problemas que derivan de tales conocimientos. La metafísica tradicional, con su teología, su cosmología y su psicología, fundadas en nociones y procedimientos inconfrontables con los objetos y procedimientos de la ciencia, parecía definitivamente puesta fuera de juego y suplantada por otras tantas disciplinas positivas. Siendo esto así, la investigación directa para buscar o justificar aspectos o determinaciones ignoradas o excluidas por la investigación positiva, como el finalismo de la naturaleza, la libertad de la voluntad humana en la historia, los fines o los valores trascendentales propios de la esfera moral o religiosa, parecía que no podía efectuarse sino dirigiéndose a otras vías de acceso a la realidad, a otros instrumentos considerados como más eficaces para esta finalidad y, por tanto, más propios de una filosofía que quisiera distinguirse de la ciencia y revindicar, a su vez, la propia autonomía con respecto a otras disciplinas.
En esta dirección, el espiritualismo constituye la primera reacción frente al positivismo: una reacción sugerida por intereses preferentemente religiosos o morales y encaminada a utilizar, para el trabajo filosófico, un instrumento completamente descuidado por el positivismo: la auscultación interior o conciencia.

Véase también[editar]

Espiritualismo

El espiritualismo es el reconocimiento de la existencia de espíritus o seres no materiales. Puede referirse también a:

Véase también[editar]

Enlaces externos[editar]

Espiritualidad cristiana

Por Eduardo Llorens Núñez, sj
Director del Centro de Espiritualidad de Javier (Navarra)

  1. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL TÉRMINO ESPIRITUALIDAD

La palabra espiritualidad es considerada por muchos como fruto de la modernidad, debido a que su origen se remite a la escuela espiritual francesa del siglo XVII, y se refiere a la relación personal del ser humano con Dios. Sin embargo la forma abstracta de espiritualidad tiene su origen en la época patrística. Es en este contexto en que encontramos un texto atribuido a Jerónimo, pero que en realidad pertenece a Pelagio, en el que aparece la siguiente frase: “Age ut in spiritualitate proficias”, designando con esta expresión el concepto de espiritualidad como vida según el Espíritu de Dios y como progresión abierta a realizaciones posteriores. Posteriormente en el siglo VI, Dionisio, al traducir a Gregorio de Nisa hizo el cambio del término griego pneumatiké por el latino spiritualitas, con la explicación siguiente: “Consiste en la perfección de la vida según Dios”.
En el judaísmo la palabra ruah (espíritu, respiración, viento, es decir lo que da vida y ánimo) designaba una doble dimensión, la fuerza de la vida individualizada y el poderío de Yahvé que actúa sobre su pueblo como don profético y como sabiduría personificada
La Biblia no presenta una teoría sobre la espiritualidad sino contenidos, especialmente en Pablo.

Durante el primer milenio del cristianismo la espiritualidad se encontraba unida a la dogmática, es decir espiritualidad y reflexión teológica formaban una unidad. La Sagrada Escritura era portadora y soporte de la fe cristiana. Del siglo IX al XI la espiritualidad indica realidad y actividad que no proviene de la naturaleza, sino de la gracia del Espíritu Santo presente en el ser humano. A partir del siglo XII espiritualidad mantiene el sentido sobrenatural y también designa aquello que no es material; cuando su uso se asocia al discurso de vida devota e interior equivale a vida afectiva o interior.

A finales del siglo XII y durante el XIII en la Iglesia Católica de occidente el discurso teológico adquiere una forma más científica, dividiéndose la teología en ramas (dogmática, moral y espiritual).

A partir del siglo XVII el término espiritualidad es usado para designar las relaciones afectivas con Dios y para referirse al conocimiento interno y directo de lo divino o sobrenatural.  A finales del siglo XIX y comienzos del XX, espiritualidad es entendida como experiencia vivida. En el siglo XX se introduce el uso de espiritualidades para designar a las escuelas espirituales.

En resumen, espiritualidad es el conjunto de principios y prácticas en relación a lo divino o trascendente, y que caracterizan la vida de un grupo de personas en relación con aquello que creen, las diferentes maneras de experimentar la trascendencia, y el modo como la vida es entendida y vivida.

  1. ¿QUÉ ES ESPIRITUALIDAD CRISTIANA?

Es aquella experiencia mediante la cual el cristiano entra en un proceso de relación con Dios y la posesión de su verdad. La Palabra de Dios adquiere su dimensión y realización más plena y específica en el oír y obrar cristiano, es decir: oración y acción; contemplación y acción. De ahí que la espiritualidad cristiana es unidad y diversidad. Unidad por ser realización única del cristianismo y diversidad por realizarse de diferentes formas. Son las diferentes maneras de experimentar y fomentar la vida en Cristo.

No debemos entender la espiritualidad cristiana como una experiencia para pocas personas con cualidades excepcionales, o algo propio de grupos elitistas dentro de la Iglesia, o una dimensión accidental del cristianismo. Todo cristiano sea cual sea su estado o condición es llamado a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad (LG 40). El cristianismo no se limita a la práctica de la fe de una manera mediocre o reducida, que implicaría la observación de los preceptos, normas o mandamientos únicamente. El cristiano es llamado a vivir plenamente la vida del Espíritu.

Existe una sola espiritualidad cristina que parte del mensaje cristiano que llama a la persona; sin embargo el mensaje cristiano se realiza en una persona concreta y en un momento histórico determinado. Es por lo anterior que se habla de diversas escuelas de espiritualidad cristiana que responden a sus concretizaciones en cristianos conscientes y en momentos históricos determinados. El conjunto de elementos característicos de la vida o doctrinas espirituales comunes a un grupo de personas ligadas de cierta manera a un fundador con una determinada personalidad religiosa. Ejemplos de lo anterior lo tenemos en las siguientes escuelas de espiritualidad cristiana con sus respectivos acentos y que no son doctrinas de una existencia personal.

  1. FUNDAMENTALES ESCUELAS DE ESPIRITUALIDAD CRISTIANA

Espiritualidad Benedictina: Domina en el Occidente europeo durante toda la alta Edad Media. Comienza con San Basilio. Prevalece la visión dualista de inconciliabilidad entre cuerpo y alma, mundo y evangelio. Esta concepción tiene sus bases en el mundo grecorromano y en la patrística, concibiendo a Dios como suma majestad y al hombre como incapaz de hacer el bien y víctima del pecado. Otro elemento presente es el paralelo que se establece entre la sociedad civil y la eclesiástica, fruto del feudalismo imperante, que daba lugar a una organización rígidamente jerárquica y fragmentaria. Esta escuela de espiritualidad busca colocar al hombre en la presencia de Dios y de Cristo, tanto en el ejercicio de la oración litúrgica y de la lectio divina1 como en el trabajo.

Espiritualidad Dominicana: Surge en la baja Edad Media (siglo XIII), cuando Santo Domingo de Guzmán inicia su obra de evangelización fundando la orden de los frailes predicadores. Es una época de gran despertar social, intelectual, moral y religioso. También en este momento histórico existen tensiones en el plano disciplinar y teológico. Los fundamentos de esta escuela de espiritualidad los encontramos en la cultura escolástica del momento en que prima el entendimiento sobre la voluntad y el afecto, la insistencia en el estudio y la necesidad de la contemplación divina. Se tiene en cuenta también la vida en común, la mortificación y el oficio litúrgico. Partiendo de una opción intelectualista, se orienta a la contemplación, adquirida o infusa con una apariencia más teocéntrica que cristocéntrica. Desarrolla la teoría y la acción de la gracia de Dios y de los dones del Espíritu Santo, llegando casi a anular la participación activa del hombre.

Espiritualidad Franciscana: Surge en la baja Edad Media (Siglo XIII) y su precursor es San Francisco de Asís que escoge como estrategia de actuación cristiana el acercarse al pueblo por medio del testimonio de una pobreza radical, con la simple predicación penitencial y con pleno respeto a la jerarquía de la Iglesia. Reconoce esta escuela el primado de la voluntad sobre el entendimiento, subrayando el valor de la afectividad y de la acción. Insiste en la visión central de Cristo como mediador único de la naturaleza, de gracia y de gloria. Difunde esta espiritualidad un profundo sentido de pacificación y fraternidad cósmica, estando impregnada de un gran optimismo. La observancia del Evangelio e imitación de Cristo crucificado es fundamental en la espiritualidad franciscana. La devoción a la humanidad de Cristo en sus misterios fundamentales (pesebre, cruz, tabernáculo) son elementos importantes en esta espiritualidad. Se insiste en la identificación con Cristo obteniendo así la conformidad con la voluntad del Padre, en un gesto supremo de amor y de abandono. Predomina la experiencia mística de los carismas sobre la teoría.

Espiritualidad Carmelitana: Como escuela de espiritualidad se consolida en la Edad Moderna (Siglo XVI), aunque tiene sus orígenes en el Siglo XII.  Toma impulso esta espiritualidad gracias a dos grandes doctores de la Iglesia: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, que escribieron valiosas obras de temáticas ascéticas y místicas basadas en sus experiencias personales. No especula esta espiritualidad sobre los fenómenos místicos ni apelan a teorías filosófico-teológicas. Se observa en la espiritualidad carmelitana cierto anti-intelectualismo. Dos son los medios de esta espiritualidad para llegar a la unión con Dios: la oración y la contemplación, ambos liberan al hombre de las trabas que lo mantienen alejado de Dios. Se busca el triunfo del amor y de la caridad total en que el hombre casi desaparece reducido a la nada mientras que Dios se revela como el todo. A la espiritualidad carmelitana hay que atribuirle la novedad del lenguaje y el equilibrio en la consideración de la relación radical entre Dios y el hombre.

Espiritualidad Ignaciana: Surge en la Edad Moderna (Siglo XVI) por obra de San Ignacio de Loyola. Rompe con la tradición monástica y asume la actividad apostólico-sacerdotal, ignorando casi la vida comunitaria con vistas a una mayor disponibilidad personal para los diversos servicios pastorales. Su fundamento se encuentra en los Ejercicios Espirituales. Los fundamentos doctrinales de la espiritualidad ignaciana los encontramos en la atmósfera humanista y renacentista que exalta la dignidad del hombre, razón por la que no buscan su aniquilación, sino la corrección de las desviaciones. El hombre nace para dar gloria a Dios y para servirlo a ejemplo de Jesucristo. Todo lo que impida el camino anterior debe ser rechazado, de ahí la insistencia en el ejercicio de las virtudes morales y teologales, la rectificación de las intenciones en las relaciones con los hombres y las cosas. Esta espiritualidad centra su atención en Cristo obediente totalmente a la voluntad del Padre en la obra de redención a favor de la humanidad, que deriva a un impulso a la acción apostólica, por lo que se habla de una mística de la acción. Juega un papel importante el cristocentrismo, el antropocentrismo y el geocentrismo, la ascética y lo concreto.

  1. ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LAS DIFERENTES ESCUELAS DE ESPIRITUALIDAD CRISTIANA

a)      Intuición y experiencia personal de Dios.
b)      Influencia del ambiente sociorreligioso y del temperamento de las personas que dan origen a la escuela.
c)      Respuesta a las exigencias históricas del pueblo de Dios.
d)      Revelación de aspectos del misterio de Cristo.
e)      Estilo singular de vida que se desdobla en métodos de oración, medios ascéticos, prácticas comunitarias y formas de apostolado.     

  1. CRITERIOS DE CLASIFICACIÓN DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA

a)      Etnogeográfico: Atendiendo al lugar geográfico en que se origina (española, francesa, latinoamericana, etc.)
b)      Doctrinal o de verdades preferidas de la fe: En dependencia del acento en cada una de las verdades de la fe (trinitaria, cristológica, pentecostal, eucarística, mariana, etc.)
c)      Ascético-práctico: Responde a la virtudes preferidas y enfatizadas (humildad, pobreza, etc.)
d)      Antropológico o psicológico: Según sea la importancia que se le de a algunos de los elementos constitutivos de la persona (intelectualista, afectiva, etc.)
e)      Estados de vida y profesiones: Según sea la forma de vida o actividad fundamental que realice la persona (laica, sacerdotal, religiosa, de los médicos, de los trabajadores, de los educadores, etc.)
f)       Histórico cronológico: Tiene en cuenta el momento de la historia en que se desarrolla la espiritualidad (paleocristiana, medieval, moderna, contemporánea, etc.)

  1. ELEMENTOS A TENER EN CUENTA PARA UNA SANA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA
Enraizada en la historia

Una espiritualidad que no esté enraizada en la historia puede correr el peligro de servir para encubrir cualquier sistema vigente, aparecer como una ideología y hasta puede llegar a convertirse en algo irresponsable y egoísta. También la historia es un elemento clave para saber interpretar cada tradición o escuela espiritual y actualizarla.

Reducir la espiritualidad: La verdadera espiritualidad debe liberarse del individualismo que identifica exclusivamente la vida espiritual con las prácticas piadosas y el culto separados del momento histórico. La vida del cristiano no se limita a la interioridad, debe insertarse en las tareas concretas de la sociedad y de la Iglesia, haciendo una lectura de los signos de los tiempos. Es decir, el culto debe ir unido a la vida, la vida interior del cristiano con el compromiso social y la unión con Dios con la comunión eclesial. Toda buena espiritualidad cristiana debe conducir a transformar el mundo de manera positiva, de ahí la importancia de la categoría transformación/progreso. 

Dualismo: Es recomendable que la espiritualidad mantenga cierta distancia de la antropología de tipo dualista que prioriza el alma en detrimento del cuerpo. Es importante redescubrir la función de lo corporal en la vida espiritual e integrarlo al proceso de salvación de la persona. También es importante tener en cuenta la manera en que se expresa y vive simbólicamente la espiritualidad cristiana; el símbolo une lo inmanente con lo trascendente y sirve para vivenciar una experiencia tan humana y profunda como es la religiosa.

Entusiasmo e institucionalización: La búsqueda incesante y sin control de lo extraordinario, prodigioso y lo sobrenatural que lleva a querer experimentar sensiblemente la promesa de Jesucristo es un grave peligro que puede desviar la vivencia de la espiritualidad cristiana del verdadero camino. Además, el querer identificar las prescripciones e instituciones con la espiritualidad limita considerablemente la espiritualidad cristiana. La historia de la espiritualidad nos demuestra que la auténtica espiritualidad surge a partir de la tensión entre oficio y carisma.

  1. MEDIOS DISPONIBLES PARA FOMENTAR LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA

Existen medios a nuestro alcance que nos pueden ayudar a crecer en la espiritualidad cristiana, son utilizados desde los orígenes del cristianismo.
  • Unión con Dios y con Jesús.
  • Retiros y Ejercicios Espirituales.
  • Vida de oración.
  • Examen o revisión de la oración y de lo sucedido durante el día.
  • Meditación y lectura espiritual.
  • Meditación y lectura de la Biblia.
  • Sacramento de la Reconciliación y de la Eucaristía.
  • Acompañamiento espiritual con una persona capacitada.
  • Discernimiento espiritual, para poder actuar en nuestra vida conforme a lo que Dios nos propone.
  • Práctica de obras de misericordia espiritual (dar buen consejo, enseñar al que lo necesite, corregir a los que se equivocan, consolar a los afligidos, perdonar las injurias, sufrir las debilidades del prójimo, rezar por los vivos y los muertos, etc.)
  • Práctica de obras de misericordia corporales (ayudar materialmente al que lo necesite, hospedar a peregrinos, visitar y consolar a los afligidos, etc.)

BIBLIOGRAFÍA

MONDONI DANILO, Teologia da Espiritualidade Cristã, Edições Loyola, São Paulo, 2000.
SUDBRACK J, Espiritualidad, en Sacramentum Mundi, II.
DE FIORES S, Espiritualidad contemporánea, en Diccionario de Espiritualidad, Paulos, 2ª edición, 1993.
BORRIELLO L, CARUANA, E, AA. VV., Diccionario de Mística, Ediciones San Pablo, Madrid, 2002.



Esfinge de bronce de Tutmosis III


Esfinge de bronce de Tutmosis III, expuesta en el Museo del Louvre.
Imagen del Museo del Louvre deParís, (Francia).
La Esfinge de bronce de Tutmosis III, es una pequeña figura en forma de esfinge, que fue tallada en la dinastía XVIII de Egipto, durante el Imperio Nuevo de Egipto.

Simbología[editar]

La pequeña esfinge forma parte de una especie de cartucho, que podría haber sido utilizado para abrir una puerta, y representa aTutmosis III, sexto faraón de la dinastía XVIII de Egipto, que gobernó de c. 1479 a 1425 a. C., Cronología según von Beckerath, Shaw, Kitchen, Grimal, Málek, Arnold y Murnane. De acuerdo con la Low Chronology of Ancient Egypt, Tutmosis III reinó de 1479 aC a 1425 aC. Esta ha sido la cronología convencional de Egipto en los círculos académicos desde la década de 1960, aunque en algunos círculos las antiguas fechas del 1504 aC al 1450 aC son preferidas por la High Chronology, siendo uno de los monarcas más importante y poderoso de los tres mil años de civilización faraónica.
También es conocido como Thutmosis III, o Tutmés III, variantes de su nombre helenizado. Gobernó con los títulos de trono y nacimiento de Menjeperra Dyehuthymose.
En su base tiene grabados Los Nueve Arcos, término usado en la antigüedad por los egipcios para referirse a sus enemigos tradicionales: en general eran las áreas circundantes a Egipto, los vecinos (y por tanto potenciales enemigos) sobre las que el faraónejercía o pretendía ejercer su dominio. Los pueblos incluidos en este término cambiaron con el transcurso del tiempo, por lo que no hay una lista concreta de los Nueve Arcos. Cuando se les representa en forma personalizada se diferencian por sus ropas, pero cuando se habla de ellos en general se les representa por nueve dobles semicírculos (nb, todos) colocados en tres columnas, tal como puede observarse en la base de la estatua de Nectanebo II.

Conservación[editar]

Características[editar]

  • Estilo: Arte egipcio.
  • Material: bronce damasquinado con incrustaciones de oro.
  • Altura: 7,8 centímetros.
  • Anchura: 3,85 centímetros.
  • Longitud: 8,85 centímetros.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

Esfinge de Alabastro


La esfinge de alabastro, expuesta en el museo al aire libre de Mit Rahina.
Reconstrucción de la fachada oeste del Gran Templo de Ptah en la antigua Menfis.
La Esfinge de Alabastro es una escultura en forma de esfinge tallada en el Imperio Nuevo de Egipto, aproximadamente entre los años 1700 a. C. - 1400 a. C., posiblemente durante la dinastía XVIII de Egipto.

Hallazgo[editar]

La esfinge originariamente estaba situada junto a un coloso de Ramsés II, en el flanco sur del Gran Templo de Ptah, ("Señor de la magia", dios creador en la mitología egipcia, "Maestro constructor", inventor de la albañilería, patrón de los arquitectos y artesanos. Se le atribuía también poder sanador), templo situado a su vez en Menfis, capital del Imperio Antiguo de Egiptoy del nomo I del Bajo Egipto. Estaba situada al sur del delta del río Nilo, en la región que se encuentra entre el Bajo y el Alto Egipto.

Simbología[editar]

Se desconoce a quien representa la Gran esfinge, se barajan diversas opciones, como que fuera una representación deHatshepsutAmenhotep II o Amenhotep III, pero la ausencia de inscripciones hace imposible determinar con exactitud quien es el faraón reproducido en la figura.

Características[editar]

Conservación[editar]

  • La figura se exhibe de forma permanente en el Museo de Mit Rahina, un museo egipcio al aire libre cerca de la necrópolis de Menfis.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

Enlaces externos[editar]