Al parecer su predecesor, Henri de Poitiers, había efectuado una rigurosa investigación sobre el lienzo, descubriendo al autor de la falsa reliquia, un pintor que había confesado la trampa. Clemente, con todo, decidió que la reliquia permaneciera a la vista de todos en Lirey, no como tal reliquia, cuya falsedad parecía probada, sino como representación artística de la misma, apelando a su valor simbólico.
Sea o no auténtico el Memorándum, lo cierto es que no hay rastro del Sudario en las fuentes hasta bien entrado el siglo XIV, fecha que, además, coincide con la datación por radiocarbono resultante del análisis de la Síndone realizado en 1989. Las fuentes apuntan inequívocamente al origen medieval de la pieza. Ante estas incertidumbres, en 1977 se efectuó el primer estudio científico completo de la supuesta reliquia con el propósito de despejar las dudas sobre su autenticidad de una vez por todas. El análisis corrió a cargo de la STURP (Shroud of Turin Research Project), que concluyó que no había evidencia de que el lienzo fuese una falsificación. El problema, y no menor, es que el proyecto estaba financiado por la Holy Shroud Guild, una organizacióncatólica consagrada a la promoción de la sagrada sábana. Hay más: la abrumadora mayoría de miembros del comité científico eran católicos y, aunque admitían dudas razonables y puntos oscuros, no negaban categóricamente que pudiera tratarse de un fraude, pero tampoco excluían la posibilidad de que el Sudario fuera auténtico.
Entre ellos, con todo, surgió una voz discordante, la del microscopista Walter McCrone, que detectó en el lienzo, entre las presuntas manchas de sangre,restos de témpera a base de ocre rojo y bermellón con aglutinante de colágeno, dictaminando, en consecuencia, que la misteriosa imagen de Cristo en el lienzo era con toda probabilidad una pintura. Sus conclusiones no fueron bien recibidas por el comité de sabios de la STURP y, ante las críticas de sus propios colegas, McCrone optó por presentar su dimisión en 1980, cansado de que se pusiera su capacidad en tela de juicio.
Entre ellos, con todo, surgió una voz discordante, la del microscopista Walter McCrone, que detectó en el lienzo, entre las presuntas manchas de sangre,restos de témpera a base de ocre rojo y bermellón con aglutinante de colágeno, dictaminando, en consecuencia, que la misteriosa imagen de Cristo en el lienzo era con toda probabilidad una pintura. Sus conclusiones no fueron bien recibidas por el comité de sabios de la STURP y, ante las críticas de sus propios colegas, McCrone optó por presentar su dimisión en 1980, cansado de que se pusiera su capacidad en tela de juicio.
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