También llamadas estaciones numéricas, en esencia se trata de emisiones de radio de onda corta de procedencia desconocida y con un contenido incomprensible para la gran mayoría de oyentes. Quien las ha escuchado -se conservan registros sonoros de las mismas- afirma que casi siempre se trata de voces femeninas o infantiles a las que, durante unos segundos o minutos, les siguen secuencias de números o letras. A continuación, se produce un silencio, hasta que tiene lugar otra emisión, que puede llegar al cabo de horas o incluso días.
Durante la II Guerra Mundial y la Guerra Fría se utilizó esta técnica para enviar mensajes cifrados a espías y embajadas. Pero ¿Qué utilidad podría tener hoy? Expertos en espionaje y en ciencias políticas afirman que, en teoría, seguirían siendo una forma bastante segura de comunicarse con los agentes secretos, pues apenas deja rastro y quien recibe los mensajes puede escucharlos a través de un simple transistor.
Hay quien especula con que todo este asunto se trata de una broma muy elaborada, pero llevarla a cabo exigiría tal inversión que esta hipótesis queda prácticamente descartada. Por el momento, ningún Gobierno o servicio de inteligencia al que se ha preguntado por las estaciones de números ha reconocido seguir empleándolas en la actualidad.
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