miércoles, 10 de abril de 2013

LA MAGIA.

 Cartel de la película Harry Potter y la piedra filosofal
En las aventuras de Harry Potter son muy importantes los encantamientos y hechizos, que no son un invento de los escritores actuales, sino que forman parte de una tradición muy antigua.

En el imperio romano, al igual que en el mundo helenístico, siguió desarrollándose la magia. Muchas personas pensaban que, por medio de encantamientos, podían alcanzar sus deseos, conseguir hacer daño a sus enemigos o ganarse el amor de quien les gustase. Han quedado muchos hechizos y fórmulas mágicas del mundo antiguo como el de este texto que, según cuentan, sirve para hacerse invisible:
«Experimento para hacerse invisible. Importante: toma el ojo de un mono y una planta de peonía y mézclalo todo con aceite de lilas; luego, amásalo de derecha a izquierda. Si quieres hacerte invisible, unge tu frente solo con esta mixtura y te volverás invisible durante el tiempo que quieras. Y si quieres volver a ser visible, camina desde la puesta del sol hasta su salida de nuevo y pronuncia la fórmula siguiente, y te harás claramente visible y te verán todos los hombres. Esta es la fórmula: "Marmariaotb marmaripbengue, hacedme a mí, fulano, visible para todos los hombres en el día de hoy, ya, ya, pronto, pronto". Es un medio excelente.»

LA INFLUENCIA DE LA MAGIA.

 El aquelarre, aguafuerte de Francisco de Goya. Madrid, Museo del Prado.
El aquelarre, aguafuerte de Francisco de Goya. Madrid, Mueso del Prado. La palabra "aquelarre" designa una reunión nocturna de brujos y brujas, con la supuesta intervención del demonio en figura de macho cabrío, para practicas de magia negra y superstición.

En época de los romanos fue muy frecuente la creencia en ritos mágicos con los que algunos pretendían hacer daño a los enemigos. A esto es a lo que se llama magia negra:

«Toma una lámina de plomo y escribe en ella con un estilo de bronce los siguientes nombres y la figura, y úngete con sangre de murciélago; enrolla enteramente la lámina como es costumbre; abre en canal un sapo, mete la lámina en su vientre y cosiéndolo con hilo de Anubis y una aguja de bronce, cuélgalo en una caña silvestre de los pelos del rabo de una vaca negra, los del extremo. En el este del lugar, cerca de la salida del sol, pronuncia estas palabras: "Señores ángeles, lo mismo que este sapo se rompe y se seca, así también el cuerpo de fulano, hijo de fulana; porque yo os conjuro a vosotros, los que estáis por encima del fuego Masceli Mascelo", y lo demás que se desee.»
 

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