Nació en Mercatello en el Ducado de Urbino, Italia, en 1660; murió en la Ciudad di Catello, el 9 de julio de 1727. Sus padres fueron Franceso Giuliana y Benedetta Mancini, ambos de origen gentil. En su bautismo, recibió el nombre de Ursula, y mostró maravillosos signos de santidad.
Cuando tuvo 18 meses de edad, ella pronunció sus primeras palabras notables a un hombre que estaba falseando la medida del aceite que vendía, indicándole: “Sea justo, Dios le ve”. A la edad de tres años principió a ser favorecida con comunicaciones divinas, y a mostrar gran compasión por los pobres. Ella generalmente separaba una porción de su alimento con tal de darlo a los menesterosos, y también dio parte de sus ropas a los niños pobres.
Estas cualidades y su gran amor por la cruz, se desarrollaron a medida que fue adquiriendo más edad. Cuando otros no eran consecuentes con sus prácticas religiosas, ella se inclinaba por ser dictatorial. A la edad de 16 años, esta imperfección se le manifestó al tener una visión, en la cual veía su propio corazón, como un corazón de acero.
En sus escritos ella confiesa que llegó a tener condiciones de más estabilidad, lo que le gustó, al ser nombrado su padre como superintendente de finanzas de Piacenza. Pero este hecho de ninguna manera afectó su determinación en cuanto a dedicarse a la religión, todo ello aunque su padre le urgió a que se casara y que considerara a varios pretendientes para proceder al tener una edad apropiada para el matrimonio. Al tener que enfrentar la oposición de su padre en cuanto a entrar al convento, Verónica cayó enferma y solamente se recobró cuando obtuvo tal consentimiento.
En 1677 fue recibida en el convento capuchino de las Clarisas Pobres en la Ciudad di Castello, tomando el nombre de Verónica en memoria de la Pasión. Al concluir la ceremonia de su recepción, el obispo le habría dicho a la abadesa: “Le encomiendo esta pequeña hija a su cuidado especial, por que ella será un día una gran santa”. Ella fue absolutamente sumisa a la voluntad de sus directores, aunque su noviciado fue marcado por tentaciones y pruebas interiores que trataban de que ella regresara al mundo.
En su profesión de fe en 1678, llegó a sentir un gran deseo de sufrimiento en unión con Nuestro Salvador crucificado en pro de la conversión de los pecadores. Aproximadamente por este tiempo, ella tuvo la visión del sufrimiento que tuvo Cristo al llevar su cruz, sufrimiento tanto en lo físico como en el corazón. Luego de su muerte, la figura de la cruz fue encontrada impresa en su corazón. En 1693 entró en una nueva fase de su vida espiritual. Ella tuvo una visión en la cual el cáliz, simbolizando la Divina Pasión, debía tener nuevamente lugar en su propia alma. Al principio pareció sentirse reticente a aceptar eso, y solamente después de un gran esfuerzo, lo llegó a aceptar.
Ella principió a soportar sufrimiento espiritual intenso. En 1694 recibió la impresión de la Corona de Espinas, las heridas llegaron a ser visibles y el dolor permanente. Por orden del obispo ella optó por tratamiento médico, pero no obtuvo alivio. Aunque ella vivió una vida mística muy espiritual, también fue una mujer muy práctica. Durante cuarenta y cuatro años fue la encargada de las novicias, y las guió con gran prudencia. Es notable que ella no les permitió leer libros místicos.
En 1716 fue electa abadesa y al cargo de esa posición amplió el convento y estableció un buen sistema de drenajes, le convento había estado sin un apropiado sistema de aprovisionamiento de agua. Fue canonizada por Gregorio XVI en 1839. Generalmente se le representa coronada de espinas y abrazando la Cruz.
FATHER CUTHBERT Transcripción de Paul T. Crowley Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes Dedicado a la Madre Verónica del Santo Rostro, PCC, Vicaria del Monasterio de las Clarisas Pobres de Nuestra Señora de Guadalupe, Nuevo México.
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