domingo, 17 de junio de 2018

LOS HIJOS DE LA SERPIENTE

HOMO DEUS

YUBAL NOAH HARARI
Resultado de imagen de yuval noah harari

La evidencia antropológica y arqueológica indica la probabilidad de que los cazadores-recolectores arcaicos fueran animistas: creían que no había una separación esencial entre los humanos y los demás animales. El mundo (es decir, el valle en cuestión y las cordilleras que lo rodeaban) pertenecía a todos sus habitantes, y cada uno de ellos seguía un conjunto de reglas comunes. Dichas reglas implicaban una negociación incesante entre todos los interesados. La gente hablaba con los animales, los árboles y las piedras, así como con hadas, demonios y fantasmas. De esta red de comunicaciones surgían los valores y las normas que obligaban por igual a humanos, elefantes, robles y espectros.

La visión animista del mundo guía todavía a algunas comunidades de cazadores-recolectores que han sobrevivido hasta la edad moderna. Una de ellas es el pueblo nayaka, que vive en las selvas tropicales de la India meridional.

El antropólogo Danny Naveh, que estudió a los nayakas durante varios años, informa que cuando un nayaka que anda por la jungla encuentra un animal peligroso, como un tigre, una serpiente o un elefante, se dirige al animal y le dice: <<Tú vives en la selva. Yo también vivo en la selva. Tú has venido aquí a comer, y yo también he venido aquí a recolectar raíces y tubérculos. No he venido a hacerte daño>>.
Resultado de imagen de elefantes heridos
Una vez, un elefante macho al que llamaban <<el elefante que siempre anda solo>> mató a un nayaka. Los nayakas se negaron a ayudar a los funcionarios del departamento forestal indio a capturarlo. Explicaron a Naveh que ese elefante había estado muy apegado a otro elefante macho con el que siempre deambulaba. Un día, el departamento forestal capturó al segundo elefante, y desde entonces <<el elefante que siempre anda solo se había vuelto irascible y violento. <<¿Cómo te habrías sentido tú si te hubieran quitado a tu esposa? Así es exactamente como se sentía el elefante. A veces, esos dos elefantes se separaban de noche y cada uno seguía su camino..., pero por la mañana siempre volvían a reunirse. Aquel día, el elefante vio caer a su compañero, lo vio tendido en el suelo. Si dos siempre van juntos y disparas a uno, ¿cómo se sentirá el otro?>>.

Estas actitudes animistas sorprenden por extrañas a mucha gente de países industrializados. La mayoría vemos a los animales como seres esencialmente diferentes e inferiores. Ello se debe a que incluso nuestras tradiciones más antiguas se crearon miles de años después del final de la era de los cazadores-recolectores.
Resultado de imagen de la tentacion de la serpiente
El Antiguo Testamento, por ejemplo, fue escrito en el primer milenio a. C., y sus relatos más antiguos reflejan las realidades del segundo milenio. Pero en Oriente Medio, la época de los cazadores-recolectores concluyó más de siete mil años antes. Por ello, no sorprende que la Biblia rechace las creencias animistas y que su único relato animista aparezca justo al principio, como una terrible advertencia. La Biblia es un libro extenso, está repleto de milagros, prodigios y maravillas. Pero la única vez en que un animal inicia una conversación con un humano es cuando la serpiente tienta a Eva a comer el fruto prohibido del saber (el asna de Balaam también pronuncia algunas palabras, pero simplemente está transmitiendo a Balaam un mensaje de Dios).

En el Jardín del Edén, Adán y Eva vivían como recolectores. La expulsión del Edén tiene una semejanza asombrosa con la revolución agrícola. En lugar de permitir a Adán que siguiera recolectando frutos silvestres, un Dios colérico lo condena: <<Con el sudor de tu rostro comerás el pan>>. Quizá no sea una coincidencia, pues, que los animales bíblicos hablaran con los humanos solo en la era preagrícola del Edén. ¡Qué lecciones extrae la Biblia de este episodio? Que no debemos escuchar a las serpientes, y que por lo general es mejor evitar hablar a animales y plantas. Ello no conduce más que al desastre.

Pero el relato bíblico tiene capas de sentido más profundas y antiguas. En la mayoría de los lenguajes semíticos, <<Eva>> significa <<serpiente>> o incluso <<serpiente hembra>>. El nombre de nuestra madre bíblica ancestral esconde un arcaico mito animista, según el cual las serpientes no son nuestros enemigos, sino nuestros ancestros. 

Muchas culturas animistas creían que los humanos descendían de animales, como por ejemplo serpientes y otros reptiles. La mayoría de los aborígenes australianos creían que la Serpiente del Arcoíris creó el mundo. Los pueblos aranda y dieri sostenían que sus tribus en particular se originaron a partir de lagartos o serpientes primordiales, que fueron transformadas en humanos. De hecho, los occidentales modernos también creen que han evolucionado a partir de reptiles. El cerebro de todos y cada uno de nosotros está construido alrededor de un núcleo reptiliano, y la estructura de nuestro cuerpo es esencialmente la de reptiles modificados.

Los autores del libro del Génesis podrían haber conservado un vestigio de las creencias animistas arcaicas en el nombre de Eva, pero tuvieron gran cuidado de esconder todas las demás trazas. 

El Génesis dice que en lugar de descender de serpientes, los humanos fueron creados por obra divina a partir de materia inanimada. La serpiente no es nuestro progenitor: nos seduce para que nos rebelemos contra nuestro Padre celestial. Mientras que los animistas consideraban a los humanos un animal más, la Biblia asegura que son una creación única, y cualquier intento de reconocer al animal que hay en nuestro interior niega el poder y la autoridad de Dios. De hecho, cuando los humanos modernos descubrieron que en realidad evolucionaron a partir de reptiles, se rebelaron contra Dios y dejaron de escucharle, o incluso de creer en Su existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.