La Meca durante la peregrinación de 1998.
Desde
que Mahoma cambió la quibla, que anteriormente se orientaba hacia
Jerusalén, los musulmanes dirigen sus plegarias hacia La Meca cinco
veces al día, por lo que su importancia es extraordinaria.
El
cuarto pilar del islam es precisamente la peregrinación mayor a La Meca.
Todo musulmán adulto que tenga las condiciones físicas y el respaldo
económico necesarios debe realizarla por lo menos una vez en su vida.
Los
musulmanes rememoran así el regreso de Mahoma a su ciudad natal el año
en que murió, y la posesión ritual del que fue centro de culto
preislámico, centrado en la Kaaba.
El
rito exige de los peregrinos una serie de normas que comienzan por la
vestimenta. Deben ponerse un traje blanco de dos piezas sin ningún tipo
de adorno. Esta sencillez suprime cualquier diferencia social entre
ellos. Además deben abstenerse del derramamiento de sangre y de actos
como el de cortarse las uñas o el pelo. No son extrañas las muertes de
peregrinos ancianos, dado el esfuerzo físico y el duro clima de la zona.
En contra de lo que pueda parecer, se considera una bendición fallecer
cumpliendo con esta obligación islámica, puesto que, según la tradición,
se perdonan los pecados del creyente.
El
desarrollo de las comunicaciones y los transportes ha facilitado el
cumplimiento de la peregrinación a los musulmanes de todos los lugares
del planeta. Muestra de ello es la afluencia masiva a La Meca, donde se
reúnen millones de personas todos los años.
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