domingo, 12 de agosto de 2018

Emanuela Orlandi: la desaparición que salpica al Vaticano

Hace unos días, el diario La Repubblica volvía a sacar a la luz uno de los casos más misteriosos de la crónica negra italiana: la desaparición de esta joven italiana en la década de los 80

Lectura: 7 minutos
Según escribía el periodista Emiliano Fittipaldi, un documento recientemente descubierto implicaría a altos cargos del Vaticano en la desaparición de la chica y probaría que, desde 1983 y hasta 1989, las autoridades de la Santa Sede abonaron 483 millones de liras (249.448,48 euros al cambio actual sin los ajustes inflacionarios) para sufragar los gastos de Orlandi en Londres.

La aparición de estos documentos está relacionada con una investigación llevada a cabo por Fittipaldi que acaba de ver la luz en forma de libro con el título de Gli impostori (Los impostores). Mientras investigaba las intrigas de poder en el Vaticano, el periodista tuvo conocimiento de la existencia de un informe relativo al caso Orlandi que podía ser trascendente para la investigación. Tras localizar a la persona que aseguraba tenerlo, Fittipaldi intentó hacerse con una copia.

«Lo he leído, pero no lo tengo. Si lo tuviera, te lo daría», fue la respuesta que recibió de dicha fuente. Sin embargo, el periodista no se dio por vencido y, después de mucho insistir y de varias citas infructuosas, Fittipaldi logró convencer a su contacto. «Te doy los documentos porque creo que ha llegado el momento de sacar a la luz todo este asunto», le explicó mientras le entregaba una carpeta con tapas verdes.

«Regresé a casa sin ni siquiera mirarla pero, apenas traspasé el umbral de mi apartamento, la abrí. Ahí estaba el informe», recordaba Fittipaldi en su artículo para La Repubblica.

Se trataba de seis páginas, aparentemente escritas a máquina, en las que Lorenzo Antonelli, jefe de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede, detallaba a sus superiores los gastos realizados entre 1983 y 1998 para «mantener alejada de su domicilio a la ciudadana Emanuela Orlandi».

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Emanuela Orlandi era la tercera de cuatro hermanos. El trabajo de su padre, un cargo relacionado con las finanzas de la Santa Sede, hizo que la familia residiera en un lugar al que pocos tienen acceso más allá de las visitas turísticas: el Vaticano. Todas las mañanas, esta brillante estudiante de 15 años acudía al instituto y, por las tardes, asistía a clases de música para aprender solfeo, piano, flauta travesera y canto.

La vida de los Orlandi no se diferenciaba de la de cualquier otra familia de clase media alta. Al menos no hasta la tarde del 22 de junio de 1983. Ese día, Emanuela no regresó a casa. Las últimas personas en verla fueron dos amigas con las que viajaba en autobús. Ellas se bajaron una parada antes que Orlandi, de la que nunca más se supo.

En un primer momento, el caso se trató como una típica desaparición adolescente. Cuando quedó claro que Emanuela no tenía problemas graves en casa ni era una niña rebelde, las investigaciones se orientaron hacia un caso de abusos sexuales. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que acontecimientos de difícil explicación empezaran a enturbiar el caso.
orlandi
Pocos días después de la desaparición, la familia comenzó a recibir llamadas que afirmaban haber visto a la niña en distintas zonas de Roma. A estas siguieron otras que la situaban en diferentes ciudades de Italia Europa. Más tarde recibieron algunos objetos personales que la muchacha llevaba el día de los hechos, acompañados de una cinta de casete en la que se suponía que estaba grabada la voz de Emanuela. Investigaciones posteriores descubrieron que la voz procedía de una película que se había emitido en televisión unos días antes.
Por si esto no fuera suficiente, Ali Agca, el ciudadano turco que había atentado contra Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro, afirmó desde la cárcel que Orlandi había sido secuestrada como parte de un plan para obligar a las autoridades italianas a que lo liberasen. Por su parte, el Santo Padre realizó un llamamiento durante el rezo del Ángelus del 3 de julio de 1983 para que «los que tienen en su poder a Emanuela Orlandi» la dejasen marchar. Una declaración llena de buena voluntad que arrojaba más dudas al caso: ¿por qué el papa hablaba directamente de secuestro cuando la policía todavía no se había decantado expresamente por esa hipótesis?

Lejos de aclararse, el caso Orlandi se fue complicando cada vez más. Se habló de que la niña había sido raptada y asesinada en el transcurso de una orgía en la que habrían participado altos cargos del Vaticano, personas que presumiblemente habían hecho voto de castidad. También se habló de una venganza contra el padre de la niña por su supuesta implicación en el fraude de la banca Vaticana.

Incluso salió a relucir la participación en el hecho de la logia Propaganda Dos de Licio Gelli, de los banqueros Michele Sindona y de Roberto Calviy de la de la Banda della Magliana, una organización criminal que controló la Ciudad Eterna durante los años 70 y 80. Sea como fuere, después de más de tres décadas desde su desaparición, el caso Orlandi continuaba siendo un misterio. Al menos hasta hace unos días.

SE NON È VERO...

El documento hallado por Emiliano Fittipaldi da un giro totalmente inesperado al caso. A falta de saber si es verdadero o no, el periodista llama la atención sobre la gravedad del hecho en cualquiera de los dos supuestos: «Si es verdadero, abre importantes revelaciones sobre la desaparición de la chica en 1983. Si es falso, demuestra la existencia de una lucha de poder sin precedentes dentro del pontificado de Francisco». Unas intrigas que podrían estar relacionadas con el escándalo Vatileaks y varios robos de documentos acaecidos en archivos y oficinas vaticanas en 2014.

En favor de su veracidad está el hecho de que el documento sigue, al menos en su redacción, todas las formalidades de un informe de esas características, incluido el hecho de ser presentado por triplicado. A esto se suma que todas las personas que se mencionan en él, como el supuesto autor o los destinatarios, los cardenales Giovan Battista Re y Jean-Louis Tauran, existen y tenían los cargos que aparecen el documento en el momento en el que está fechado.
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Sin embargo, también hay datos que invitan a pensar que el documento ha sido fabricado ex profeso con intenciones aún desconocidas. Uno de esos indicios es que no está firmado. Además, Lorenzo Antonetti, el supuesto autor, ha negado a Fittipaldi conocer el informe y rechaza cualquier participación en el tema. También es sospechoso que no estén disponibles los cerca de doscientos comprobantes adjuntos al informe original. Casi dos centenares de recibos, facturas, billetes de avión y extractos bancarios que probarían todas y cada una de las partidas que se mencionan en el listado.
Unos gastos que abarcan desde alquileres de residencias en Londres, a viajes entre la capital inglesa y el Vaticano, sin olvidar gastos de manutención, ropa de mujer, cintas de casete, asistencia médica en la Clínica St. Mary, así como los honorarios de la doctora Leasly Regan, miembro del departamento de Obstetricia y Ginecología de dicha institución sanitaria y especializada en interrupciones voluntarias del embarazo.
Contactada por Fittipaldi, la doctora afirmó que le resultaba imposible ayudarle en su investigación. «He visto tantos pacientes, muchos de los cuales eran italianos, que no puedo decirle nada». Ni siquiera cuando le enseñó una foto de la niña y le preguntó «¿Recuerda este rostro?» la doctora Regan cambio su versión de los hechos. «Debo irme, tengo una reunión tras otra hasta la tarde», se disculpó.

Tampoco fueron de ayuda las monjas del Institute St. Marcellina, residencia a la que el Vaticano habría girado dinero para la estancia y manutención de Emanuela. «Alojamos alrededor de ciento cincuenta jóvenes cada año. Sin embargo, conozco la historia de Emanuela, he leído sobre ella tantas veces que la habría reconocido», afirmaba convencida Sor Giuliana, mujer que trabajó en dicho lugar en la década de los ochenta.

Ante estas nuevas revelaciones, la familia Orlandi ha solicitado a las autoridades italianas que reabran el caso. También han vuelto a cursar una petición al Vaticano para que les permitan conocer todos aquellos documentos que posean relacionados con la desaparición de su familiar. «La Secretaría de Estado no tiene nada que ocultar referente al caso Orlandi. Se han entregado todos los documentos que obraban en nuestro poder y, por lo que a nosotros respecta, el caso está cerrado», ha sido la respuesta dada a la familia por el Cardenal Re, que no ha entrado a valorar por qué su nombre aparece entre los destinatarios de ese supuesto informe recientemente descubierto.

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