lunes, 24 de junio de 2013

MAGIA NATURAL.

                       El afán de dominar las fuerzas ocultas dela naturaleza esdeantigüedad inmemorial. En la épocadel paganismo se creía que las cuevas, los árboles, los ríos, las montañas y  los cielos estaban habitados por inteligencias invisibles de gran poder y sabiduría. Estos espíritus tal vez responderían a la invocación, o agradecerían las ofrendas que se les hiciesen. Cuando la cristiandad rechazó el paganismo no negó la realidad de dichas entidades, sino que las redefinió como demonios a quienes convenía evitar. Para la ortodoxia toda magia incluso la natural se convertía en magia demoníaca.

                      Muy diferente fue el criterio que desarrollaron los musulmanes. La cultura islámica heredó conocimientos de la Antigüedad que se habían perdido en la Europa de la alta Edad Media. Parte de dicho acervo era la tradición de magia natural relacionada con las estrellas y los planetas. Según ella, las fuerzas ocultas de esos cuerpos celestes podían ser llamadas a la tierra y utilizadas; para atraerlas era preciso recurrir a los objetos similares. Por ejemplo: el girasol y otras cosas amarillas tenían correspondencia con los poderes solares. Cuando esta idea clásica conservada por los musulmanes retornó a Europa en el s. XII. los letrados europeos se pusieron a estudiar los manuales de magia astral, como el Picatrix.

                      Hacia finales de la Edad Media era conocimiento divulgado en toda Europa qué plantas, animales y piedras tenían relación con las fuerzas planetarias. La ortodoxia católica desconfiaba porque ¿cómo estar seguros de que tales "fuerzas planetarias" no fuesen demonios disfrazados en realidad, dispuestos a apoderarse de las almas incautas?

                      El erudito renacentista Marsilio Ficino persuadió a muchos con su intento de legitimar la magia natural. Imaginó un elegante sistema de magia basado en la idea de que todos los sers humanos tienen unos "planetas interiores", y es la falta de armonía entre ellos lo que causa las enfermedades. Pero la armonía puede restablecerse acudiendo a las influencias astrales apropiadas. Las listas de correspondencias que manejó Ficino estaban derivadas, en buena parte, de la tradición previa de magia natural. El argumento que sólo se trataba de canalizar unas energías impersonales, aunque muchos historiadores sospechan que creía en la existencia unos espíritus, que serían los verdaderos transmisores de las influencias planetarias.

                      Ciertamente muchos discípulos suyos, como Cornelius Agrippa, creyeron en los espíritus planetarios y su intervención en la magia natural. Esta posición resultaba muy peligrosaen épocas de Gran Caza de Brujas, cuando cualquier intento de relacionarse con espíritus podía demostrar que  uno practicaba la hechicería.

                      Desde el triunfo de la cosmovisión científica de la imagen dominante del Universo ha pasado a ser la de un gran mecanismo. Y las relaciones entre los objetos se explican por las leyes de la Física prescindiendo de misteriosas influencias astrales. Sin embargo, las creencias populares siguen admitiendo que las gemas y los cristales, por ejemplo, vehículan poderes sobrenaturales. Lo cual demuestra, por lo menos, el persistente atractivo de la magia natural.

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