Mártir (251 a 253).
Podemos aceptar la afirmación del catálogo liberiano que su pontificado duró dos años, tres meses y diez días, pues Lipsio, Lightfoot, y Harnack han demostrado que esta lista es una autoridad de primera clase para esta fecha. Su predecesor, el Papa San Fabián, fue ejecutado por Decio el 20 de enero de 250. Alrededor de los comienzos de marzo de 251 la persecución disminuyó debido a la ausencia del emperador, contra quien aparecieron dos rivales. Fue posible reunir a dieciséis obispos en Roma, y Cornelio fue elegido aun contra su deseo. (Cipriano, Ep. LV, 24), “Por el juicio de Dios y de Cristo, por el testimonio de casi todo el clero, por el voto de la gente presente, por el consentimiento de los sacerdotes ancianos y de los hombres buenos, en un tiempo cuando ninguno había sido nombrado antes que él, cuando el lugar de Fabián, que es el lugar de Pedro, y el escalón a la silla sacerdotal estaba vacante”. “Qué fortaleza en su aceptación del episcopado, qué fuerza de mente, qué firmeza de fe, que él tomó su asiento intrépidamente en esa silla sacerdotal, al momento cuando la tiranía en su odio a los obispos hacía amenazas atroces, cuando escuchó con mucha paciencia que un príncipe rival se estaba levantando contra él, que el obispo de Dios fue nombrado a Roma (Ibíd., 9). Pregunta San Cipriano: “¿no debe él ser contado entre los gloriosos confesores y mártires quienes se mantuvieron tanto tiempo esperando la espada o la cruz o la estaca o cualquier otra tortura?”.
Unas pocas semanas más tarde el sacerdote romano Novaciano, se hizo antipapa, y la cristiandad completa fue convulsionada por el cisma en Roma. Pero la adhesión de San Cipriano de Cartago le aseguraba a Cornelio los cien obispos de África, y la influencia de San Dionisio el Grande, obispo de Alejandría, trajo al Oriente dentro de pocos meses a una decisión correcta. En Italia misma el Papa reunió un sínodo de sesenta obispos (ver Novaciano). Fabio, Obispo de Antioquia, pareció haber vacilado. Tres cartas a él de Cornelio fueron conocidas por Eusebio de Cesarea, quien dio extractos de una de ellas (Historia de la Iglesia, VI.43), en la cual el Papa enumera con considerable amargura las fallas en la elección y conducta de Novaciano. Incidentalmente nos enteramos que en la Iglesia Romana había cuarenta y seis sacerdotes, siete diáconos, siete sub-diáconos, cuarenta y dos acólitos, cincuenta y dos ostiarios y más de mil quinientas viudas y personas en la miseria. A partir de esto Burnet estimó el número de cristianos en Roma en cincuenta mil, y así también Gibbons; pero Benson y Harnack piensan que esta cifra posiblemente sea muy alta. El Papa Fabián había hecho siete regiones; y parece que cada una tenía un diácono, un sub-diácono y seis acólitos. Nos han llegado dos de las cartas de Cornelio a Cipriano, junto con nueve de Cipriano al Papa. Monseñor Merrati mostró que en el texto verdadero las cartas de Cornelio están en el “latín vulgar” coloquial del día, y no en el más clásico estilo seguido por el ex orador Cipriano y el instruido filósofo Novaciano. Cornelio sancionó las leves medidas propuestas por San Cipriano y aceptadas por el Concilio de Cartago de 251 para la restauración a la comunión, luego de varias formas de penitencia, de aquellos quienes han caído durante la persecución de Decio. (ver San Cipriano de Cartago).
A comienzos de 252 estalló de pronto una nueva persecución. Cornelio fue exiliado a Centumcellæ (Ciudad Vieja). No hubo defecciones entre los cristianos romanos; todos fueron confesores. El Papa “guió a sus hermanos a la confesión”, escribió Cipriano (Ep. LX, ad Corn.), con una manifiesta referencia a la confesión de San Pedro. “Con un solo corazón y una sola voz la totalidad de la Iglesia romana confesó. Luego se vio, muy querido hermano, esa fe que los benditos apóstoles elogiaron en ustedes (Rom. 1,8); aun entonces él previó en espíritu tu gloriosa fortaleza y tu firme fuerza.” En junio Cornelio murió como mártir, como lo llama repetidamene San Cipriano. El catalogo liberiano tiene ibi cum gloriâ dormicionem accepit, y esto puede significar que el murió debido a los rigores de su destierro, sin embargo mas tarde dice que él fue decapitado. San Jerónimo dice que Cornelio y Cipriano sufrieron en el mismo día en diferentes años, y su descuidado comentario fue luego generalmente seguido. La fiesta de San Cipriano era de hecho celebrada en Roma en la tumba de Cornelio, para el siglo IV “Depositio Martirum” tiene “ XVIII kl octob Cypriani Africæ Romæ celebratur in Callisti". San Cornelio no fue sepultado en la capilla de los Papas, sino en una catacumba adyacente, posiblemente una de la rama del noble Cornelii. Su inscripción esta en latín: Cornelio* MARTYR*, mientras que las de Fabián y Lucio están en griego (Northcote and Brownlow, "Roma sotteranea", I, VI). Su fiesta fue fijada con la de San Cipriano el 14 de septiembre, posiblemente el día de su traslado de Centumcellæ a las catacumbas.
Bibliografía: Las dos cartas en latín fueron encontradas en todas las ediciones de Cipriano. El mejor texto en MERCATI, D'alcuni muori sussidi per la critica del texto di S. Cipriano (Roma, 1899). Ellos se pueden encontrar con los fragmentos en COUSTANT, Epp. Rom. Pontt. y en ROUTH, Reliquæ Sacræ. Hay una carta espuria San Cipriano en el apéndice de sus trabajos, otra a Lupicino de Viena, y dos mas fueron falsificadas por Pseudo Isidoro. Todas estas se encuentran en las colecciones de concilios y en MIGNE. NELKE atribuye a Cornelio el pseudo cipriánico Ad Novatianum. Die Chronol. der Correspondenz Cyprians (Thorn, 1902); pero es de un contemporáneo desconocido. Sobre Cornelio ver TILLEMONT, III; Acta SS. 14 Sept.; BENSON, Cipriano (Londres, 1897). Las Actas de San Cornelio carecen de valor.
Fuente: Chapman, John. "Pope Cornelius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04375c.htm>.
Podemos aceptar la afirmación del catálogo liberiano que su pontificado duró dos años, tres meses y diez días, pues Lipsio, Lightfoot, y Harnack han demostrado que esta lista es una autoridad de primera clase para esta fecha. Su predecesor, el Papa San Fabián, fue ejecutado por Decio el 20 de enero de 250. Alrededor de los comienzos de marzo de 251 la persecución disminuyó debido a la ausencia del emperador, contra quien aparecieron dos rivales. Fue posible reunir a dieciséis obispos en Roma, y Cornelio fue elegido aun contra su deseo. (Cipriano, Ep. LV, 24), “Por el juicio de Dios y de Cristo, por el testimonio de casi todo el clero, por el voto de la gente presente, por el consentimiento de los sacerdotes ancianos y de los hombres buenos, en un tiempo cuando ninguno había sido nombrado antes que él, cuando el lugar de Fabián, que es el lugar de Pedro, y el escalón a la silla sacerdotal estaba vacante”. “Qué fortaleza en su aceptación del episcopado, qué fuerza de mente, qué firmeza de fe, que él tomó su asiento intrépidamente en esa silla sacerdotal, al momento cuando la tiranía en su odio a los obispos hacía amenazas atroces, cuando escuchó con mucha paciencia que un príncipe rival se estaba levantando contra él, que el obispo de Dios fue nombrado a Roma (Ibíd., 9). Pregunta San Cipriano: “¿no debe él ser contado entre los gloriosos confesores y mártires quienes se mantuvieron tanto tiempo esperando la espada o la cruz o la estaca o cualquier otra tortura?”.
Unas pocas semanas más tarde el sacerdote romano Novaciano, se hizo antipapa, y la cristiandad completa fue convulsionada por el cisma en Roma. Pero la adhesión de San Cipriano de Cartago le aseguraba a Cornelio los cien obispos de África, y la influencia de San Dionisio el Grande, obispo de Alejandría, trajo al Oriente dentro de pocos meses a una decisión correcta. En Italia misma el Papa reunió un sínodo de sesenta obispos (ver Novaciano). Fabio, Obispo de Antioquia, pareció haber vacilado. Tres cartas a él de Cornelio fueron conocidas por Eusebio de Cesarea, quien dio extractos de una de ellas (Historia de la Iglesia, VI.43), en la cual el Papa enumera con considerable amargura las fallas en la elección y conducta de Novaciano. Incidentalmente nos enteramos que en la Iglesia Romana había cuarenta y seis sacerdotes, siete diáconos, siete sub-diáconos, cuarenta y dos acólitos, cincuenta y dos ostiarios y más de mil quinientas viudas y personas en la miseria. A partir de esto Burnet estimó el número de cristianos en Roma en cincuenta mil, y así también Gibbons; pero Benson y Harnack piensan que esta cifra posiblemente sea muy alta. El Papa Fabián había hecho siete regiones; y parece que cada una tenía un diácono, un sub-diácono y seis acólitos. Nos han llegado dos de las cartas de Cornelio a Cipriano, junto con nueve de Cipriano al Papa. Monseñor Merrati mostró que en el texto verdadero las cartas de Cornelio están en el “latín vulgar” coloquial del día, y no en el más clásico estilo seguido por el ex orador Cipriano y el instruido filósofo Novaciano. Cornelio sancionó las leves medidas propuestas por San Cipriano y aceptadas por el Concilio de Cartago de 251 para la restauración a la comunión, luego de varias formas de penitencia, de aquellos quienes han caído durante la persecución de Decio. (ver San Cipriano de Cartago).
A comienzos de 252 estalló de pronto una nueva persecución. Cornelio fue exiliado a Centumcellæ (Ciudad Vieja). No hubo defecciones entre los cristianos romanos; todos fueron confesores. El Papa “guió a sus hermanos a la confesión”, escribió Cipriano (Ep. LX, ad Corn.), con una manifiesta referencia a la confesión de San Pedro. “Con un solo corazón y una sola voz la totalidad de la Iglesia romana confesó. Luego se vio, muy querido hermano, esa fe que los benditos apóstoles elogiaron en ustedes (Rom. 1,8); aun entonces él previó en espíritu tu gloriosa fortaleza y tu firme fuerza.” En junio Cornelio murió como mártir, como lo llama repetidamene San Cipriano. El catalogo liberiano tiene ibi cum gloriâ dormicionem accepit, y esto puede significar que el murió debido a los rigores de su destierro, sin embargo mas tarde dice que él fue decapitado. San Jerónimo dice que Cornelio y Cipriano sufrieron en el mismo día en diferentes años, y su descuidado comentario fue luego generalmente seguido. La fiesta de San Cipriano era de hecho celebrada en Roma en la tumba de Cornelio, para el siglo IV “Depositio Martirum” tiene “ XVIII kl octob Cypriani Africæ Romæ celebratur in Callisti". San Cornelio no fue sepultado en la capilla de los Papas, sino en una catacumba adyacente, posiblemente una de la rama del noble Cornelii. Su inscripción esta en latín: Cornelio* MARTYR*, mientras que las de Fabián y Lucio están en griego (Northcote and Brownlow, "Roma sotteranea", I, VI). Su fiesta fue fijada con la de San Cipriano el 14 de septiembre, posiblemente el día de su traslado de Centumcellæ a las catacumbas.
Bibliografía: Las dos cartas en latín fueron encontradas en todas las ediciones de Cipriano. El mejor texto en MERCATI, D'alcuni muori sussidi per la critica del texto di S. Cipriano (Roma, 1899). Ellos se pueden encontrar con los fragmentos en COUSTANT, Epp. Rom. Pontt. y en ROUTH, Reliquæ Sacræ. Hay una carta espuria San Cipriano en el apéndice de sus trabajos, otra a Lupicino de Viena, y dos mas fueron falsificadas por Pseudo Isidoro. Todas estas se encuentran en las colecciones de concilios y en MIGNE. NELKE atribuye a Cornelio el pseudo cipriánico Ad Novatianum. Die Chronol. der Correspondenz Cyprians (Thorn, 1902); pero es de un contemporáneo desconocido. Sobre Cornelio ver TILLEMONT, III; Acta SS. 14 Sept.; BENSON, Cipriano (Londres, 1897). Las Actas de San Cornelio carecen de valor.
Fuente: Chapman, John. "Pope Cornelius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04375c.htm>.
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