La imagen de un espectro vagando por el mundo vestido con una sábana y cadenas se popularizó en la Edad Media aunque los espíritus no siempre tuvieron ese look.
En las antiguas culturas el alma de los muertos tomaba formas muy distintas. Fue a partir del siglo XIII cuando se generalizó la idea de que los fantasmas son reproduciones exactas del cuerpo en el entierro, hasta el punto de conservar el vestuario de ese momento.
Así la típica sábana tiene su origen en los sudarios, lienzos de lino o algodón blanco con los que antiguamente se envolvían los cadáveres.
Por su parte, las cadenas que arrastran los espíritus errantes, simbolizan sus ataduras en la vida terrenal.
Se creía que las tareas que el difunto había dejado pendientes le impedían encontrar descanso tras su muerte y le atrapaban entre ese mundo y el otro.
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