El término, en el contexto de la sociedad tradicional, se aplicaba, de forma extendida, a cualquier mujer notable por su devoción y frecuentación de las iglesias; incluso a las que llevaban hábito religioso aun sin pertenecer a ninguna comunidad religiosa. También a las monjas que realizaban alguna función para su comunidad, como pedir limosna.2
Índice
Historia
Siglo XVI
Una de las primeras "beatas" conocidas fue sor María de San Domingo, la beata de Piedrahita, quien recibía a mucha gente en su celda y también frecuentaba los salones del duque de Alba. Incluso fue llamada por el rey Fernando el Católico. Según Joseph Pérez, "sus arrebatos y sus revelaciones son la admiración de todos: cuando comulga, ve a Jesús en la hostia; se imagina a sí misma con un anillo al dedo, símbolo de su matrimonio místico con Jesús. A veces su conducta resulta desconcertante: muchas veces recibe por la noche, en su cama; los visitantes se sientan sobre la cama o junto a ella; se habla de bailes místicos; salen a la luz actitudes turbadoras: besos, abrazos y caricias con los que acuden a visitarla durante sus éxtasis...". Cuando es procesada por un tribunal eclesiástico, el nuncio y el cardenal Cisneros testimonian en su favor y es absuelta.3Otro caso fue el de sor Magdalena de la Cruz, abadesa del convento de Santa Isabel de Córdoba, quien afirmaba que se alimentaba sólo de hostias consagradas y entraba frecuentemente en éxtasis. La gente acudía a verla también por sus dotes visionarias. Su prestigio alcanza tal nivel que le visita el inquisidor general Manrique, la emperatriz Isabel de Portugal le envía su retrato y cuando nace su hijo, el futuro Felipe II, se depositan en su cuna las ropas que había llevado la monja. Sin embargo, en 1544 es detenida por la Inquisición española y confiesa que todo era falso. El 3 de mayo de 1546 es condenada a abjurar de vehemendi y es encerrada en un convento de Andújar.4
Otra beata fue sor María de la Visitación, también conocida como la monja de Lisboa, que fue famosa por sus estigmas —cinco llagas sangrantes en forma de cruz—, sus éxtasis y sus visiones. Se ganó la admiración de personajes tan importantes como fray Luis de Granada o el arzobispo de Valencia, el patriarca Juan de Ribera. Detenida por la Inquisición se demostró que todo era falso, incluidos los estigmas, que ella misma se provocaba clavándose alfileres. Fue condenada por simuladora y deportada a Brasil.4
El movimiento de reforma carmelita emprendido por Santa Teresa de Jesús se produjo en medio de un ambiente socio-cultural en el que la relajación de las comunidades monásticas convivía con los extremos piadosos y espirituales de beatas y místicas. Ella misma reflejó en sus escritos todo ello, expresando cómo se esforzaba en diferenciarse de él, o en oponerse a lo que consideraba como pervesiones, como por ejemplo, su conflicto con la princesa de Éboli.
Posteriores
Véase también
- Religiosidad popular
- Monacato femenino
- Beguinas
- Mística española
- Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca
Referencias
- Pérez, 2012, pp. 74-75.
Bibliografía
- Pérez, Joseph (2012) [2009]. Breve Historia de la Inquisición en España. Barcelona: Crítica. ISBN 978-84-08-00695-4.
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