Una sede titular en la Iglesia Católica Romana es una Diócesis o
Arquidiócesis que hoy existe únicamente en su título. Está a cargo de un
obispo titular o arzobispo, quien no es un obispo diocesano ordinario
sino que es un oficial de la Santa Sede, un obispo auxiliar, o la cabeza
de una jurisdicción que es equivalente a una diócesis bajo el Derecho
Canónico. A un obispo que no tiene autoridad propia sobre una diócesis
existente le es normalmente dada una sede titular por el Papa.
Anteriormente a los obispos coadjutores les otorgaban una sede titular,
pero hoy se les otorga el título de la diócesis o archidiócesis de la
que ellos son coadjutores. A los obispos y arzobispos retirados les
fueron dadas también sedes titulares pero la práctica común actual es
llamarlos obispo emérito (o arzobispo emérito) de la sede de la cual se
retiraron.
Generalmente los documentos de la Curia Romana por medio de los cuales se realiza un nombramiento para una sede titular, llevan la explicación: es costumbre de la Sede Apostólica conferir sobre esos obispos el título de una de aquellas iglesias que en días pasados florecieron con el esplendor de la virtud y el progreso de la religión, pero como resultado de los cambios y devenir del tiempo no pueden ahora perder su antigua gloria resplandeciente. El Vaticano espera que la sede titular un día se vuelva una diócesis activa una vez más.
Durante la expansion histórica del Cristianismo, la Iglesia Católica Romana se agrandó, sin embargo, en algunas áreas del mundo en donde la religión cristiana una vez floreció, la presencia de la Iglesia Católica Romana está ahora disminuyendo o desapareciendo. Las iglesias locales se dividieron separándose y otras fueron convertidas al Islam. Otras sedes titulares surgieron por motivos de reorganizaciones de algunas diócesis que han sido absorbidas en una o más diócesis. Otras veces la ciudad sede de la diócesis fue relocalizada a otra ciudad y la diócesis en cuestión fue renombrada quedando como titular la sede original. La Iglesia Católica adoptó la práctica de asignar obispos a sedes titulares como una forma de recordar esas diócesis. Hasta 1882 tales sedes titulares fueron distinguidas por la frase latina in partibus infidelium ("en el territorio de los infieles") o simplificada como in partibus.
Generalmente los documentos de la Curia Romana por medio de los cuales se realiza un nombramiento para una sede titular, llevan la explicación: es costumbre de la Sede Apostólica conferir sobre esos obispos el título de una de aquellas iglesias que en días pasados florecieron con el esplendor de la virtud y el progreso de la religión, pero como resultado de los cambios y devenir del tiempo no pueden ahora perder su antigua gloria resplandeciente. El Vaticano espera que la sede titular un día se vuelva una diócesis activa una vez más.
Durante la expansion histórica del Cristianismo, la Iglesia Católica Romana se agrandó, sin embargo, en algunas áreas del mundo en donde la religión cristiana una vez floreció, la presencia de la Iglesia Católica Romana está ahora disminuyendo o desapareciendo. Las iglesias locales se dividieron separándose y otras fueron convertidas al Islam. Otras sedes titulares surgieron por motivos de reorganizaciones de algunas diócesis que han sido absorbidas en una o más diócesis. Otras veces la ciudad sede de la diócesis fue relocalizada a otra ciudad y la diócesis en cuestión fue renombrada quedando como titular la sede original. La Iglesia Católica adoptó la práctica de asignar obispos a sedes titulares como una forma de recordar esas diócesis. Hasta 1882 tales sedes titulares fueron distinguidas por la frase latina in partibus infidelium ("en el territorio de los infieles") o simplificada como in partibus.
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