miércoles, 30 de agosto de 2017

JOAQUÍN MURAT, EL MARISCAL ERRANTE.


Hay quien cree haber visto la sombra de Murat en el castillo de Pizzo, donde fue fusilado. Su cuerpo desapareció.
Corría el año 1815 cuando Joaquín Murat, entonces rey de Nápoles, fue apresado por el monarca Fernando IV de Borbón y fusilado en el castillo de Pizzo, en la Calabria italiana. Su cuerpo nunca ha sido encontrado, y se especula que esté enterrado en la capilla que él mismo hizo construir en esa fortaleza o quizá en una fosa común en el cementerio local. Incluso se aventura que su cuerpo fuera arrojado al mar y su cabeza enviada a Fernando en señal de victoria.
De una u otra manera, hay personas que aseguran haber visto su espíritu deambular por la nave de la iglesia, a la vez que se escuchan los típicos lamentos y ruidos de cadenas. Un tétrico final para quien fuera nombrado mariscal de Francia en 1804. De hecho, Murat, que había sido cuñado de Napoleón, mostró su valor y astucia militar en batallas tan importantes como las de Austerlitz y Jena, en la que el ejército prusiano fue prácticamente aniquilado.
Además, jugó un papel crucial en el levantamiento del 2 de mayo en Madrid, España, cuando ordenó disparar contra la multitud que se congregaba en torno al Palacio Real y sofocar la rebelión popular a sangre y fuego.

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