El divorcio es una de esas leyes españolas que aparecen y desaparecen del panorama político según la amplitud de miras y el respeto a la libertad del gobierno de turno. En 1939, ya se sabe, las miras y las libertades individuales comenzaron una larga agonía que duró casi cuarenta años, y fue el 23 de octubre de 1939 cuando el gobierno de Franco anuló la ley del divorcio aprobada en la Segunda República. Si el dictador viera la cantidad de nietos que se le han divorciado, alguno varias veces, le daba algo.
La ley del divorcio aprobada durante la República era muy avanzada para su tiempo, porque contemplaba aspectos tan novedosos como la fórmula del mutuo disenso, la posibilidad de que la pareja acordara el destino de los hijos menores o la obligación mutua de pensión alimenticia. Hasta que en el 39 volvieron a insistir en eso de "hasta que la muerte os separe", pero no para quien lo eligiera. Para todos. Porque, dicho por boca de los falangistas y los franquistas, el divorcio fue uno de los ataques más violentos a España y a los católicos. De todos es sabido que la totalidad de los españoles era católica. Los que no lo eran, también, aunque ellos no lo supieran.
Desde 1981, España y los españoles vuelven a disfrutar de una ley de divorcio; una ley que costó mucho sacar adelante, porque la oposición de la Iglesia y los conservadores todavía era muy violenta. La Conferencia Episcopal hizo aquel año una advertencia catastrófica: "El divorcio -dijeron los obispos- se transformará en una puerta abierta a la generalización del mal en España". Pero al final el sentido común se impuso a la intransigencia.
Luego vino la segunda parte, que es la más interesante. Hombre, ya que el divorcio volvía a permitirse, por qué desaprovecharlo. Muchos de los que se opusieron a él tomaron camino del juzgado para disolver matrimonios insoportables. Y un dato para los agoreros: en veinticinco años, la tasa bruta de divorcios en España se situó en torno al 1 por mil, la mitad de la media de la Unión Europea. Y la mejor noticia es que quien no quiere, se divorcia.
NIEVES CONCOSTRINA.
MENUDAS HISTORIAS DE LA HISTORIA.
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