La danza del canguro
Los antepasados de los actuales aborígenes australianos llegaron del Sudeste Asiático hace aproximadamente cincuenta mil años. Los hábitos de aquellos pueblos, recolectores y cazadores nómadas, sufrieron una importante transformación con la colonización europea de finales del siglo XVIII, pero su estructura social se ha mantenido inalterable a lo largo del tiempo.
Para los aborígenes no existen jerarquías: organizados en tribus, se dividen en numerosos clanes, compuesto cada uno de ellos por entre cincuenta y quinientos individuos. Aunque todos los clanes comparten el mismo universo mítico, cada uno hace suyas las aventuras que los héroes ancestrales vivieron en su territorio. Durante el recorrido que llevaron a cabo estos héroes creando el mundo, se cobijaron en cuevas, pescaron en riachuelos, dejaron sus huellas en rocas... Estas trazas conforman una señal indeleble de su paso por la zona y estos lugares se consideran sagrados, pues están impregnados de la energía creadora que desprenden los antepasados míticos. Los rituales llamados de "incremento" se celebran en estos espacios sagrados y los participantes se transforman en los antepasados y recrean sus viajes.
En Australia existe un lugar especial tanto por su condición sacra como por los innumerables mitos vinculados a él. Se trata de la montaña sagrada Ayers Rock (en lengua aborigen, Uluru). Con un perímetro de 9 kilómetros cuadrados es un macizo rojizo situado en el inmenso desierto de Simpson, en pleno corazón del continente. Una de las leyendas más famosas vinculadas a esta gran masa rocosa es la de las Siete Hermanas.
El mito, que es conocido por clanes que habitan a miles de kilómetros, cuenta la accidentada huida de siete mujeres al sur del país (escapaban del lascivo Nyiru, que quería violar a la mayor). Las escalas de su agitado periplo marcan un itinerario sagrado: acamparon en Witapula, bebieron en la fuente Tjuntalitja, unas líneas en una cueva de Walinya atestiguan que se sentaron allí... Al llegar a la costa, cerca de la actual Port Augusta, se lanzaron al mar y de ahí saltaron al cielo, convirtiéndose en estrellas (en la constelación de Kurialya). Pero ni aun así consiguieron librarse del lujurioso Nyiru, que continuó persiguiéndolas en el firmamento (se le identifica con la constelación de Orión).
Para los aborígenes, la tierra era un disco plano y flotante
debajo del cual habitaban unas formas indefinidas. Tras una gran inundación que
barrió el paisaje y el orden social anteriores, las misteriosas figuras tomaron
apariencia humana y emergieron a la superficie. Estos seres ancestrales vagaron
por la tierra y crearon las montañas, los ríos y las rocas, además de dar
nombre a los animales y las plantas. Esta etapa (conocida como el Tiempo del
Ensueño) corresponde al período de creación. Existe un fuerte vínculo entre
este mítico Tiempo del Ensueño y los ritos religiosos, ya que se considera que
aquella época posee una doble dimensión: la temporal (origen del mundo) y la
espacial (conforma una realidad espiritual paralela a la realidad tangible e
inmediata). Mediante la actividad onírica, y a través de ceremonias celebradas
en lugares sagrados, los hombres tienen acceso al mundo "ensoñado",
habitado por los espíritus de los muertos y por los dioses ancestrales.
La gran inundación, que tiene un correlato real en la última glaciación, se atribuye, según los clanes, a seres humanos y distintos animales. Para los kimberleys, los espíritus ancestrales del Tiempo del Enueño provocaron la inundación, mientras que los tiwi (de las islas de Melville y Bathurst) consideran que fue una anciana llamada Mudungkala la que separó estas islas del resto del territorio y las pobló con tres niños. Los yolngu (en el noreste de la isla) poseen un mito más elaborado: las hermanas Wawilak enfurecieron a Yulunggul (una enorme pitón), la cual, tras engullirlas, desencadenó una tormenta que lo inundó todo. Cuando se retiraron las aguas, la serpiente regurgitó a las dos mujeres y a sus hijos; éstos se convirtieron en los primeros yolngu iniciados. El episodio sirve como base a la ceremonia de iniciación: los jóvenes son recluidos en un recinto sagrado, de donde salen convertidos en adultos. Se cree, además, que los cánticos del ritual fueron inventados por las hermanas Wawilak.
Como los aborígenes desconocían la escritura, el arte constituye
la única vía no oral de transmisión de mitos. Las manifestaciones artísticas
más importantes corresponden a grabados y pinturas rupestres que datan de
cuarenta siglos atrás. Algunas de las representaciones que se conservan son muy
esquemáticas: personas, animales y plantas aparecen como figuras apenas
perfiladas. El esquematismo a veces es llevado al extremo, pues una simple
línea de puntos debe ser interpretada en ocasiones como las huellas de un
determinado animal. En Arnhem Land, al norte de la isla, se encuentran las
pinturas rupestres más famosas del continente australiano. En ellas se observan
dos estilos pictóricos bien diferenciados: uno más antiguo (sus figuras, que
tienen mucho movimiento y son de color rojizo, forman parte de escenas de caza,
lucha o danza) y otro posterior (que representa el exterior de los elementos de
manera estilizada, pero también retrata su anatomía interna). En una de las
cuevas de Arnhem aparece una alusión al mito de la creación: junto a
representaciones de animales y diversos dibujos, se distingue la gran serpiente
de la inundación (llamada también del arco iris).
En zonas alejadas de la isla se han encontrado manifestaciones artísticas muy enigmáticas. Los habitantes de la región de los montes Kimberley, por ejemplo, plasmaron unas misteriosas figuras blancas de cabeza redondeada y sin boca; al sur del cabo York se han descubierto representaciones de los quinkan (delgadísimas criaturas nocturnas de aspecto demoníaco que poseen ojos enormes y están relacionadas con las ceremonias de iniciación). Los postes funerarios de los tiwi son muy interesantes: construidos con madera y pintados de colores muy vivos, se erigen para señalar las tumbas; su número depende de la edad e importancia del difunto.
Otros soportes utilizados por los antiguos australianos para plasmar su concepción del mundo fueron las rocas, las cortezas de los árboles, algunos utensilios cotidianos, el suelo e incluso el propio cuerpo. En los churinga pueden encontrarse grabadas imágenes que representan al tótem del clan
El ensueño es el origen de los pueblos aborígenes, cuando los
antepasados espirituales conspiraron para poner orden y dar forma al universo.
El ensueño dio origen a las leyes tribales y comunitarias. Fue una presencia
espritual constantemente manifestada en el entorno físico: en las rocas, los
ríos, el mar, el desierto, los animales y las plantas. Todas las leyes morales
y costumbres del mundo aborigen se remontan a este emparejamiento del universo
físico y espiritual. Los vivos son guiados hacia el buen camino por el mundo de
los espíritus, que son contemporáneos suyos. Los muertos están presentes en
todas partes y los vivos y los muertos son, en último término, indivisibles.
Cuando se refleja el tiempo de la creación en un ritual, los participantes
penetran en el espíritu del ensueño; es decir, entran y se convierten en las
figuras espirituales reales de la creación. El ensueño no es, por tanto, un
estado fantástico o ilusorio, sino un estado que, aunque espiritual en su
origen, es plenamente consciente del universo físico. Todos los aborígenes leen
el pasaje como una serie de complejos sistemas de signos de los cuales derivan
el significado y las verdades espirituales.
La religión de los aborígenes australianos se basa en la creencia
de que en los orígenes de los tiempos, la Tierra era un disco plano y vacío que
flotaba en el universo; debajo de su superficie existían unas fuerzas
indefinidas que, en un momento dado, emergieron para tomar el aspecto de seres
humanos y se formó el mundo. Aquellos seres míticos, en su vagar continuo sobre
la Tierra, crearon las montañas, los ríos, dieron nombre a las plantas y a los
animales, proporcionaron las distintas lenguas a los hombres, les enseñaron a
recolectar, cazar, pescar y preservar la naturaleza. Aquella época de creación
se llamó "Tiempo del Ensueño".
Las manifestaciones artísticas más importantes de los aborígenes
australianos corresponden a sus grabados y a las pinturas rupestres. Las más
antiguas de estas obras se remontan a dos mil años antes de nuestra era. En la
Tierra de Arnhem, al norte del continente autraliano, existen dos tipos de
pintura rupestre: uno muy antiguo, conocido como "estilo mimi", que
consta de figuras con mucho movimiento y de color rojizo; y el otro, llamado
"estilo de rayos X", con el que se representa no sólo el exterior de
la figura, sino también su anatomía interna.
El "estilo mimi" es muy naturalista, formado por escenas de caza, lucha o danza. Con el paso del tiempo fueron estilizándose y simplificándose hasta transformarse en un estilo simbólico, a base de figuras compuestas por elementos humanos y vegetales.
El "estilo de rayos X" también sufrió una evolución en el tiempo, desde unas representaciones muy simples hasta otras mucho más complejas, pasando por las más equilibradas, que pueden considerarse clásicas.
En la región de los montes Kimberley, al noroeste, se han descubierto pinturas que representan figuras blancas de gran tamaño y cabeza reondeada, con rostros en los que no aparece la boca. Se las ha relacionado con los Wandjina, seres que llegaron del mar para habitar estas tierras.
En la zona situada al sur del cabo de York son características las figuras Quinkan, de aspecto demoníaco, que están relacionadas con ceremonias de iniciación. Se trata de figuras muy delgadas, entre las cuales pueden distinguirse mujeres y hombres. Sus rostros presentan grandes ojos, como si se tratara de seres nocturnos, pero carecen de boca y nariz.
La pintura sobre corteza de árbol, al igual que la rupestre,
formaba parte de los rituales sagrados entre los aborígenes australianos. La
decoración consistía -consiste todavía- en una serie de diseños místicos que se
transmitieron de generación en generación hasta nuestros días y que servían
para invocar a las fuerzas ancestrales.
Se trata de una tradición muy antigua pero, debido a la gran fragilidad del soporte, ninguna muestra ha llegado hasta nuestros días. Estas pinturas se realizan sobre la corteza interior de ciertas especies de eucaliptos con pigmentos minerales de color rojo, ocre, amarillo, blanco y negro. Las cortezas pintadas se utilizaban en determinadas ceremonias y tenían un claro contenido ritual y didáctico. Con ellas se explicaba a los miembros del clan todo lo que debían saber sobre los mitos y el territorio de caza.
En la actualidad, este tipo de pintura ha perdido su carácter ritual y se destina a la venta turística. Sin embargo, las piezas con clara simbología sagrada se reservan para los iniciados y se excluyen del circuito comercial.
La danza tribal no sólo era representativa, sino que copiaba el
universo físico. Cuando se representaba un canguro en una ceremonia, los
actores, más que imitar al canguro, invocaban al espíritu del canguro. La
relación entre la tribu y el canguro era aún más fuerte. La sociedad aborigen
aprendió técnicas de supervivencia mediante la observación de la conducta de
las manadas de canguros, que no es muy distinta de la organización social de
muchas tribus, e incluía hábitos de migración que definían claramente los
límites territoriales. Los canguros se protegen de sus enemigos corriendo en
pequeños grupos. En la vida cotidiana, cada miembro de la tribu era investido
con una responsabilidad personal hacia el bienestar de la tribu como conjunto,
y aunque existían divisiones tribales, todo el mundo contribuía directamente a
la totalidad. Las leyes y reglas de comportamiento no eran aplicables a toda la
sociedad aborigen en general, no eran intercambiables entre pueblos y
territorios, sino que estaban arraigadas en cada estado y grupo particular.
Los antepasados de los actuales aborígenes australianos llegaron del Sudeste Asiático hace aproximadamente cincuenta mil años. Los hábitos de aquellos pueblos, recolectores y cazadores nómadas, sufrieron una importante transformación con la colonización europea de finales del siglo XVIII, pero su estructura social se ha mantenido inalterable a lo largo del tiempo.
Para los aborígenes no existen jerarquías: organizados en tribus, se dividen en numerosos clanes, compuesto cada uno de ellos por entre cincuenta y quinientos individuos. Aunque todos los clanes comparten el mismo universo mítico, cada uno hace suyas las aventuras que los héroes ancestrales vivieron en su territorio. Durante el recorrido que llevaron a cabo estos héroes creando el mundo, se cobijaron en cuevas, pescaron en riachuelos, dejaron sus huellas en rocas... Estas trazas conforman una señal indeleble de su paso por la zona y estos lugares se consideran sagrados, pues están impregnados de la energía creadora que desprenden los antepasados míticos. Los rituales llamados de "incremento" se celebran en estos espacios sagrados y los participantes se transforman en los antepasados y recrean sus viajes.
En Australia existe un lugar especial tanto por su condición sacra como por los innumerables mitos vinculados a él. Se trata de la montaña sagrada Ayers Rock (en lengua aborigen, Uluru). Con un perímetro de 9 kilómetros cuadrados es un macizo rojizo situado en el inmenso desierto de Simpson, en pleno corazón del continente. Una de las leyendas más famosas vinculadas a esta gran masa rocosa es la de las Siete Hermanas.
El mito, que es conocido por clanes que habitan a miles de kilómetros, cuenta la accidentada huida de siete mujeres al sur del país (escapaban del lascivo Nyiru, que quería violar a la mayor). Las escalas de su agitado periplo marcan un itinerario sagrado: acamparon en Witapula, bebieron en la fuente Tjuntalitja, unas líneas en una cueva de Walinya atestiguan que se sentaron allí... Al llegar a la costa, cerca de la actual Port Augusta, se lanzaron al mar y de ahí saltaron al cielo, convirtiéndose en estrellas (en la constelación de Kurialya). Pero ni aun así consiguieron librarse del lujurioso Nyiru, que continuó persiguiéndolas en el firmamento (se le identifica con la constelación de Orión).
La creación
|
|
La gran inundación, que tiene un correlato real en la última glaciación, se atribuye, según los clanes, a seres humanos y distintos animales. Para los kimberleys, los espíritus ancestrales del Tiempo del Enueño provocaron la inundación, mientras que los tiwi (de las islas de Melville y Bathurst) consideran que fue una anciana llamada Mudungkala la que separó estas islas del resto del territorio y las pobló con tres niños. Los yolngu (en el noreste de la isla) poseen un mito más elaborado: las hermanas Wawilak enfurecieron a Yulunggul (una enorme pitón), la cual, tras engullirlas, desencadenó una tormenta que lo inundó todo. Cuando se retiraron las aguas, la serpiente regurgitó a las dos mujeres y a sus hijos; éstos se convirtieron en los primeros yolngu iniciados. El episodio sirve como base a la ceremonia de iniciación: los jóvenes son recluidos en un recinto sagrado, de donde salen convertidos en adultos. Se cree, además, que los cánticos del ritual fueron inventados por las hermanas Wawilak.
Pinturas sagradas
|
|
En zonas alejadas de la isla se han encontrado manifestaciones artísticas muy enigmáticas. Los habitantes de la región de los montes Kimberley, por ejemplo, plasmaron unas misteriosas figuras blancas de cabeza redondeada y sin boca; al sur del cabo York se han descubierto representaciones de los quinkan (delgadísimas criaturas nocturnas de aspecto demoníaco que poseen ojos enormes y están relacionadas con las ceremonias de iniciación). Los postes funerarios de los tiwi son muy interesantes: construidos con madera y pintados de colores muy vivos, se erigen para señalar las tumbas; su número depende de la edad e importancia del difunto.
Otros soportes utilizados por los antiguos australianos para plasmar su concepción del mundo fueron las rocas, las cortezas de los árboles, algunos utensilios cotidianos, el suelo e incluso el propio cuerpo. En los churinga pueden encontrarse grabadas imágenes que representan al tótem del clan
Pinturas rupestres y héroes primitivos australianos
|
|
El ensueño y la creación
|
|
El Tiempo del Ensueño
|
|
Estilos de pintura rupestre
|
|
El "estilo mimi" es muy naturalista, formado por escenas de caza, lucha o danza. Con el paso del tiempo fueron estilizándose y simplificándose hasta transformarse en un estilo simbólico, a base de figuras compuestas por elementos humanos y vegetales.
El "estilo de rayos X" también sufrió una evolución en el tiempo, desde unas representaciones muy simples hasta otras mucho más complejas, pasando por las más equilibradas, que pueden considerarse clásicas.
En la región de los montes Kimberley, al noroeste, se han descubierto pinturas que representan figuras blancas de gran tamaño y cabeza reondeada, con rostros en los que no aparece la boca. Se las ha relacionado con los Wandjina, seres que llegaron del mar para habitar estas tierras.
En la zona situada al sur del cabo de York son características las figuras Quinkan, de aspecto demoníaco, que están relacionadas con ceremonias de iniciación. Se trata de figuras muy delgadas, entre las cuales pueden distinguirse mujeres y hombres. Sus rostros presentan grandes ojos, como si se tratara de seres nocturnos, pero carecen de boca y nariz.
Pinturas sobre corteza de árbol
|
|
Se trata de una tradición muy antigua pero, debido a la gran fragilidad del soporte, ninguna muestra ha llegado hasta nuestros días. Estas pinturas se realizan sobre la corteza interior de ciertas especies de eucaliptos con pigmentos minerales de color rojo, ocre, amarillo, blanco y negro. Las cortezas pintadas se utilizaban en determinadas ceremonias y tenían un claro contenido ritual y didáctico. Con ellas se explicaba a los miembros del clan todo lo que debían saber sobre los mitos y el territorio de caza.
En la actualidad, este tipo de pintura ha perdido su carácter ritual y se destina a la venta turística. Sin embargo, las piezas con clara simbología sagrada se reservan para los iniciados y se excluyen del circuito comercial.
La danza del canguro
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.