Los cristianos debemos no solo desenmascarar el mal sino ser además luz en las tinieblas. Debemos abogar por el retorno a la verdadera celebración de la Fiesta de Todos los Santos que comienza en la noche del 31 de octubre.En la liturgia de esa noche, San Pablo nos enseña que los santos están con nosotros:
Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad de
Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión
solemne y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a
Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su
consumación.
Hebreos 12,22-24
Debemos celebrar gozosamente esta realidad. Se pueden hacer muchas
celebraciones en torno a los santos. Los niños se pueden disfrazar de un
santo favorito y aprenderse su vida, especialmente sus virtudes, con el
fin de imitarlas. Los mayores pueden leer sobre los santos, tener una
fiesta en honor a un santo favorito de la comunidad o de la familia.Hebreos 12,22-24
Tradicionalmente en España y en algunas comunidad sede Latino América, solía irse de puerta en puerta cantando, tocando instrumentos musicales y pidiendo dinero para celebrar misas para las ánimas del Purgatorio.
La Fiesta de Todos los Santos es una invitación a ser nosotros también santos. Las vidas maravillosas de los santos nos ayudan a vivir más perfectamente el Evangelio. Encontramos en ellos grandes amigos que intercederán desde el cielo por nuestra salvación.
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