lunes, 28 de mayo de 2012

DAN.

El quinto de los doce hijos de Jacob-Israel (1Cró 2,2) lleva este nombre que suele relacionarse con el verbo hebreo din ("juzgar", "hacer justicia (Gn 30,6)". Nacido en Padán-Aram, Aram-Naharayin o Harán, mientras Jacob estaba sirviendo todavía en casa de Labán, su suegro, su madre natural es Bilhá, sierva de Raquel, y ésta, esposa preferida de Jacob, es su madre legal (Gn 30,3-5; 35,25).

Una de las doce tribus de Israel le reivindica como antecesor: la tribu de Dan, llamada las más de las veces "Dan", sin más nombre que el de su patriarca epónimo. El reparto de la Tierra Prometida le adjudica, según el libro de JOSUÉ (Jos 19,40-46), un lote que coincide en parte con los lugares asignados a Judá, como es el caso de Sorá y Esraol (Jos 15,33), y es posible que también con los adjudicados a Efraín, como Saalbín y Ayalón (cf. Jc 1,35). Ir Semes, igualmente asignada a los danitas, no es otra que Bet-Semes, la Casa "del Dios Sol", venerado por los cananeos como dios de la justicia; éste podría ser por ese título el padrino de esa "tribu de Israel" proclamada "juez de su pueblo" por las "bendicones" de Jacob (Gn 49,16). El mismo pasaje del GÉNESIS atribuye a Dan la astucia de la serpiente, que vence a la fuerza aparente simbolizada por el caballero que lleva sobre su lomo (Gn 49,17); las "benciones" de Moisés comparan a ese mismo Dan con un joven león que se lanza desde el Basán (Dt 33,22), y el canto de Débora lo presenta "sobre barcos (Jc 5,17)", al igual que el versículo de JOSUÉ que menciona la conuista de Lésem-Dan (Jos 19,47). Estos tres oráculos aluden a una migración de los danitas hacia una región de Canaán totalmente distinta de la que habían recibido en el reparto inicial en la Tierra Baja y la llanura costera, al este del territorio de Benjamín, entre los de Efraín y Judá.

Lo que ocurrió fue que la pequeña tribu no logró implantarse sólidamente en esta región. Era en realidad poco numerosa a pesar de las cifras legendarias que proponen ciertas tradiciones (cf. Nm 1,39; 26,43). Algunos indicios conservados en la Escritura  dejan traslucir esa debilidad numérica: el GÉNESIS no atribue más que un único hijo a Dan "el antepasado (Gn 46,23)", y el pomposo censo que se lleva a cbo en las llanuras de Moab no cita más que un solo clan danita importante (Nm 26,42). Los danitas no sólo no llegaron nunca a Yafo (Jafa), que no fue conquistada hasta la época de David, ni a Evrón, que probablemente no fue tomada nunca por Israel, sino que en las colinas de la Tierra Baja en las que intentaron establecerse sufrieron la opresión de los filisteos, presentes entonces con toda su fuerza y virulencia. Sin duda las hazañas de Sansón les proporcionaron localmente algún reparto (Jc 14 a 16). No obstante, tras la desaparición de su héroe, la tribu de Dan buscaría otro territorio en el que pudiera habitar en paz.

Un comando partido de Sorá y Estaol efectúa un reconocimiento, y, como todas las demás tribus han tomado por entonces posesión del país con mayor o menor firmeza, prosigue su búsqueda hasta el extremo septentrional, cerca de las fuentes del Jordán, done se encuentra  Lais o Lesem; aunque más o menos controlados por los fenicios, preocupados por la actividad de sus puertos más que por las luchas tribales de las tierras del interior, los habitantes de Lais apenas podían esperar de Sidón, su metrópolis "lejana", más ayuda que de sus vecinos arameos del norte y del este con los que "no mantenían relaciones (Jc 18,1-9, cf.28)". Se trataba oir entonces de un "pueblo tranquilo y confiado" destinado a ser víctima de la "astucia" de Dan (Jc 18,10 y 27;cf. Gn 49,17).

Las huestes de los danitas, compuestas solamente de seiscientos hombres " lo que es una prueba de la pobreza de los efectivos totales de la misma tribu aun cuando algunas familias no se desplazaran -se pone de camino hacia esta región "donde no faltaba ninguno" de los dones prometidos a los conquistadores de Canaán (Jc 18,10,13; cf. Dt 8,7-10). Sus guerreros se llevaron al pasar al sacerdote y los objetos sagrados del santuario de Micá para aseguarse, según pensaban, la ayuda divina; se apoderaron de Lais, exterminaron a sus habitantes, quemaron la ciudad, y la reconstruyeron: será en adelante "la ciudad de Dan (Jc 18,14-29)". Prosperan muy pronto en su entorno, que limita con el Basán (cf. Dt 33,22). Todo lo más, es probable que paguen el canon de esta ocupación de una tierra colocada bajo la soberanía fenicia con algunas prestaciones personales en los navíos de Sidón o de Tro; es posible que se aseguren también de esa forma servicios remunerados (cf. Jc 5,17).

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