Extracto de la obra La ciudad de Dios, redactada en los años 413-426, en la que S. Agustín expuso sus ideas sobre la Historia.
Dotado de ese mismo libre albedrío, Dios creó también recto al hombre, ser viviente
ciertamente terreno, pero digno del cielo si permanecía unido a su creador, así como,
si le abandonaba, había de soportar de modo semejante la desventura conveniente a su
naturaleza. Y aunque sabía de antemano que, por la prevaricación de la ley de Dios, había
de pecar abandonando al mismo Dios, no le quitó el libre albedrío, previendo a la vez qué
bien podía sacar de este mal, Él precisamente, que del linaje moral, justa y merecidamente
condenado, reúne con su gracia un pueblo tan numeroso que suple y restaura la parte
caída de los ángeles. Así, esta ciudad amada y celestial no se ve frustrada en el número
de sus hijos; se regocija con un número quizá más crecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.